Tres textos de crítica artística

May 19, 2017 | Autor: J. Robayo Cardenas | Categoria: Art History, Art Criticism, Arte Colombiano, Historia Del Arte Colombiano
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Tres textos de crítica artística Por Julián Robayo Cárdenas1 2

Los siguientes tres textos de crítica artística, surgieron como ejercicio en mis tiempos de estudiante de la Licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Pedagógica Nacional, hacía el año 2013, por ese entonces me encontraba cursando quinto semestre de la carrera, recuerdo que en la clase de contextos y mediaciones tres, la cual era dictada en ese entonces por la profesora Luisa Fernanda Ordoñez, en una de sus clases nos propuso hacer la difícil tarea de seleccionar tres obras de artistas colombianos que nos gustaran y a su vez, hacerles textos de crítica y análisis, en ese momento en lo único que se puede pensar es en la difícil tarea de ponerse a buscar y escoger tres obras entre tantas que habitan y circulan dentro del panorama del arte en Colombia, sin embargo una vez que me puse a la tarea de seleccionar las obras a las cuales les realizaría el texto de crítica, me termine decidiendo por Piel al sol de Luis Ángel Rengifo, La adivina de Enrique Grau y Mujeres junto al mar de Luis Alberto Acuña, mismas que presento más adelante. No sabría explicar la razón o motivos que me llevaron a escoger estas tres entre tantas otras, tal vez se deba al aura a la cual Walter Benjamín se refiere en su obra y de la cual me deje cautivar al seleccionar estas tres pinturas, no hay a simple vista una linealidad o temática con la cual se relacionen estas, por lo que cada una en si es particular y posee lo que les es propio, lo cual permite verlas y analizarlas de manera independiente y con la singularidad que cada una merece. Sin embargo, una vez que seleccione las obras y me dispuse a realizar los escritos me di cuenta de lo difícil que es ver y analizar una obra, a la vez de lo difícil que es explicar con palabras de manera objetiva lo que mis ojos estaban viendo, en ese entonces, recuerdo, el tiempo que me llevo realizar los escritos y pensé que a pesar de estar en quinto semestre de la carrera de licenciatura, pude darme cuenta de que había sido mutilado de la hermosa tarea de escribir de manera consciente y critica durante once años de mi vida, recordé mis clases de español en el colegio, las cuales consistían en transcribir un libro año tras año, tarea la cual después de un tiempo terminaba haciéndola de manera autómata. En las clases en las que se nos permitía escribir algo de manera más o menos consciente, debíamos escribir cartas y documentos de carácter comercial y administrativo, pues el colegio del que me gradué tenía un enfoque contable, por lo que nunca se nos permitió escribir de manera en que reflexionáramos sobre lo que estábamos escribiendo sobre el papel, no recuerdo aun hoy, haber escrito en mis años de colegio, un texto donde pudiera dar mi opinión sobre algo o donde pudiera cuestionar y reflexionar lo que acababa de ver y leer.

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Licenciado en Artes Visuales de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia – 2016 E-mail: [email protected]

Aun así, agradezco a mi curiosidad de pequeño, la cual se desarrolló en una pasión desbordada por la lectura, a los doce años ya contaba con el carnet de la biblioteca, y me permitía sacar de a uno o dos libros cada semana, por lo que he considerado que al menos mis habilidades de lectura y análisis de textos es bastante buena teniendo en cuenta mi educación escolar, sin embargo, mis habilidades de escritura no son las mejores y tampoco de pequeño me tome la tarea de escribir reflexiones sobre lo que leía, todo lo reflexionaba en mi cabeza y ahí se quedaba. Por ello cuando me di a la tarea de escribir sobre las tres obras que estaba viendo, las palabras fluían en mi cabeza pero no sabía cómo traducirlas para que tuvieran un orden y una coherencia en el papel y que cuando fueran leídas fluyeran y sonaran tan precisas y congruentes como en mi cabeza las pensaba, así fue como una vez que termine de escribir solo pude pensar en el que al menos eran unos escritos más o menos decentes; una vez que recibí de vuelta los escritos, me di cuenta que solo uno tenía calificación y los demás tenían escrito aportes hechos por la profesora, cosas como por ejemplo la de mejorar la redacción, no hacer uso excesivo de sujetos, etc. Los textos los guarde como otras tantas cosas que guardo y los veía cada vez en una de mis habituales limpiezas, en las que hojas y hojas terminaban en la basura, sin embargo estos tres textos nunca fueron a parar allí, pero, en una de esas limpiezas la del año pasado, decidí volver a leer y a re-escribir estos textos, la razón principal era para evaluar mis capacidades de escritura ahora, pero sobre todo porque considero que volver a hacer algo que ya estaba hecho lo ayuda a uno para ver sus avances en algo y para preguntarse si ha habido algún tipo de cambio en la manera de hacer algo que antes ya había sido hecho por uno. Pero sobre todo la razón por la cual decidí volver a hacer estos, es porque es siempre bueno ponerse en la tarea de recordar para volver a traer al presente y ver como como somos ahora con lo hecho en el pasado, esta idea se puede aplicar a la labor de hacer textos de crítica y análisis, pues de cierta manera es tomar algo que fue hecho en el pasado para ponerlo en discusión en el presente, esto es hacer historia, pues en esencia se trata de analizar lo hecho por artistas y pensadores, para ver su influencia, relevancia y pertinencia en el ahora. Pues el analizar y hacer textos críticos de estos nos permite comprender el papel que diferentes artistas han tenido en el desarrollo del arte, a la vez que podemos ver como en diferentes épocas estos se han valido de diferentes técnicas, habilidades y temáticas para representar la realidad.

Bogotá D.C 2017

Enrique Grau La Adivina (1956)

Óleo sobre lienzo 85 x 69 cm Una mujer, una adivina, con las manos sobre su rostro, sin ninguna expresión visible en él, pero con una actitud sombría y mirada penetrante que nos observa fijamente, como si nuestra suerte se nos hubiera acabado de revelar, esta mujer de tonos sepias y grises, nos observa con aire de sorpresa y de presagio. En una mesa, sobre la cual se posan tres cartas, estas parecen revelar nuestra suerte, aunque tal vez no tan afortunada como pensaríamos, dada la expresión de la mujer; al lado derecho de la mesa se encuentra una lámpara, de color rojo intenso que sobresale de entre los tonos oscuros de la mujer y de la mesa, tal vez un poco de luz, sobre la suerte que no parece estar de nuestro lado y que deja atónita a la adivina al revelar las cartas, estas tres cartas parecen tener algo oculto y crean una atmosfera desoladora, entre la mujer y la mesa con los naipes destapados. En un segundo plano, nos encontramos con la silla y el cuarto que rodean a la adivina: la silla de un color rojo juega con los tonos grises de la mujer, y, detrás de esta un cuarto de tonos rosas y verdes; por un lado vemos las paredes rosas que resaltan más el aura sombría de la adivinadora y al costado derecho una puerta verde cerrada, como no queriendo dejar escapar lo que en ese momento las cartas están diciendo, y encerrando más ese aire enigmático que posee la obra.

En la adivina, de Enrique Grau, nos encontramos con una segunda etapa en la obra de este artista, la cual en su mayoría estuvo ligada a pintar la figura humana y en especial la figura de la mujer, en esta nos encontramos a un Grau fuertemente influenciado por el cubismo, quien a su vez sabe dar un uso hábil de este estilo, a la hora de pintar sus figuras, ya que para el año en el que Grau pinta la adivina (1956) este se encontraba en Italia, estudiando pintura mural, estando así al tanto en la actualidad de las vanguardias Europeas y Norteamericana, por esta razón es que podemos hablar de una segunda etapa en la obra de Grau, la cual empieza en 1940 cuando gana una beca para estudiar en el Art Students League, de New York y que termina estando en Colombia, hacia la década de los años 60 después de su regreso de Italia. Es así como Grau siendo un figurista indudable, supo dar a la pintura de figura humana nuevas formas de ser representada a lo largo de su producción artística, en “la adivina” podemos observar precisamente esto, ya que Grau logra un punto crucial en esta etapa de su obra, en la que juega con el cubismo y la abstracción, para crear figuras que transitan entre estos dos estilos, y que terminarían por llevar a Grau a una nueva etapa, más propia y original en su estilo de pintar la figura humana. Grau, a lo largo de su obra es un artista que crea un sinfín de personajes, únicos y propios; con su obra “la adivina” demuestra esto, una mujer enigmática, la cual dialoga con diferentes símbolos, en este caso son las cartas las que permanecen siempre sin mostrar cuál es el destino que deparan, y más aún, se nos mantiene oculto, porque la obra logra un diálogo con el espectador, el cual se encuentra permanentemente a la espera de lo que las cartas pueden decir, pero eso sí, sin obtener una respuesta. Por Julián Robayo Cárdenas

Bibliografía Montaña, Antonio. 2004. “Música de líneas por Enrique Grau”, en: El Tiempo. González, Francisco. 2002. “La ilusión de lo real, yo era totalmente virgen”, en: El Espectador. Serrano, Eduardo. 1973. La obra de Enrique Grau. Bogotá. Museo de Arte Moderno. Serrano, Eduardo. 2004. “Adiós a las Mariamulatas”, en: El Espectador. Citas: “Después me voy a Italia en un momento muy crucial para mí. Allí descubro el Prerrenacimiento. Esto hizo que me fijara en la estructura interna de los cuadros, el esqueleto. Fui eliminando cosas e iba para el abstraccionismo y llegó un momento, buscando la estructura

interna de los cuadros. Después llega lo que yo llamaría la síntesis, donde utilizo los elementos plásticos más mi figuración como medio de comunicación. Porque yo tengo muchas cosas qué decir, de comunicarme con el vecino, con el espectador, yo necesito ese puente. En la técnica, vendría después otra etapa representada en los bronces, entonces, se me abre más el campo plástico”. Enrique Grau “El carnaval avanza. Allí vienen en desorden retratos que son homenajes amistosos a rostros conocidos, murales; aguatintas, telones de boca, gente dibujada, ofrendas, manos, ofreciendo bouquets, tempestades de telas en papeles u óleos: animales simbólicos, o vecinos y diarios como las mariamulatas. Y siguen en el desfile: las adivinadoras de tarot, los muros de Cartagena o el paisaje neoyorquino de King Kong. Los mundos múltiples y queridos del pintor se almacenan un día en cajas donde residen cintarajos y caracolas, y se extienden en papeles como comparsas, niños y sueños; marineros de traje azul, icacos, frutas de níspero, papayas transformadas sobre el pincelado mantel: Los mundos vividos y entregados a todos nosotros, apresados en lienzos, condensados en bronces, transformados en color, en trazo, en música de líneas por Enrique Grau” Antonio Montaña “Haber recorrido el mundo en pos de una parafernalia mágica que se convierta en símbolo (jaulas, espejos, naipes, marihuana), y haber compuesto un código pictórico para su expresión, sin embargo, no resume ni termina la inclinación artística de Grau. Sus “murales” son clara muestra de su apreciación arquitectónica, y sus “escenografías” han contribuido con agilidad, sensibilidad o misterio a muchas de nuestras producciones de teatro” Eduardo Serrano “El grueso de su pintura se caracteriza por sus protagonistas rollizos y sensuales y por sus llamativas vestimentas, así como por los ambientes teatrales donde parecen esperar melancólicamente el desarrollo de imprevistos acontecimientos” Eduardo Serrano

Luis Alberto Acuña Mujeres junto al mar (1960)

Óleo sobre Yute 89 x 69.5 cm Son cuatro mujeres afrocolombianas, las que se nos presentan como las protagonistas del cuadro “Mujeres junto al mar” del artista colombiano Luis Alberto Acuña, en este podemos ver que al menos una de ellas parece haberse bañado en el mar, la cuál puede ser de cierta manera la protagonista principal, no obstante todas y cada una de las mujeres son las protagonistas de la obra. Sin embargo la mujer con el manto blanco es la primera que sobresale a la vista del espectador, dado que el manto cubre casi por completo su cuerpo, el cual genera un contraste con el color de piel canela de la mujer. Al lado izquierdo vemos a otra de las mujeres, la cual posee varios aspectos que hacen que la mirada se posicione sobre ella, el primero es que lleva un sombrero amarillo posiblemente para cubrirse del sol, el segundo es su mirada la cual apunta al suelo, y el tercero es que con sus manos cubre su sexo, esto es importante de resaltar pues a pesar de que todas las mujeres están desnudas, en ninguna se trata de mostrar un toque erótico del desnudo, sino más bien la simpleza y la inocencia de lo que es tomar un baño en el mar. Al lado derecho vemos a las otras dos mujeres: una de espaldas, que parece estar dialogando con la mujer del manto blanco y al frente de ella la otra mujer, la cual se encuentra mayormente oculta por la figura de la mujer de espaldas, pero esta última lleva sobre su cabeza una pañoleta de color rojo, la cual está acomodando con sus manos, este elemento hace que la mujer no pase desapercibida, además del hecho de estar viendo fijamente a la mujer del manto blanco.

Como el mismo nombre de la obra indica las mujeres se encuentran rodeadas por el mar y por la arena de playa; es importante señalar que a pesar de que las cuatro mujeres tienen el mismo tono de piel lo cual a simple vista parecería una manera de homogenizarlas, todas y cada una de ellas resalta por elementos que las hacen ser únicas, esto se ve en el uso que se le da al amarillo, el azul, el rojo y el blanco que le dan una vividez única al cuadro. En “Mujeres junto al mar” (1960), Luis Alberto Acuña, demuestra que es un artista que sigue en pie y fiel a sus ideas, a pesar de lo que la moderna pintura colombiana estaba viviendo en ese entonces con artistas como Obregón, Botero, Negret, etc. Es así como él sigue apostándole, a un arte con elementos de la diversidad cultural colombiana, en donde los personajes principales son negros, mestizos, indígenas, campesinos, deidades indígenas y en algunas ocasiones españoles luchando contra los pueblos nativos, todos, elementos que pertenecen a una historia no contada y olvidada por la mayoría de los artistas de la época y que termina siendo así, un arte cien por ciento figurativo y alejado del arte mayormente abstracto de los artistas anteriormente nombrados. Acuña nos muestra a estas mujeres afrocolombianas, en todo su esplendor junto al mar, estas, forman parte de esa diversidad siempre presente pero poco retratada en el arte colombiano, y es ahí donde este desarrolla su obra, a partir de los años 30 cuando regresa a Colombia, después de una estancia en Europa entre (1924-1929). Y en la cual, el mismo Picasso le reprocho el por qué en sus obras no trataba temas relacionados a su lugar de origen. Y, es justamente esto lo que él empieza a realizar en su regreso a Colombia. Como artista, logra reinventarse e ir más allá de lo que aprendió en su viaje a Europa, a pesar de que en un principio aplico en muchas de sus obras la técnica del puntillismo, fue capaz de llevar esta técnica más allá de lo anteriormente hecho por otros artistas y logro crear un estilo único de pintura, lejos muy lejos del puntillismo; y contrario a lo que Marta Traba decía de la obra de este3, Acuña logro en su pincelada un estilo que recuerda más a los suelos áridos y secos de los desiertos colombianos y a las cortezas de los árboles presentes en los bosques, siendo así, piezas de un rompecabezas que van armando cada una de sus obras, tal vez el hecho de que fuera también tallador y escultor, le permitió transportar lo característico de estas dos técnicas a su pintura. Y a pesar de esto con Marta Traba a la cabeza de la crítica artística de aquella época, esta al no encontrar una identidad o técnica propia en la obra de Acuña, solo pudo acuñársela al puntillismo. Por Julián Robayo Cárdenas

Bibliografía

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Véase lo dicho por Marta Traba sobre la obra de Luis Alberto Acuña en la parte de citas.

Engel, Walter. 1944. Revista de Indias, No. 62. Engel, Walter. 1944. “Luis Alberto Acuña”, en: Revista de Indias, No. 63. Rubiano Caballero, Germán. 1977. La plástica colombiana de este siglo. Bogotá: Galería Latinoamericana. Traba, Marta. 1961. “Analicemos una obra seria”, en: La Nueva Prensa. Valencia Diago, Gloria. 1977. “Cincuenta años de placer artístico”, en: El Tiempo. Citas: “Si un recién llegado a tierras americanas me preguntara: “¿Quién es Luis Alberto Acuña?”, mi contestación espontanea seria: “Un gran pintor colombiano”. Sin embargo, aun cuando Acuña no fuese pintor, sobrarían motivos para considerarle como una de las más valiosas fuerzas en la vida artística de su nación, por sus méritos como escultor, como crítico e historiador de arte, y como impulsor de la actividad y la investigación artística en su país” Walter Engel “el puntillismo de Acuña representa – por tratarse de una leve pincelada y no de un punto-, una transacción entre impresionismo y puntillismo, es evidente que a Acuña le complacía la misma redondez monumental, idéntico volumen claro y sintético. Seres, cosas y paisajes quedaron clavados por Acuña en los límites estrictos que la técnica puntillista permitía. La sequedad conceptual, dura y ambiciosa, que caracteriza la obra de Acuña, ya se percibe en estas telas. Narran inmovilizado sin piedad los hechos descritos. Como los mexicanos, el artista se doblega ante la crónica, y la crónica pobre de un hemisferio pobre excede por completo la voluntad libre de la pintura. El puntillismo de Acuña, desprovisto de todas las intrépidas metas plásticas del puntillismo francés, se reducía a ilustrar pequeños temas populares.” Marta Traba “Historiador del arte, Luis Alberto Acuña cuenta en uno de sus libros que fue en 1925, a raíz de un salón parisino en que Rómulo Rozo y él participaron junto a Picasso, que surgió el grupo Los Bachués al que ambos pertenecieran. Abordado Picasso por los jóvenes colombianos para que opinara sobre sus obras, éste les manifestó su extrañeza de que en ellas no aparecieran elementos de las culturas precolombinas. A partir de allí los dos artistas reorientaron sus trabajos. Acuña un notable tallador, desarrollo posteriormente en su pintura y en sus murales una temática indigenista que hasta hoy ha plasmado con pinceladas cortas como puntos que recuerdan a Seurat pero que en realidad usa en función del modelado de sus figuras y no de la luz” German Rubiano Caballero

Luis Ángel Rengifo Piel al sol (1963)

Aguafuerte y aguatinta 16 x 27 cm Piel humana secándose al sol, como si de carne seca se tratara, pero precisamente no hay carne ni huesos, ni órganos, solo un caparazón vacío, un pedazo de piel extendido sobre el suelo, la piel de una mujer tendida en este, y, más que tendida, esta clavada, esta, nos presenta con creces, el cuerpo torturado, violentado, agredido, reflejado en la expresión de dolor que muestra el rostro de la piel, expresión que solo nos permite ver el sufrimiento y el tormento por el que tuvo que haber pasado la mujer que fue desollada, todos estos componentes juegan con la presentación misma de la obra; blancos y negros, como si no hubiera nada más, la ausencia de color aparte de la técnica, sirve también como hilo, para mostrarnos el horror del desollamiento, líneas fuertes que acentúan la violencia cometida, sobre este caparazón vacío. Blanco y negro reflejan los rastros de una guerra sin sentido, de la impunidad siempre presente, de lo oculto y de lo que sale a la luz, rastros de una marca que solo nos permite ver en blanco y negro, en rojo y azul, en izquierda y derecha, pero que hay de los que están en el medio, esos millones de civiles que no tienen que ver en nada con los oscuros intereses de déspotas sedientos de sangre ajena, que buscan mutilar los sueños de quienes noblemente se ganan con su sudor, el pan de cada día. Con esta obra de una serie dedicada a la violencia, Luis Ángel Rengifo logra poner en foco de la gráfica, la guerra por la que Colombia ha estado pasando desde hace tantos años y, con Piel al sol (1963) precisamente se nos muestra el horror y la crueldad a la que ha llegado la violencia en este país, crueldad que le ha costado muchas víctimas inocentes. No se puede negar que para la época en la que se realizó este aguafuerte, no solo Rengifo sino muchos más artistas entre ellos Obregón, y desde mucho antes de la realización de esta obra, todos o sino una gran mayoría de artistas en el país se encontraban retratando la violencia que

se venía labrando en esta tierra, sin embargo no se puede negar que no fue la pintura, sino en la gráfica, que el retrato de la violencia, tuvo mayor relevancia y artistas que la representaron, cruel y deshumanizante como siempre ha sido, caso contrario al que vivió la pintura que con el ideal de modernidad que Marta Traba había planteado, una gran parte de pintores se vieron impedidos e incapaces de retratar la violencia por la que estaba pasando el país. Luis Ángel Rengifo, fue un artista que se profesionalizo en el mural y sobre todo en la gráfica y la ilustración, su papel como retratista de la violencia, fue muy importante para mostrar las atrocidades que en esta guerra de hace muchos años se vienen cometiendo. Por Julián Robayo Cárdenas

Bibliografía Banco de la república. 2000. Inicios del arte moderno en Colombia, en: Banco de la república. Vanegas, Carolina. 2005. “Rengifo y la gráfica testimonial”, en: Red Voltaire. Citas: “La obra de Rengifo reviste gran interés, dado que denuncia sin tapujos las modalidades monstruosas que adopta la Violencia liberal-conservadora que azota ese momento de nuestra historia. Esta sangrienta lucha se convierte en tema esporádico de la obra de pintores y escultores —con excepción de Alejandro Obregón que le trabaja en Forma sistemática—, quienes se concentran en la interpretación de aspectos culturales, más que en el señalamiento de acontecimientos sociales y políticos. Estos grabadores serán precursores del gran auge que tomará la gráfica política a mediados de los sesenta.” Banco de la república “En 1964 (Rengifo) presenta la serie Violencia que consta de 13 grabados en donde despliega todos sus conocimientos técnicos para ilustrar su visión del fenómeno de la violencia. A medio camino entre lo narrativo y lo fantástico, Rengifo presenta imágenes desgarradoras de violencia física: un hombre desollado, cuerpos mutilados, cabezas decapitadas y al mismo tiempo, caracteriza la violencia con un monstruo de dos o de tres cabezas, que aplasta con sus garras a hombres, mujeres y niños.” Carolina Vanegas

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