VAQUERIZO, D. (2007), Necrológica M. Dolores Asquerino. In memoriam, AAC 18

June 29, 2017 | Autor: Desiderio Vaquerizo | Categoria: Necrológica, Historiografía
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ANALES DE ARQUEOLOGÍA C OR D OBE S A número 18 (2007)

Área de Arqueología

ANALES DE ARQUEOLOGÍA C OR D OBE S A número 18 (2007)

M.ª Dolores Asquerino Fernández-Ridruejo In memoriam

Área de Arqueología Facultad de Filosofía y Letras

Universidad de Córdoba

ANALES DE ARQUEOLOGÍA CORDOBESA, 2007 Revista de periodicidad anual, publicada por el Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba, en el marco de su convenio de colaboración con la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de la ciudad.

COMITÉ DE REDACCIÓN DIRECTOR

Desiderio VAQUERIZO GIL SECRETARIOS

José Antonio GARRIGUET MATA Alberto LEÓN MUÑOZ VOCALES

Lorenzo ABAD CASAL Carmen ARANEGUI GASCÓ Manuel BENDALA GALÁN Juan M. CAMPOS CARRASCO J. Luis JIMÉNEZ SALVADOR Pilar LEÓN ALONSO Jesús LIZ GUIRAL José María LUZÓN NOGUÉ Carlos MÁRQUEZ MORENO Manuel A. MARTÍN BUENO Juan Fco. MURILLO REDONDO Mercedes ROCA ROUMENS Pedro RODRÍGUEZ OLIVA Armin U. STYLOW Ángel VENTURA VILLANUEVA

CORRESPONDENCIA E INTERCAMBIOS Área de Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras Plaza de Cardenal Salazar, 3. 14003 CÓRDOBA Tel.: 957 218 804 - Fax: 957 218 366 E-mail: [email protected] www.arqueocordoba.com D. L. CO: 665/1991 I.S.S.N.: 1130-9741 Confección e impresión: Imprenta San Pablo, S. L. - Córdoba www.imprentasanpablo.com

ÍNDICE GENERAL

PÁGS. 9 / 14

PREÁMBULO Desiderio Vaquerizo Gil

NECROLÓGICAS PÁGS. 15 / 22

M.ª DOLORES ASQUERINO (1941-2007). IN MEMORIAM. Desiderio Vaquerizo Gil

ARTÍCULOS PÁGS. 23 / 46

EL PERIODO POST-ORIENTALIZANTE ENTRE LAS PROVINCIAS DE CÓRDOBA Y BADAJOZ Jiménez Ávila, J.

PÁGS. 47 / 66

UN POSIBLE SISTEMA DEFENSIVO DE ÉPOCA IBÉRICA EN LA ILLETA DELS BANYETS (EL CAMPILLO, ALICANTE) Martínez Carmona, A.; Olcina Doménech, M.; Sala Sellés, F.

PÁGS. 67 / 92

MONUMENTOS DE LA MUERTE EN IBERIA: REFLEXIONES EN TORNO A LA PERCEPCIÓN DE LA ARQUITECTURA Y LA ESCULTURA FUNERARIA DE LA CULTURA IBÉRICA Izquierdo Peraile, M. I.

PÁGS. 93 / 122

DE LO REAL A LO IMAGINARIO. APROXIMACIÓN A LA FLORA IBÉRICA DURANTE LA EDAD DEL HIERRO Mata Parreño, C.; Badal García, E.; Bonet Rosado, H.; Collado Mataix, E.; Fabado Alós, F. J.; Fuentes Albero, M.; Izquierdo Peraile, I.; Moreno Martín, A.; Ntinou, M.; Quixal Santos, D.; P. Ripollès Alegre, P. P.; Soria Combadiera, L.

PÁGS. 123 / 156

LAS PLACAS ORNAMENTALES DE LA NECRÓPOLIS CELTIBÉRICA DE ARCÓBRIGA (MONREAL DE ARIZA, ZARAGOZA) Lorrio Alvarado, A.; Sánchez de Prado, M. D.

PÁGS. 157 / 200

REDESCUBRIENDO A TRADUCTA. REFLEXIONES SOBRE SU TOPOGRAFÍA URBANA Y SU SECUENCIA OCUPACIONAL (SS. I-VII) Jiménez-Camino, R.; Bernal, D.

PÁGS. 201 / 218

LAS CASAS ROMANAS MALACITANAS: SIMBOLISMO ARQUITECTÓNICO Y DECORATIVO Corrales Aguilar, P.

PÁGS. 219 / 236

INDIVIDUALITÄT UND SOZIALE ROLLE IM GABRELIEF DER SPÄTEN REPUBLIK UND DER FRÜHEN KAISERZEIT Boschung, D.

PÁGS. 237 / 262

HIPÓTESIS RECONSTRUCTIVAS DE ESCULTURAS ROMANAS IDEALES DE LA BÉTICA Baena del Alcázar, L.

PÁGS. 263 / 290

APROXIMACIÓN A LA IDEOLOGÍA DE LAS ÉLITES EN HISPANIA DURANTE LA ANTIGÜEDAD TARDÍA. A PROPÓSITO DE LOS MOSAICOS FIGURADOS DE DOMUS Y VILLAE Neira Jiménez, L.

PÁGS. 291 / 316

DE MUSIVARIA ONUBENSE: MOSAICOS GEOMÉTRICOS Y CON ICONOGRAFÍA AGRÍCOLA Y CINEGÉTICA PROCEDENTES DE ILIPLA (NIEBLA) E ITUCI (TEJADA LA NUEVA) Vidal, N. De La O; Gómez, Á.; Campos, J. M.

PÁGS. 317 / 360

HISPALIS COMO CENTRO DE CONSUMO DESDE ÉPOCA TARDORREPUBLICANA A LA ANTIGÜEDAD TARDÍA. EL TESTIMONIO DE LAS ÁNFORAS García Vargas, E.

PÁGS. 361 / 384

SUMINISTRO DE MONEDA A HISPANIA ENTRE 69 Y 96 D.C. ASPECTOS DIFERENCIALES Blázquez Cerrato, C.

PÁGS. 385 / 400

DAL TRIONFO PAGANO ALL’ADVENTUS CRISTIANO: PERCORSI DELLA ROMA IMPERIALE Liverani, P.

PÁGS. 401 / 424

LA LOZA DORADA MEDIEVAL EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. RECIENTES APORTACIONES A SU EVOLUCIÓN Y DATOS NUEVOS PARA SU CRONOLOGÍA Heidenreich, A.

PÁGS. 425 / 430

Normas de redacción y presentación de originales.

ANALES DE ARQUEOLOGÍA C OR D OBE S A número 18 (2007)

PREÁMBULO

PREÁMBULO ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

nales de Arqueología Cordobesa está de enhorabuena: ve la luz su número 18, alcanzando con ello su mayoría de edad.

A

Que, en los tiempos que corren, una revista de investigación científica permanezca viva durante tan largo periodo de tiempo, sin contar con grandes respaldos económicos ni adscribirse en sentido estricto a institución alguna ajena en este caso al Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba, es, con toda modestia, una proeza de la que queremos congratularnos. Y, para ello, hemos preparado un número absolutamente especial en el que, huyendo de la línea prioritaria que suelen atender los trabajos publicados en AAC (dedicados en un porcentaje significativo a las novedades arqueológicas generadas por ese gran yacimiento que es la ciudad de Córdoba), hemos querido dar voz a algunos de los investigadores más reputados del panorama científico nacional e internacional, que han tenido la gentileza de atender a nuestra invitación, aportando trabajos de fondo que, sin duda, elevan de forma muy considerable el interés de estas páginas, prestigiándolas con su firma. Respondemos con ello a la que viene siendo nuestra línea de trabajo desde el momento mismo en que Anales de Arqueología Cordobesa fue gestada (una ya lejana noche de invierno en Almedinilla, mientras excavábamos la villa romana de El Ruedo): atender a su mejora permanente, tanto en lo que tiene que ver con el fondo como con la forma, con el formato y la impresión; con su estruc-

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tura y la calidad de los trabajos recogidos en ella, en un camino siempre renovado hacia la excelencia. En este sentido, es cierto que desde primera hora AAC se ha convertido en vehículo privilegiado para hacer llegar a la comunidad científica internacional los resultados de los proyectos más importantes desarrollados desde la Universidad de Córdoba, pero también hemos querido dar acogida a firmas de todo el mundo, que han trabajado sobre la ciudad o, sencillamente, han utilizado nuestra revista para dar a conocer sus respectivas novedades. Por eso, en una efemérides tan importante como ésta no quiero dejar pasar la ocasión de dar las gracias, muy sinceramente y de corazón, a todos aquellos que alguna vez han depositado su confianza en nosotros para difundir aspectos inéditos de su investigación y, también, a las instituciones nacionales o extranjeras que han aceptado a AAC como elemento de intercambio con sus publicaciones, permitiéndonos darle salida, al tiempo que nutrir nuestra biblioteca; hoy, sin duda, entre las mejores universitarias españolas. Los proyectos a los que me refiero son buena prueba de nuestro compromiso con el entorno y con la sociedad que nos nutre. Es el caso del que desarrollamos actualmente en colaboración con la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Córdoba, centrado en la interpretación diacrónica de la imagen urbana que una ciudad histórica paradigmática como es Córdoba ha ofrecido entre su fundación más remota y prácticamente nuestros días. Un proyecto en cuyo marco se

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inscribe, entre otras muchas líneas de investigación, el estudio específico del suburbio occidental de la ciudad y del anfiteatro romano cordubense, aprobado este mismo año por la Digicyt, con apoyo de Fondos Feder (Ref. HUM2007-60850/HIST). Para su correcto desarrollo hemos diseñado una metodología novedosa, inscrita en un modelo sin precedentes de la gestión arqueológica en la ciudad que parte, como antes comentaba, de entenderla como yacimiento único en perspectiva diacrónica y comienza a ser valorado como uno de los más novedosos, avanzados y comprometidos de España, al aglutinar en una mezcla bien dosificada y poco frecuente investigación, gestión, difusión y formación. En el estudio concreto del suburbio occidental, y por consiguiente del viejo coliseo cordubense, participará un amplísimo cuerpo de investigadores, reforzados en este caso por primeras figuras del panorama arqueológico internacional procedentes de España, Alemania, Francia e Italia. Merced a todo ello, esperamos estar en condiciones de ofrecer una interpretación en profundidad del sector elegido en la primavera de 2010, con la celebración en Córdoba de un congreso internacional con carácter monográfico, y a la sociedad cordobesa uno de los primeros parques arqueológicos con que contará la ciudad, centrado en este caso en un aspecto tan sugerente como los ludi romani. Pero nuestra labor no se limita a este aspecto; ni muchísimo menos. Excavamos a diario medio urbano, colaboramos con la empresa (pública y privada), gestionamos los resultados obtenidos, y mantenemos en plena actividad nuestro laboratorio de Arqueología que, en unión del yacimiento en sentido estricto, supone un complemento de primera línea para la labor docente que realizamos

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desde la Universidad. En este sentido, nuestro compromiso acaba de dar un paso más, y desde el curso académico 2007-2008 ofrecemos, en co-organización con las Universidades de Huelva, Málaga y Pablo de Olavide, y la colaboración de otras muchas Universidades, Centros de Investigación, Museos y empresas españoles y extranjeros, un Máster oficial en “Arqueología y Patrimonio. Ciencia y Profesión”, que representa para nuestras respectivas instituciones la posibilidad de titular a licenciados y doctores específicamente en esta disciplina; algo que no tenía precedentes en Andalucía y que, en unión de otras iniciativas similares, viene a cumplir el viejo sueño de dotar a la Universidad española de una titulación superior en Arqueología. Por el momento contamos con el apoyo y la colaboración de numerosos socios, pero no descartamos seguir ampliando nuestro radio de acción, en la búsqueda inagotable de la competencia (que nos hará más competitivos) y del carácter internacional de nuestros estudios, potenciando de paso la movilidad de profesores y alumnos. Toda la información sobre el Máster, así como la relacionada con los diversos proyectos que sostenemos actualmente desde el Área de Arqueología de la Universidad de Córdoba en colaboración con la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento local, la Consejería de Cultura, la Diputación Provincial, la Fundación PRASA, y otras empresas o instituciones, publicas o privadas, puede consultarse en nuestra web: www.arqueocordoba.com, cuya visita recomiendo si el lector quiere hacerse una idea actualizada de la problemática arqueológica cordobesa, así como de nuestra oferta académica y otros muchos aspectos directamente relacionados con ambas.

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PREÁMBULO ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Por lo que se refiere estrictamente a publicaciones, además de las numerosas monografías aparecidas estos últimos años, recogidas también en la dirección electrónica antes indicada, los últimos avances de nuestra labor cotidiana al frente del gran proyecto cordobés inaugurarán este mismo año una nueva serie: Anejos de Anales de Arqueología Cordobesa. Su primer número, en dos volúmenes, verá la luz próximamente; como lo viene haciendo hace ya mucho tiempo la serie de monografías Arqueología Cordobesa, que cuenta con cuatro nuevos números en prensa y que experimentará también una remodelación importante en los próximos tiempos, de la mano del convenio de colaboración entre nuestra Área de Arqueología y el Ayuntamiento cordobés, que financia. A uno y otro, también gracias, porque sin el apoyo de ambos este sueño nunca se hubiera podido hacer realidad. Un agradecimiento que quiero hacer extensivo a los miembros del Consejo de Redacción de la revista, a sus dos Secretarios, a todas aquellas personas que colaboran en su difusión e intercambio y, de forma muy particular a la Delegación de Cultura de la Excma. Diputación Provincial de Córdoba y al Servicio de Publicaciones de nuestra propia Universidad. Este último viene colaborando desde el inicio de nuestra actividad en la edición de muchas de los trabajos monográficos sobre arqueología cordobesa que han visto la luz en los últimos años. En cuanto a la primera, ha sido, desde hace varias décadas, una de las instituciones cordobesas más implicadas en la difusión de su patrimonio arqueológico, verdadera mecenas para nuestra Área de Arqueología, que ha encontrado en su apoyo uno de los principales acicates para

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seguir defendiendo a ultranza, investigando y difundiendo, entre la comunidad científica nacional e internacional y en nuestro entorno más inmediato, el legado histórico-arqueológico de primera magnitud que alberga el gran yacimiento cordobés. Sé que queda mucho por hacer y, por fortuna, son también muchos los retos por enfrentar; pero esto no es sino un estímulo para seguir adelante. Fieles a nuestro compromiso, seguiremos luchando cada día para evitar las destrucciones indiscriminadas de información arqueológica en la ciudad -subyacente o emergente-; por devolverle a sus habitantes el extraordinario legado histórico que han recibido de sus antepasados; por hacerlo cada vez más rentable, tanto desde el punto científico como cultural y económico; por la formación, en todas sus expresiones; por difundir entre la comunidad científica internacional los resultados de nuestra investigación; por lograr abrirnos al mundo, concitando el apoyo de nuevas Universidades y Centros de Investigación, nacionales y extranjeras; por devolverle la vida, en definitiva, a tantos como nos precedieron en el tiempo, haciendo de Córdoba uno de los casos más paradigmáticos de ciudad histórica que existen. Y en todo ello seguirán desempañando un papel de primer orden estos Anales de Arqueología Cordobesa, que son vehículo privilegiado de comunicación científica. Es, sin duda, nuestra responsabilidad, pero también la de todos; por algo estamos hablando de un conjunto urbano Patrimonio de la Humanidad. DESIDERIO VAQUERIZO GIL DIRECTOR AAC

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NECROLÓGICAS

NECROLÓGICAS ––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

M.ª DOLORES ASQUERINO 19412007, IN MEMORIAM

El pasado 17 de julio, sobre las 23 h., dejaba de respirar M.ª Dolores Asquerino Fernández-Ridruejo, una de las grandes prehistoriadoras españolas de las últimas décadas del siglo XX y principios del XXI, que se ha marchado en plena madurez, personal y profesional, de una forma trágica y completamente inesperada. El motivo de estas líneas no es hacer una semblanza de su carrera profesional, por cuanto ni siquiera tengo la posibilidad de acceder a su Curriculum Vitae completo (y esto me obligaría a dejarme fuera aspectos del mismo sin duda importantes), sino dejar constancia pública de mi admiración por ella, de mi afecto, mi agradecimiento, y también de su valía como docente e investigadora, porque ambas facetas las compaginó siempre con una solvencia y una capacidad de entrega de las que muy pocos pueden hacer gala. Conocí a M.ª Dolores en 1979. Yo estudiaba por entonces cuarto de Geografía e Historia y tenía prácticamente decidido encaminar mis derroteros profesionales en el campo de la Historia Contemporánea. Fue entonces cuando me tocó cursar la asignatura de Prehistoria, de la que era responsable la profesora Asquerino, y a partir de ese momento mi vida, mis convicciones, mi idea de futuro, cambiaron por completo. De la noche a la mañana decidí pasarme de un extremo al otro y, abandonando la historia más reciente, iniciarme en el

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mundo de la arqueología. La responsable: aquella mujer menuda y un tanto excéntrica, que supo transmitirme como nadie lo había hecho hasta ese momento la pasión por el pasado; la capacidad del historiador para recrear a partir de los restos materiales las vicisitudes de los que nos precedieron en el tiempo; el poder, extraño y casi sensual, que uno siente cuando se enfrenta a una fuente arqueológica intacta desde el momento mismo en que se generó; el sentido de la responsabilidad y la satisfacción ante el trabajo bien hecho. Y no fui el único: un buen número de los arqueólogos que hoy día nos encontramos en activo y con puestos de responsabilidad en Córdoba y provincia empezamos con ella. También ellos supieron ver a través de los ojos de M.ª Dolores, se contagiaron de su pasión, aprendieron de su ejemplo. Fueron tiempos extraordinarios. Por aquellos años, aunque ahora resulte difícil de creer, todavía compartíamos el mismo despacho de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Córdoba las Áreas de Prehistoria, Arqueología y Antropología. La primera la encabezaba M.ª Dolores, la segunda Alejandro Marcos, y la tercera Manuel de la Fuente Lombo, también desaparecido hace unos años de forma trágica; pero, a pesar de las lógicas apreturas, jamás hubo roce alguno, ni nadie miraba a nadie por encima del hombro. Lo pasábamos bien, y cada acto de aprendizaje por parte de los

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que empezábamos era casi una liturgia, cuidada y mimada hasta el extremo por aquellos profesionales pioneros, a los que nuestra Universidad debe tanto. Más tarde se incorporarían los catedráticos Germán Delibes (Prehistoria), que apenas hizo otra cosa que tomar posesión y marchar a su Valladolid natal, Manuel Martín-Bueno y, después de él, Pilar León Alonso, ambos de Arqueología, que consolidaron la labor iniciada con nosotros por M.ª Dolores, al tiempo que se erigían en artífices de un crecimiento continuado del Área que prosigue aún hoy. Antes de eso, M.ª Dolores Asquerino supo estar a nuestro lado casi como una madre, maestra dura y exigente como pocas, pero también eficiente, solvente, rigurosa, sabia. Cuando llegó la hora de mi Memoria de Licenciatura, que ella dirigió, y por la que acabaría obteniendo Premio Extraordinario, tuvo la suficiente perspicacia como para permitirme elegir un tema capaz por sí mismo (al enfrentarme a una auténtica miscelánea de problemas) de proporcionarme las enseñanzas que no había adquirido durante la carrera. Fueron casi tres años de investigación intensiva, que en su momento marcaron un cierto hito en la investigación arqueológica sobre esa comarca extremeña cuyo nombre llama tanto la atención: la Siberia. M.ª Dolores supo sacarme todo el partido y hacer de este trabajo una Tesina a la antigua (3 volúmenes, con un total de casi 1.000 páginas), suficiente para consolidar mi apuesta por la Arqueología como vocación y, más tarde, también como profesión. Después vendría la Tesis, para la que me acompañó a hacer una valoración in situ del Cerro de la Cruz en Almedinilla (emocionante y memorable visita aquélla; ya se habían in-

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corporado al Área Jesús Liz y José Luis Jiménez, amigos impagables, que tanta paciencia derrocharían conmigo), antes de decidir si su estado y la documentación disponible daban para una empresa tan ambiciosa. Tesis que, una vez incorporada al Área de Arqueología Pilar León, no tuvo inconveniente en ceder a esta última como directora, haciendo gala una vez más de su generosidad científica y su elegancia personal, que se contaban entre sus principales virtudes. Y hablo de virtudes porque M.ª Dolores las atesoró en grado sumo, aunque a la inmensa mayoría de quienes la trataron le pasaran desapercibidas. Probablemente en lo que más se fijaban quienes se acercaban a ella era en sus defectos, que como todo ser humano también tenía y en algún momento incluso potenciaba. Sin embargo, doy fe pública, aquí y ahora, de que M.ª Dolores Asquerino fue una de las mujeres más cultas y sensibles, mejor conversadora, apasionada por su trabajo y capaz de transmitir esa pasión a quienes se lo proponía, docente consumada e investigadora de lujo, amiga en lo bueno y en lo malo, leal y responsable, fiel hasta la muerte misma, que yo he conocido hasta este momento. Sólo había que saber mirar un poco más allá, y aceptarla como era. Porque la vida no la trató bien, y ella quizá no supo –o simplemente no pudo– estar a la altura. Muchos dicen ahora con cierta ligereza que murió como siempre había vivido. Que no se equivoquen: en realidad, no fue capaz de vivir de otra manera. Era demasiado el dolor que acumulaba, y no encontró otra forma de conjurarlo que a solas, diseñando un microcosmos de uso estrictamente particular (sólo compartido por sus perras, cuya muerte lloró con un desconsuelo que da justa idea del afecto que había depositado en ellas), en el que por lo menos

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logró sentirse a salvo. En el fondo, fuimos los demás los que nunca supimos llegar a entenderla, los que nunca hicimos el esfuerzo por respetar su espacio y su frustración, los que nunca estuvimos ahí cuando de verdad nos necesitó; olvidando que no todos saben enfrentar los varapalos de la vida de la misma manera. Ahora ya todo esto no sirve de nada; pero ¿cómo no recordarla enseñándonos a dibujar (con una paciencia y una efectividad poco comunes; ahí queda su Manual de Dibujo Arqueológico como buena muestra de su capacidad al respecto); a hacer flotaciones; a buscar, dejándonos los ojos, microfauna de cuya existencia ni siquiera sabíamos; a mirar con intensidad y rigor a todo aquello que la tierra guarda en su interior, como un archivo inagotable sobre el hombre y su paso por el mundo? M.ª Dolores fue la primera en constatar arqueológicamente el Paleolítico en tierras cordobesas (destacan en este sentido las prospecciones que dirigió en las terrazas del Guadalquivir, o sus excavaciones en el Pirulejo, Priego de Córdoba); pero, por encima de todo, ella fue la gran renovadora de los estudios sobre el Neolítico en Andalucía, que periodizó y sistematizó fundamentalmente a través de sus intervenciones en varios yacimientos de la Subbética cordobesa (siempre en término de Priego de Córdoba), particularmente en la Cueva de los Mármoles. Todos los estudios que hayan podido ver la luz después –y digo todos muy conscientemente de lo holístico del término– son deudores de las bases científicas establecidas por esa gran investigadora que fue M.ª Dolores Asquerino. Nuestra Universidad, pues, ha sufrido una gran pérdida. Aun así, los más afectados somos quienes alguna vez tuvimos el pri-

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vilegio de gozar de su amistad, de sus enseñanzas, de su magisterio. Se nos ha ido una amiga, una maestra, una gran persona; y lo ha hecho tan sorpresivamente que ni siquiera nos ha dado tiempo a decirle cuánto le debemos, cuánto le debe la arqueología cordobesa, cuánto la apreciábamos. Todavía hoy, cuando releo “El final del Pleistoceno” (rebautizado después con el título “¿Por qué me comí a mi padre?”), o cuando sigo utilizando en mis primeras clases aquel “Enigma en el siglo XLI” de David Macaulay que ella me pasó fotocopiado hace ya no sé cuántos años (de hecho, llegará el momento en que las páginas dejarán de leerse, de puro maltrechas y viejas), no puedo evitar evocarla, y en este caso lo hago siempre con una sonrisa en los labios. Son lecturas que me siguen divirtiendo veinte años después de haberlas enfrentado por primera vez; igual que el pozo sin fondo de los conocimientos de M.ª Dolores han seguido nutriéndome hasta la hora misma de su muerte, injusta y prematura. Hasta su último aliento pensó más en los demás que en sí misma; y quizá justamente por eso dejó dicho que no quería homenaje póstumo alguno. Si me conocía como yo a ella (y supongo que así era), debía saber que ese tipo de disposiciones conmigo no valían. Siempre fui su alumno más constante y disciplinado, pero también el que más cuestionaba cada nueva cosa con la que me enfrentaba, y ahora no iba a ser menos. Entre los dos había suficiente complicidad como para saber cuándo decía que no queriendo decir que sí, y cuándo soltaba un gruñido cuando en realidad estaba mendigando una caricia. Por eso, bajo ningún concepto estoy dispuesto a que la muerte imprevista de M.ª Dolores Asquerino la prive del reconocimiento unánime que merecía. Como ser humano y

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como Prehistoriadora, porque como ambos fue grande. Y de ahí estas palabras, que no pretenden otra cosa que dejar testimonio de su paso por la vida, de mi amistad, pero también de mi profunda admiración y de mi eterno agradecimiento. Últimamente, en cada nuevo número de Anales de Arqueología Cordobesa me toca escribir la necrológica de uno o varios amigos. Es el precio de la vida, que a partir de ahora sospecho, y me temo, empezará a cobrar sus devengos con más frecuencia y rapidez de como lo ha venido haciendo. Nos queda, pues, terminar el camino compaginando el privilegio inigualable de nuestro trabajo con la pérdida y la pesadumbre por la desaparición de tantos como nos van dejando a mitad de trayecto. En este caso, una profesional como pocas, nunca suficientemente reconocida, que eligió abortar sus posibilidades en este sentido tras la coraza protectora que un día se vio obligada a tejer con su propio dolor y su desencanto sin límites. Quizá, en aquellos momentos, debería haber tenido más presentes reflexiones como las de Séneca, cuando medita sobre la existencia, y haberle plantado cara, con la fuerza y el coraje que derrochaba en otros aspectos de la misma. “La condición de la vida es la misma que la de los baños, la masa, los caminos: unas cosas te las lanzarán a sabiendas, otras vendrán por casualidad. El vivir no es cuestión de remilgos. Has emprendido un largo camino y fácilmente resbalarás, y tropezarás, y caerás, y te cansarás, y gritarás ‘¡oh, muerte!’, y mentirás. En un lugar dejarás un compañero, en otro le darás sepultura, en otro tendrás miedo. A través de tropiezos como éstos

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hay que recorrer este camino escabroso” (Lucio Anneo Séneca, Epístolas, 107, 2; Traducción Miguel Rodríguez-Pantoja). Quizá M.ª Dolores no supo ver siempre lo que de bueno nos ofrece el vivir cotidiano, ni buscar en los demás el apoyo que estábamos más que dispuestos a darle; aunque es muy fácil disparar con pólvora ajena, hablar cuando no se está en el pellejo del otro. Por eso, es necesario decir en su honor, bien alto y en forma contundente, que a pesar de su aparente orfandad supo en todo momento mantenerse fiel a sí misma: independiente, pero accesible; comprometida, aunque reservada; crítica, aunque prudente; ¿huraña?, aunque considerada; fuerte en apariencia, aun cuando delicada hasta extremos insospechados; agnóstica, sin extremismos ni imposiciones; amiga y buena compañera, sin agobios ni presiones; culta, ética, comedida; leal y generosa; entrañable y frágil en su soledad impuesta; sin dobleces ni artificios que hubieran podido dulcificar su apariencia o su dureza de carácter ante quienes la criticaban, o incluso la rechazaban. Hoy, sólo nos queda llorarla. Baste, como justificación de su paso por el mundo, la profunda huella personal y académica que ha dejado en nosotros (porque aun cuando hablo en singular sé que lo hago también por boca de otros que suscriben palabra por palabra mis argumentos; también mi homenaje) y todo lo que aprendimos de ella. Muchos matarían por que, algún día, se pudiera decir al menos algo así en su memoria. Descansa, por fin, en paz, M.ª Dolores, estés donde estés. DESIDERIO VAQUERIZO GIL CÓRDOBA, 24 DE JULIO DE 2007

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