Verdaderas historias de error: Cardano y la patata (2015)

June 19, 2017 | Autor: Jorge Vives Díaz | Categoria: History of Science, Girolamo Cardano, History of Botany
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VERDADERAS HISTORIAS DE ERROR: CARDANO Y LA PATATA Jorge Vives Díaz [email protected] Cuando yo tendría más o menos diez años, una mañana se coló un hombre dentro de mi colegio e intentó violar en los baños a una chica de bachillerato (B.U.P.); la noticia que a mí me llegó a mediodía, contada por unos compañeros de clase, fue que un chico de los mayores se había caído o tirado por el hueco de la escalera. ¿Cuál fue el motivo de esa sustitución? Constatar el cambio resulta mucho más fácil que analizarlo. Aparentemente, ninguna de las dos historias beneficiaba o perjudicaba a nadie más que la otra, ninguna era menos atractiva o más interesante, las dos tenían su adecuada ración de morbo. El profesor que teníamos entonces realizó esa misma tarde un experimento con nosotros: echó a cinco alumnos de clase y pidió a alguien de entre los que habíamos quedado que contará una anécdota sobre sus vacaciones. Después hizo entrar a uno de los que había sacado fuera y pidió a algún otro de los que estábamos allí que le repitiera la historia que acababa de escuchar. El recién llegado se la repitió a otro de los expulsados, readmitido a continuación, y éste al siguiente, siempre delante de toda la clase, hasta el quinto y último; de modo que los que tuvimos la suerte de no ser expulsados escuchamos hasta siete versiones diferentes. Advertimos que entre la primera y la última narración apenas existía alguna semejanza y, lo que para mí fue más impactante, pudimos ser testigos de las transformaciones, las omisiones y los añadidos, a veces sutiles, en ocasiones groseros, perpetrados de versión a versión. Recuerdo también ―y quizá ello tan sólo se debiera a nuestra escasa aptitud para la ficción, propia de la edad― que el primer relato era con diferencia el mejor de todos y el único mínimamente coherente. Lo que propongo en las páginas que siguen es un experimento similar poniendo ahora bajo el foco las transformaciones de una noticia literaria, que no se pierden ya de boca en boca, sino que quedan registradas de libro a libro. Se trata de una indagación a medio camino entre la ecdótica ―aunque, a diferencia del transmisor de un texto, el transmisor de una noticia tiene absoluta libertad para modificar su forma e integrarla dentro del nuevo escrito que compone― y la historia de las ideas ―pese a la restricción presupuesta de que, en teoría, la noticia repetida no debería alterar el contenido original―. Como en la primera de estas disciplinas, en la transmisión de una noticia también se da la posibilidad de contaminación entre diversas fuentes que recogen versiones diferentes; frente a ella, la fuente original (el arquetipo) suele estar a disposición de quien quiera tomarse la molestia de consultarla. La relación con la historia de las ideas es algo más compleja, puesto que implica examinar todo un abanico de cuestiones, desde el tipo de obras que transmiten la noticia hasta al modo en que lo hacen y su conexión, asimismo, con las corrientes ideológicas vigentes en cada momento histórico, al fin de evaluar cómo cada repetición altera, efectivamente, el contenido. Mi objetivo aquí es, sin embargo, mucho más modesto: ofrecer un catálogo de las transformaciones que he podido encontrar en torno a una noticia concreta, la contribución de Girolamo Cardano a la historia de la patata. Sólo al final y como conclusión me he permitido apuntar unas pocas propuestas interpretativas, dejando en manos más expertas que las mías el postrer análisis de dichas transformaciones. Todos los libros y artículos citados en este trabajo han sido consultados a través de Google books, archive.org, hathitrust.org, biodiversitylibrary.org y otras bibliotecas digitales. Siempre que los textos pudieran leerse libremente en la red, he añadido un enlace a los mismos. Sin embargo, debido a la absurda legislación europea en materia de derechos de autor y a la mojigata actitud de Google y compañía frente a ella, muchos de los textos más recientes ―si 1880 puede considerarse una fecha 1

reciente― sólo he podido consultarlos de forma parcial y, en ocasiones, muy fragmentaria. Existen varios trucos para poder leer más o menos completo un texto con la vista restringida en Google. El problema es que no siempre resulta posible identificar adecuadamente los datos bibliográficos, especialmente en el caso de las publicaciones periódicas, ya que éstas suelen digitalizarse por volúmenes que incluyen varios números, sin contar con que, a veces, un volumen “digital” abarca varios volúmenes “de papel” incluso de años distintos. Tampoco podía remediar esta falta con el recurso de una bibliografía, puesto que muchos de los textos citados en este trabajo son demasiado humildes como para constar en ninguna. He preferido, no obstante, incluirlos todos, en la idea de ofrecer un catálogo lo más completo posible de esta historia de error. Espero que el lector, más generoso que yo, sabrá perdonar unas pocas referencias incompletas así como los errores que yo mismo haya podido cometer al inferir títulos, autores, fechas, números de publicación y páginas a partir de las escasas líneas que permite la vista restringida de Google.

1 Una de las frases más delirantes y, por descontado, falsas que pueden leerse sobre Cardano aparece en la novena1, undécima2 y decimocuarta3 ediciones de la prestigiosa Encyclopaedia Britannica, dentro de la voz “Potato” debida a la pluma de M. T. Masters: «Hieronymus Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it [the potato] from Peru into Spain, from which country it passed into Italy and thence into Belgium». Si uno no estuviera al tanto de la sucesión de gazapos históricos que ha desembocado en este enunciado, se vería inducido a pensar ―como lo hice yo en un primer momento― que el «Hieronymus Cardan» del que aquí se habla es un personaje coetáneo y homónimo; en todo caso, alguien distinto del médico y filósofo nacido en Pavía el año 1501 y muerto en Roma el 1576. Cardano fue un hombre atento a todas las novedades botánicas, zoológicas y etnográficas procedentes del Nuevo Mundo, susceptibles de ampliar el ya trillado caudal de datos transmitidos por las autoridades greco latinas. Nada tiene de sorprendente, por tanto, que en el capítulo tercero del primer libro de su tratado enciclopédico De rerum varietate (Basilea 1557)4 se hiciera eco de varios pasajes de Pedro Cieza de León a propósito de la forma y el sabor 5 y acerca del uso que

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vol. XIX, Nueva York 1885, p. 594. vol. XXII, Cambridge 1911, p. 201. vol. XVIII, Londres/Nueva York 1929, p. 326. in-2º, p. 16; in-8º, pp. 30-31: «In Colla autem regione Peru, papas est tuberis genus, quo pro pane utuntur, gigniturque in terra: ita natura providit sapienter ubique: siccantur, vocanturque ciuno. Factique quidam sunt divites hac sola merce, quam in provinciam Potossi deducebant. Fert tamen, ut dicunt, radix haec herbam argemone similem: forma est castaneae, sed suavior gustu, editurque cocta, vel (ut dixi) in farinam redacta. Invenitur etiam apud alias gentes eiusdem Chersonessi, velut apud accolas provinciae Quiti». Parte primera de la chrónica del Perú, Sevilla 1553, f. XLIX.v: «De los mantenimientos naturales, fuera del mayz, hay otros dos que se tienen por principal bastimento entre los indios. Al uno llaman Papas, que es a manera de turmas de tierra: el qual, después de cozido, queda tan tierno por de dentro como castaña cozida: no tiene cáscara ni cuesco más que lo tiene la turma de la tierra: porque también nasce debaxo de tierra como ella. Produze esta fructa una yerva ni más ni menos que la hamapola».

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hacían los habitantes de la meseta del Collao 6, así como los pueblos entre Pasto y Quito 7, de esas, por entonces, insólitas raíces llamadas “papas”. Aunque Cardano aseguraba que era capaz de leer castellano8, lo más plausible es que se sirviera de la traducción al italiano de la obra de Cieza realizada por Agostino di Cravaliz, que ya había visto la luz en Roma el año 15559. Sólo si se omite dicha traducción, sería eventualmente admisible la declaración de uno de los primeros autores que asocia a Cardano con la historia de la patata, Antonio Zanon en su Della coltivazione e dell’uso delle patate e d’altre piante commestibili: «Il primo ch’abbia dato all’Italia notizia di esse [le patate] fu Girolamo Cardano»10. Con todo, antes que Cardano y que Cieza de León, existe por lo menos un italiano ―no cabe duda de que, además, hubo otros españoles 11: Gonzalo Fernández de Oviedo12, Francisco López de Gómara13 y Agustín de Zárate14― que reclama con más justos títulos el puesto de primer mentor de las patatas en Italia, aunque fuera dentro de un texto que quedó manuscrito en la época: Giuliano Fiaschi en la carta que escribió a su hermano desde Venezuela en junio de 153415. Suele citarse también como predecesor de Cardano un herbario 6

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Ibíd., f. CXIIII.v: «El principal mantenimiento dellos es papas: que son como turmas de tierra, según otras vezes he declarado en esta historia: y éstas las secan al sol, y guardan de una cosecha para otra. Y llaman a esta papa después de estar seca Chuno: y entre ellos es estimada y tenida en gran precio: porque no tiene[n] agua de aceq[ui]as, como otros muchos deste reyno, para regar sus campos: antes, si les falta el agua natural para hazer las sementeras, padescen necessidad y trabajo, si no se hallan con este mantenimiento de las papas secas. Y muchos españoles enrriquescieron, y fueron a España prósperos con solamente llevar deste chuno a vender a las minas de Potossí». Ibíd., f. XLVr: «En todos estos pueblos se da poco mayz o quasi ninguno: a causa de ser la tierra muy fría, y la semilla del mayz muy delicada: mas críanse abundancia de Papas, y quinia, y otras rayzes que los naturales siembran». Véanse también los ff. XXXIX.v, XLI.r, LXXXII.r, CXVI.v, CXXXr. De propria vita, París 1643, p. 225. La prima parte de la cronica del grandissimo regno del Perù, Roma 1555 [reed.: Cronica del gran regno del Perù, Venecia 1576, ff. 68v, 71r, 77r, 83v-84r, 135r, 186r-v, 190r, 211r]. Como es sabido, al año siguiente de esta primera edición, apareció en Venecia una segunda traducción italiana ―o una versión muy alterada de la anterior― por obra de un autor desconocido. Entre los cambios más significativos de esta nueva versión consta la desaparición de la palabra «papas» o «pape», sustituida sistemáticamente por «tartufole» o «tartuffole»; asimismo, frente a Cravaliz, que había italianizado el «chuno» de Cieza convirtiéndolo en «ciuno» (la misma forma que emplea Cardano), el traductor anónimo retoma la grafía original, cfr.: La prima parte dell’istorie del Perù, Venecia 1556, ff. 63r, 65v, 71r, 78r, 130r, 182v, 186r, 207r-v. Ambas traducciones experimentaron reiteradas reimpresiones a lo largo del siglo XVI. Cfr.: José Pardo Tomás, “Obras españolas sobre historia natural y materia médica americanas en la Italia del siglo XVI”, en Asclepio 1 (1991), pp. 51-94; Id., “La difusión en la Italia del siglo XVI de las obras españolas sobre historia natural y materia médica americanas”, en José María López Piñero (dir.), Viejo y Nuevo continente: la medicina en el encuentro de dos mundos, Madrid 1992, pp. 309-324. Venecia 1767, p. 6. Continúa Zanon: «che nacque in Pavia li 24 settembre 1501, e che però al tempo della scoperta delle miniere del Potosì contava 44 anni di vita, ed è l’età della maturità, in cui egli scriveva le sue opere». Demasiado vagas me parecen las alusiones de Francisco López de Xerez, Verdadera relación de la conquista del Perú y provincia de Cuzco, Sevilla 1534 [reed.: Salamanca 1547, f. VII.r: «un manjar que parecía albóndigas», f. VII.v: «rayzes»], que José María López Piñero y María Luz López Terrada (La influencia española en la introducción en Europa de las plantas americanas (1493-1623), Valencia 1997, p. 17) consideran la primera mención de la patata en un texto europeo impreso. La Historia del Nuevo Reino de Granada de Juan de Castellanos (véase la edición de Antonio Paz y Meliá, Madrid 1886, vol. I, pp. 88, 103, 199, vol. II, p. 345), que Redcliffe N. Salaman (The history and social influence of the potato, Londres 1949 [reed.: Cambridge 1985, pp. 36, 102]) fecha en 1536, debió de componerse hacia los años finales del siglo XVI. Historia general y natural de las Indias, vol. II, Madrid 1852, pp. 165?, 278?, 281?, 407?; vol. III, Madrid 1853, p. 592?; vol. IV, Madrid 1855, pp. 230, 237. La istoria de las Indias y conquista de México, Zaragoza 1552 [reed.: Hispania victrix: primera y segunda parte de la historia general de las Indias, Medina del Campo 1553, f. LXXVII.r]. Historia del descubrimiento y conquista del Perú, Amberes 1555, ff. 15v, 74v. Dada a conocer por primera vez, que yo sepa, por Giovanni Targioni Tozzetti, Relazioni d’alcuni viaggi fatti in diverse parti della Toscana... Edizione seconda, vol. V, Florencia 1773, pp. 400-401; y, posteriormente, editada por Pietro Amat di S. Filippo, “Due lettere inedite di venturieri italiani in America (1534)”, en Bolletino della Società Geografica Italiana 22 (1885), pp. 548-558, esp. pp. 555-556; y por Francesco Surdich, “Giuliano Fiaschi. Lettera

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asimismo manuscrito de Pietro Antonio Michiel, compuesto entre 1553 y 1565 e inédito hasta el pasado siglo16; pero, como ponen de manifiesto sus referencias a Gómara17 y a Cieza18, la redacción de al menos una de las secciones de la obra donde se menciona la patata no pudo ser cronológicamente anterior a la publicación del De rerum varietate19. Por otro lado, no estará de más recordar que el De rerum varietate ―obra escrita en latín y, de hecho, nunca impresa en Italia― no estaba dirigido ni exclusiva ni tan siquiera principalmente al público italiano, sino a todo lector instruido en general con capacidad de manejar ese vehículo hasta cierto punto universal de la ciencia y de la cultura que representaba la lengua latina. Y la historia de su recepción demuestra que, en efecto, fue leído en los más diversos confines de la geografía europea y hasta americana. De modo que, aun en el supuesto de que Cardano hubiera sido el primer italiano que habló de la patata, la afirmación de Zanon desfiguraba totalmente su contribución a la historia del tubérculo al encorsetar en unos parámetros de historia nacional lo que, precisamente, no pretendía ser más que la traducción a un idioma internacional y la presentación en el seno de una obra científica de ciertas informaciones que hasta entonces sólo habían circulado a través de crónicas y relatos de viajes escritos en lenguas vernáculas («vulgares», habrían dicho los contemporáneos de Cardano). En fin, es bastante probable que buena parte de lo que apuntaba Zanon acerca de los pioneros escritores sobre la patata que recoge en su opúsculo ―Cardano y Acosta― derive directa o indirectamente, a través de algún intermediario que se me haya pasado por alto, de la única fuente que conozco que, antes que él, menciona a Cardano en relación con el tubérculo, la entrada “Papas americanum” del tratado de botánica de Johann Bauhin y Johann Heinrich Cherler20. Los errores que introdujo por su parte, resultado, según se ha visto, de algunas lagunas de información y de enfoques inadecuados, no son, ciertamente, demasiado estridentes, tal vez a causa de la calidad de la fuente, que reproduce completos los pasajes pertinentes de los autores evitando ulteriores disquisiciones, tal vez porque Zanon, cuando menos, sabía ubicar en sus aproximados contextos vitales, geográficos y cronológicos a dichos escritores 21. El siguiente error de nuestra historia dal Venezuela”, en Paolo Collo y Pier Luigi Crovetto (edd.), Nuovo mondo: gli italiani, Turín 1991, pp. 417-427. 16 I cinque libri di piante: Codice Marciano. Trascrizione e commento di Ettore De Toni, Venecia 1940, pp. 143, 447. 17 Ibíd. p. 143: «Et si legge nel secondo libro delle Indie k. 204», i.e.: La seconda parte delle historie generali dell’India, Venecia 1557, f. 204r. La traducción de Gómara por Agostino de Cravaliz había visto la luz el año anterior en Roma, pero ni el título (La historia generale delle Indie occidentali) ni la foliación (f. 132r) de esa edición coinciden con los indicados por Michiel. 18 Ibíd. p. 447: «Questa si conviene bene alla descritione che narra il p[rim]o L[ibr]o 78 de Tartufole dell’Indie», i.e.: La prima parte dell’istorie del Perù, Venecia 1556, f. 78r. 19 La confusión entre la batata o boniato, Ipomoea batatas, y la patata, Solanum tuberosum, ha llevado a anticipar con frecuencia la fecha de la primera mención literaria de las patatas, puesto que aquélla, a diferencia de ésta, se hallaba difundida en las islas del Caribe, donde primero arribó Colón. Aparte de varias menciones manuscritas, incluidas las del propio almirante (Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales. Edición, prólogo y notas de Consuelo Varela, Madrid 1984, pp. 51, 80, 83), las batatas ya habían sido descritas por Niccolò Scillacio, De insulis meridiani atque indici maris nuper inventis, Pavía 1494, f. 4r («asses»); por Pedro Mártir de Anglería, Opera, Sevilla 1511, f. d.ii.r («ages»); De orbo novo decades, Alcalá de Henares 1516, f. b.iiii.v («ages»), f, d.vii.v («ages»), f. e.vii.v («batatae»), f. g.i.r («aies», «batatae»), f. g.v.r («ages», «battatae»), f. g.v.v («ages», «battatae»), f. h.iiii.r («ages», «battatae»), f. h.iiii.v («guaiegae?», «ages», «battatae»); De orbe novo, Alcalá de Henares 1530, ff. XCII.v-XCIII.r («batatae»), f. CVI.r («batatae»); por Gonzalo Fernández de Oviedo, La historia general de las Indias, Sevilla 1535, f. LXXIIII.r («ajes»), f. LXXIIII.v («batatas», «ajes»), f. LXXVI.r («batatas», «ajes»); y por Antonio Pigafetta, Il viaggio fatto dagli spagniuoli atorno al mondo, [Venecia] 1536, f. Dii.r («batates»), f. Eiii.v («batates»). 20 Historia plantarum universalis, vol. III, Yverdon 1651, pp. 621-623. 21 En efecto, la fecha y el lugar de nacimiento de Cardano no constaban en la obra de Bauhin y Cherler. Más difícil de aceptar se ofrece, en cambio, la datación que Zanon suscribe en otro lugar, p. 27, para la publicación del De rerum varietate: once años antes que I discorsi de Mattioli, dado que éstos vieron por primera vez la luz en 1544. Sin duda

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resulta, en contraste, mucho más grosero. Sin embargo, me parece oportuno retener que, tras los malentendidos interpolados de rigor, el citado pasaje de Zanon o algún otro texto que lo copiara ―como el Ragionamento de’ pomi di terra de Filippo Baldini22, quien, por su parte, databa erróneamente el De rerum varietate en 1580 (año de una de sus reimpresiones póstumas en Lyon)― constituye el punto de partida, el punto cero, de la idea de que Cardano dio a conocer la patata a los italianos en un sentido algo más tangible, esto es, la de que fue su introductor material en Italia.

2 En esa dirección, aunque todavía a cubierto del error, se encuentra la afirmación de Johann Beckmann dentro de la cuarta edición de sus Grundsätze der deutschen Landwirthschaft: «doch soll sie [die Kartoffel] schon 1580 von Hieron. Cardanus in Italien bekannt gemacht, und daselbst schon ums Jahr 1588 gebauet sein»23. Mientras que la fecha propuesta por Beckmann para la difusión intelectual de la patata en Italia por obra de Cardano podría proceder, según acabo de indicar, de la incorrecta datación por parte de Baldini del De rerum varietate, la de su presunta implantación en los campos italianos ―en 1588, esto es, cuando Cardano llevaba ya doce años muerto― remonta, evidentemente, a la registrada por Charles de L’Écluse para el envío de dos patatas que desde Mons le hiciera su amigo Philippe de Sivry, gobernador de la ciudad 24. Por el momento podemos dejar de lado ―aunque adquirirá su importancia en los desarrollos ulteriores de esta historia― el hecho de que Sivry hubiera recibido las patatas de manos de un criado o asistente («familiaris») del legado papal en Bélgica. Lo que nos interesa ahora es lo que a continuación, no sin cierto grado de desconfianza, añade L’Écluse, a saber: que, según se comentaba («ut aiunt»), hacia esa misma fecha el tubérculo estaría empleándose ya en Italia como alimento de personas y de animales, a pesar de que resultaba desconocido a los profesores de la Universidad de Padua25. Ciertamente, Beckmann no atribuía a Cardano ―como tampoco L’Écluse, quien ni siquiera lo mencionaba en ese

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se refiere Zanon a alguna de sus múltiples reediciones, corregidas y aumentadas, una de las cuales, en el año 1568, cuadraría a la perfección las cifras indicadas con la auténtica fecha de la primera edición de la enciclopedia de Cardano. Nápoles 1783, p. 12: «Il primo che ne abbia dato notizia all’Italia fu il Cardano (2) [...] Che accadde verso il 1580, in cui egli scrisse la sua opera De rerum varietate, dove ne parla sotto il nome di Papas». Gotinga 1790, p. 223. Las tres primeras ediciones (Gotinga/Gotha 1769, pp. 152-153; Gotinga 1775, p. 215; Gotinga 1783, p. 224) no mencionan a Cardano en este contexto, aunque la segunda y la tercera presentan, hecha esta salvedad, casi el mismo texto que la cuarta: «Diese virginische Pflanze ist 1585, als die Engländer Virginien entdeckten, nach Europa gekommen, und 1590 von Casp. Bauhin beschrieben worden, doch soll sie, schon ums Jahr 1588, in Italien gebauet sein». La quinta (Gotinga 1802, p. 278) y la sexta (Gotinga 1806, p. 289) ofrecen, en su lugar, una suerte de cronología de la historia de la patata, donde la fecha asignada a Cardano aparece seguida de un interrogante: «1580? Soll schon Hieronym. Cardanus diese Pflanze gehabt haben» Rariorum plantarum historia, Amberes 1601, p. 4.LXXX: «Primam huius stirpis cognitionem acceptam fero N. V. Philippo de Sivry Dn. de Walhain & Praefecto urbi Montium in Hannonia Belgicae, qui eius bina tubera cum fructu, Viennam Austriae ad me mittebat sub initium anni M.D.XXCVIII. Sequente autem anno rami eius cum flore picturam. Is a familiari quodam Legati Pontificis in Belgio se accepisse scribebat anno praecedente, Taratouffli nomine. Mittebat deinde ad me Iacobus Garetus iunior, integrae stirpis iconem Francofurtum: verum neutram hic exhibere volui, sed aliam quam duabus tabellis ex viva planta exprimi curavi, altera flores atque fructum repraesentante, altera radices & tubera suis fibris inhaerentia». Ibíd.: «Unde primum nacti sint Itali ignorant: certum autem est, vel ex Hispaniis, vel ex America habuisse. Mirari autem subit, cum tam vulgaris & frequens esset in quibusdam, ut aiunt, locis Italiae, ut eius tuberibus cum vervecina carne coctis, non secus ac rapis & pastinacae radicibus vescerentur, imo etiam suibus in pabulum cederent, huius stirpis notitiam tam sero ad nos pervenisse: illud autem magis mirum, Patavinae Scholae fuisse ignotam, ante quam amicis, qui Patavii medicae arti operam dabant, Francofurto eius tubera mitterem. Nunc vero plerisque Germaniae hortis satis vulgaris est facta, quandoquidem adeo foecunda est».

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contexto― semejante innovación agrícola y, de hecho, no añadía ningún nuevo error a los ya habituales entre los escritores italianos sobre la patata. Pero en su exposición (seguida muy de cerca por la afamada Versuch eine Monographie der Kartoffeln de Carl Putsche26, entre otros muchos27) había puesto demasiado juntas esas dos heterogéneas noticias como para poder evitar que algunos de sus lectores más imaginativos, o menos familiarizados con la biografía de Cardano, o, tal vez, no lo suficientemente versados en el conocimiento del alemán, cayeran en la tentación de mezclarlas. Parece, en efecto, que fue una mala traducción de Putsche («daselbst» por «por sí [mismo]») lo que llevó a sostener al autor de la Memoria sobre los productos de la agricultura española reunidos en la exposición general de 1857, presentada al excelentísimo señor ministro de fomento por la junta directiva de aquel concurso que «Jerónimo Cardano, naturalista italiano, habló ya en 1557 de una especie de trufas que en el Perú se llamaban papas, y que secas tenían el nombre de cinno; en 1580 escribió sobre la utilidad de propagarlas, y en 1588 las llegó a cultivar por sí»28. No obstante, el primer documento del que tengo constancia que incurriera abiertamente en este error fue un artículo anónimo, “Materialien zu einer Geschichte der Kartoffeln”, publicado dentro de la revista sajona Oekonomische Hefte oder Sammlung von Nachrichten, Erfahrungen und Beobachtungen für den Land- und Stadtwirth 26 (1806)29. Todavía aquí es reconocible la noticia de Beckmann; pero la sustitución de «bekannt gemacht» por «gebracht haben» constituye, hasta donde llega mi alemán, un indicador suficiente de que se ha traspasado la delgada línea del gazapo. Inmediatamente después, reprodujo el error Johann Heinrich Moritz Poppe30, cuya autoridad aceptará Eduard Reich31. Presumiblemente al margen de estos predecesores y a partir de la monografía de Putsche, volvió a cometer el error Alexander von Lengerke, dentro de la voz dedicada a la patata en el

26 Weimar 1819, p. 1: «Man versichert zwar, daß sie [die Kartoffeln] durch Hieronymus Cardanus, einen berühmten Naturforscher des sechszehnten Jahrhunderts, nicht lange nachher im Jahr 1580 in Italien bekannt gemacht und 1588 sogar daselbst angebauet worden seien. Doch läßt sich dieß nicht historisch erwiesen». 27 Entre el contingente de autores alemanes que reproducen las noticias de Beckmann o Putsche sin introducir nuevos errores, al menos de forma evidente, podemos citar: Heinrich Christoph Moser, Über Feld- und Gartenprodukte, mit Rücksicht auf das Klima in Deutchsland, vol. II, Leipzig 1795, p. 169; Anon., Versuch einer landwirthschaftlichen Geographie oder Nachrichten von der Landwirthschaft einzelner Länder und Landgüter, vol. I, Leipzig 1795, pp. 18-19; Friedrich Gottlob Leonhardi, Über den Kartoffelbau in Großbritannien, Leipzig [1797], p. 6 ―en realidad, traducción de An account of the manner in which potatoes are cultivated and preserved, and the uses to which they are applied in the counties of Lancaster and Chester, Londres 1796, de Hezekiah Kirkpatrick, que no he podido consultar―; Paulus van Griethuizen, en unas adiciones (“Aanteekeningen en bij voegsels van den vertaler”) a su traducción al holandés del Manuel de l’administrateur, du manufacturier et du négociant, ou tableau statistique de l’industrie des Pays-Bas de Jean Joseph de Cloet: Handboek voor staatsmannen, kooplieden, fabrijkanten, trafijkanten, en manufakturiers, of statistiek tafereel, der nederlandsche nijverheid, Utrecht 1826, p. 86; Friedrich von Berchtold, Die Kartoffeln (Solanum tuberosum C. Bauh). Deren Geschichte, Charakteristik, Nützlichkeit, Schädlichkeit, Kultur, Krankheiten, etc., mit ausführlichen Angaben ihrer industriellen Anwendung , Praga 1842, p. 10; F. C. von Watterich, “Die Lebensversicherung durch die k. k. privilegierte Assicurazioni Geneali Austro-Italiche”, en Neuer Leitmeritzer Kalender auf das gemeine Jahr 1842, Praga [1842], p. 77; Anon., Over de aardappelen en derzelver veelsoortig gebruik, Ámsterdam 1843, p. 1; Georg von Martens, Italien, vol. II, Stuttgart 1844, p. 144; Johann Baptist Henkel, Medizinisch-pharmazeutische Botanik nebst Atlas enhaltend die Analysen der wichtigsten Pflanzenfamilien, Tubinga 1862, p. 166. 28 Madrid 1861, p. 333. 29 p. 371: «1580 soll sie [die Kartoffeln] Hieronymus Cardanus nach Italien gebracht haben, wo sie 1588 schon häufig gepflanzt wurden», palabras que copiará literalmente Gabriel Christoph Benjamin Busch en su Handbuch der Erfindungen, vol. VII, Eisenach 1814, p. 253. 30 Geschichte der Technologie, vol. I, Gotinga 1807, p. 203: «Der berühmte Hieron. Cardanus soll sie [die Kartoffeln] im Jahr 1580 zuerst in Italien eingeführt haben». 31 Die Nahrungs- und Genussmittelkunde historisch, naturwissenschaftlich und hygieinisch, vol. II.2, Gotinga 1861, p. 37: «Die Kartoffel [...] soll im Jahre 1580 von Hieronymus Cardanus zuerst in Italien eingeführt worden sein (Poppe)».

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segundo volumen de su Landwirthschaftliches Conversations-Lexikon für Praktiker und Laien 32, que Elek Fényes citará sin omitir siquiera la errata “Hawkies” 33, y de la de la que seguramente dependan también el anónimo autor de la entrada “Die Kartoffeln” en Die Gegenwart: eine encyklopädische Darstellung der neuesten Zeitgeschichte für alle Stände 34, el autor ―asimismo anónimo― del mismo artículo en la segunda edición del Neues Konversations-Lexikon, ein Wörterbuch des allgemeinen Wissens de Hermann Julius Meyer 35 y Franz Xaver Waldherr en su Muster-Beispiele von Beschreibungen aus dem Thier-, Pflanzen- und Mineralreiche 36; y si, como parece, Lengerke sirvió también de fuente para Anton Ritter von Perger en sus “Studien über die deutschen Namen der in Deutschland heimischen Pflanzen” 37, por lo menos dicho autor supo subsanar este último error. Pero, de nuevo, y sin relación precisa con los anteriores, volvemos a encontrárnoslo en un breve artículo, “Die ersten Erpäpfel”, firmado por K. S. 38; en una nota de un tal von Scheurl, “Nachtrag zu dem, in Nr. 7. Jahrg. XII des Vereins-Wochenblattes, abgedruckten Aufaß, über die Erdbirn, Jerusalems-Artischocke”39; en otra breve, extraña e imaginativa nota, en este caso anónima, “Einwanderungs-Geschichte der Erdäpfel in Europa und ihrer Verbreitung” 40; en el influyente artículo del jurista checo Mathias Kalina von Jäthenstein, “Einige nützliche Bemerkungen über Erdäpfel (Kartoffeln)”41, que copiarán algo después Karl Wilhelm Volz42 y J. G. 32 Praga 1837, p. 688: «Einige Geschichtschreiber wollen wissen, dass die Kartoffel schon 1565 durch einen Sclavenhändler, Johann Hawkies (sic!), nach Spanien, 15 Jahre später aber durch Hieronymus Cardanus nach Italien gebracht und namentlich im letztern Lande häufig verbreitet worden sei; daher der deutsche Name aus dem italienischen Tartuffi oder Tartoffuli». 33 Magyarország statistikája, vol. I, Pest 1842, p. 131; trad. al alemán: Statistik des Königreichs Ungarn, vol. I, Pest 1843, p. 149. 34 vol. I, Leipzig 1848, p. 534: «Nach Europa gelangten die ersten Kartoffeln im Jahre 1565 durch einen Capitain Hawkins, welcher sie aus Santa-Fé de Bogota nach Spanien brachte. Von hier aus führte Cardanus 1580 dieselben in Italien ein, woselbst sie bald einigermaßen bekannt und verbreitet wurden, und den Namen Tartuffi oder Tartoffuli, von welchen der deutsche entstammt, erhielten». 35 vol. IX, Hildburghausen 1865, p. 926: «Sir John Hawkins, ein Sklavenhändler, beschrieb 1565 die Kartoffelpflanze, deren Knollen er zu Santa-Fé de Bogota sammelte und seiner Schiffsmannschaft als Speise reichte. Nach Europa scheinen die Kartoffeln zuerst durch die Spanier gebracht worden zu sein; sie nannten sie Papas, wie sie in Amerika hießen. Im Jahr 1580 gelangten die Kartoffeln durch Hieronymus Cardanus nach Italien und von dort am Ende des 16. Jahrhunderts durch einen päpstlichen Gesandten nach Holland». 36 Múnich 1862, p. 80: «Im Jahre 1565 brachte der Sklavenhändler John Hawkin’s die Kartoffeln zuerst nach Spanien; 1580 verbreitete dieselben Hieronymus Cardanus in Italien». 37 en Denkschriften der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften 14 (1858), p. 2.175: «Die Italiener behaupten, daß diese Pflanze schon anno 1580 von Cardanus bekannt gemacht wurde. Die Benennung Erdapfel lag bei Betrachtung der so nützlichen Knollen sehr nahe, er ist auch der echte deutsche, indem das Wort Kartoffel von del ital. Tartufi, tartuffoli abstammt». 38 en Neue Monatsschrift zur Belehrung und Unterhaltung für den Bürger und Landmann (1812), p. 270: «denn schon im Jahre 1565 erhielt der Sklavenhändler Hawkins von den Einwohnern eines Ländchens in Südamerika Erdäpfel als Schiffsproviant, und funfzehn Jahre später soll ein gewisser Hieronymus Kardanus diese Frucht nach Italien gebracht haben, wo sie 1588 schon erbaut worden sein soll». 39 en Wochenblatt des Landwirtschaftlichen Vereins in Bayern 12 (1822), col. 779: «Aus Spanien soll sie [die Kartoffeln] Hieronymus Cardanus nach Italien gebracht haben, wo sie im Jahre 1588 schon häufig angebaut wurde». 40 en Unterhaltungen und Mittheilungen von und für Bayern zum Nutzen und Vergnügen 4/1 (1829), p. 20: «In denselben Jahren hat Hieronimus (sic!) Cardanus die ersten [Kartoffeln] von Amerika mit nach Italien gebracht, wo er sie ins Geheim 8 Jahre in seinen Garten verpflanzte, als er sie aber schon in England wahrnahm, überließ er sie auch einigen seiner Freunde». 41 Publicado ―si es que el ejemplar digitalizado en Google corresponde a un volumen realmente editado y no a una miscelánea de origen diverso― como apéndice al almanaque Neuer Wirthschaftskalender für das gemeine Jahr 1829, Praga [1829], p. 2.14: «Die Spanier brachten sie [die Kartoffeln] aus dem südlichen Amerika wahrscheinlich zwischen den Jahren 1560 und 1570 nach Europa und bauten sie an. Aus Spanien scheinen sie nach Burgund und in das südliche Italien gekommen zu sein; nach Italien soll sie 1580 Hieronymus Cardanus gebracht haben». 42 Beiträge zur Kulturgeschichte. Der Einfluß des Menschen auf die Verbreitung der Hausthiere und Kulturpflanzen,

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Mayer43; en un curioso y anónimo cuadro cronológico, “Chronographische Würdigung der Kartoffeln und des Tabaks”44; en la ilocalizable obra de Gustav Adolph Friedrich Sickel Gemeinnützliche Kenntnisse (Magdeburgo 1831), a juzgar por la reseña que hace de ella el Leipziger Literatur-Zeitung 154 (1832)45 ―uno de los escasos exponentes, por lo demás, que ya entonces mostraron la incompatibilidad de la fecha habitualmente manejada para la supuesta introducción de la patata en Italia con la de la muerte de Cardano―; en las monografías de Gustav Woldemar Focke46 y de Heinrich Ludowig47; en la obra del médico italiano Antonio Boncinelli48; en la del historiador de la arquitectura Daniel Ramée 49; en el extenso estudio de Johann Jakob von Tschudi50; en la guía ilustrada del cultivo de la patata de Walter P. Wright y Edward J. Castle 51; en un ensayo de Albert Hale, “The potato, America’s edible tuber” 52, cuya sección histórica reproducirá

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Leipzig 1852, p. 242: «Durch die Spanier scheint nämlich diese Frucht zwischen 1560-1570 nach Italien und Burgund gebracht worden zu sein. In letzterem Lande sollen sie von Hieronymus Cardanus (Geronimo Cardano), einem italienischen Naturforscher, im Jahre 1580 mehr bekannt gemacht und im Jahre 1588 sogar angebaut worden sein». “Die Geschichte der Kartoffel und ihr Einfluß auf das geistige und körperliche Leben des Menschen”, en Deutsches Magazin für Garten- und Blumenkunde 10 (1857), p. 294: «Zwischen den Jahren 1560 bis 1570 sollen nämlich die Spanier die Kartoffel nach Italien und auch nach Burgund gebracht haben. In Burgund sollen sie namentlich durch einen italienischen Naturforscher, Hironymus (sic!) Cardanus, um das Jahr 1580 allgemeiner bekannt gemacht und angebaut worden sein». en Jurende’s vaterländischer Pilger im Kaiserstaate Oesterreichs 17 (1830), p. 56: «1580: soll Hieronymus Cardanus (nach Einigen die Spanier) die Kartoffeln aus Peru nach Italien gebracht haben, wo sie 1588 schon erbaut worden sein sollen». col. 1226: «Da über die Geschichte der Erfindungen noch Dunkel liegt, so darf es nicht befremden, wenn auch in diesem Lehrbuche sich Angaben finden, die von ändern abweichen. Schwerlich kann erwiesen werden, dass (S. 93) durch den Sclavenhändler Hawkin 1565 die Kartoffeln nach Irland gekommen seien, dass man sie 1580 zuerst in Italien angepflanzt, und dass Walter Raleigh sie 1584 nach England gebracht habe. Rec. nahm vormals selbst, eine, irgend wo gefundene, Notiz, nach welcher der Arzt Hieronymus Cardanus diese Frucht im Jahre 1580 nach Italien gebracht haben soll, in seinem Abrisse der Geschichte auf; allein später hat er die Ueberzeugung gewonnen, dass hier ein Irrthum obwalten müsse; denn Cardanus, der nie nach Amerika kam, starb schon 1576». Die Krankheit der Kartoffeln im Jahre 1845, Bremen 1846, p. 7: «Hieronymus Cardanus soll dieselben schon 1580 in Italien eingefuhrt haben, wo sie auch bald angebaut wurden». Die Bierbrauerei aus Kartoffeln, Weimar 1848 [reed.: Weimar 1854, p. 35: «Gleichzeitig mit diesem wurden sie [die Kartoffel] von Hieronymus Cardanus auch nach Italien gebracht»]. Manuale di bromatologia, Florencia 1869, pp. 59-60: «Ma la persistenza di alcuni benemeriti agronomi, fra i quali il Parmentier in Francia e l’Avv. Virginio e Girolamo Cardano in Italia l’introdussero e ne propagarono la sua coltivazione». Histoire de l’origine des inventions, des découvertes et des institutions humaines, París 1875, p. 439: «On dit qu’en l’année 1580 Jérôme Cardan les apporta en Italie, où on les planta en abondance dès l’année 1588». “Culturhistorische und sprachliche Beiträge zur Kenntniss des alten Perú”, en Denkschriften der Kaiserlichen Akademie der Wissenschaften 39 (1891), p. 118: «Wie es scheint, dürfte es Ende der Sechziger Jahre des 16. Jahrhunderts der Fall gewesen sein, und zwar zuerst nach Holland und Burgund; einige Jahre später gelangten sie in einige Provinzen Spaniens, 1580 durch Hieronymus Cardanus nach Italien und wenige Jahre später durch Sir Walter Raleigh, den Sclavenhändler Hawkins und den Corsar Sir Francis Drake nach Irland». Pictorial practical potato growing: a concise guide, Londres 1906, p. 7: «Italy would seem to be the first country to give special attention to the newcomer, an Italian named Candano (sic!) being early associated with it». Citan el pasaje, corrigiendo la errata, Euegene H. Grubb y William Sumner Guilford, The potato: a compilation of information from every available source, Bedford (Mass.) 1912, p. 513. en Bulletin of the Pan American Union 33 (1911), p. 900: «One good but little-quoted authority says that the first potatoes were taken in 1565 by John Hawkins from Santa Fe (in South America) to Ireland; that shortly afterwards, in 1580, the naturalist Cardanus introduced them to Italy, and actually grew them in 1588». Existe una versión castellana, “La patata, principal tubérculo comestible de América”, en Boletín de la Unión Panamericana 33 (1911), p. 772: «Una buena autoridad, que no se cita mucho, dice que en 1565 John Hawkins llevó las primeras patatas de Santa Fe, Sud América, a Irlanda; que poco tiempo después, es decir, en 1580, el naturalista Cardanus las introdujo en Italia, y las cultivó realmente en 1588».

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poco después una reseña en The american review of reviews 53; en una página conmemorativa de Adolphe Brisson54; y en un artículo de Paschoal de Moraes55. Y hasta lo vemos reproducirse en la obra de un historiador profesional de la talla de Alexander von Gleichen-Rußwurm56. Pero es que tampoco puede descartarse que otros muchos plagiarios hayan caído en el mismo desliz de forma independiente: cuando se desatienden las fuentes originales, la ambigüedad de expresiones tales como «dar a conocer», «introducir» o «difundir» hace el resto. Y esa misma ambigüedad es la que entorpece la tarea de identificar las ramificaciones del error. ¿Cómo deben entenderse, por ejemplo, las noticias del doctor Giuseppe Rosati en Le industrie di Puglia57, del jurista y profesor de agronomía Matteo Fraccacreta en su Aringa58, del párroco Luigi Mucci en sus Discorsi agrariiparrocchiali59 o del recientemente llorado historiador de la medicina Luciano Sterpellone en “L’avventurosa odissea della patata”60?

3 Un error subsiguiente fue atribuir a Cardano la introducción material de la patata no ya en Italia, sino en todo el continente europeo. Hasta donde yo sé, este extravío se presentó, sobre todo durante su etapa inicial, casi siempre en compañía de otro de los disparates ―el cuarto y último― legibles en la referida frase de la Encyclopaedia Britannica, consistente en hacer de Cardano nada menos que un monje. El origen de ambos errores se encuentra en Bélgica, concretamente en las Palmes et couronnes de l’horticulture de Belgique de Charles Morren: «L’Italie, ce pays qui, quoi qu’on en dise, a joué un rôle important dans l’agriculture, soutient, et non sans raison, qu’un humble moine, Hieronymus Cardanus, a rapporté précisément en 1580, la même pomme de terre du Pérou, et ce fait est d’auntant plus remarquable pour nous que, dans un instant, je compte vous convaicre que les pommes de terre que nous mangeons actuellement en Belgique, sont des descendants de ces tubercules italiens, tout aussi bien que ceux de Francfort qui arrivèrent en souvenir de Marguerite à son ami Parmentier. L’Angleterre ne s’avisa pas de doter alors le continent de ce bienfait, mais le Pape voulut, lui, que toute le chrétienté en profitât, et il faisait distribuer des pommes de terre par ses légats»61. 53 “America’s part in potato culture”, en The american review of reviews 45 (1912), p. 225. 54 “Le centennaire de Parmentier”, en Les annales politiques et littéraires 1591 (1913), p. 566: «D’autres auteurs affirment que Jérôme Cardan introduisit ce végétal en Italie». 55 “Conciderações preliminares sobre o Pan-americanismo da batata (Solanum tuberosum L. ou Papas Peruanorum)”, en A Lavoura 24 (1920) p. 68: «Diz-se que, em 1565, John Hawkins levou as primeiras batatas de Santa Fé (America do Sul) para a Irlanda, e que pouco tempo depois, em 1580, o naturalista Cardanus as introduziu na Italia e as cultivou regularmente em 1588». 56 Kultur und Geist der Renaissance, Hamburgo [ca. 1931], p. 90: «Zuerst kam die Pflanze durch den Kapitän Hawkins im Jahre 1565 als Kuriosität aus Kolumbia in Südamerika nach Spanien, der Mediziner und Philosoph Hieronymus Cardanus brachte sie von dort nach Italien». 57 Foggia 1808, p. 44: «Le patate sono un dono del Perù, e che Girolamo Cardano verso la metà del secolo decimosesto la prima volta fece conoscere a l’Italia». 58 Lucera 1842, p. 39: «Gioviamo alla patria colle invenzioni, come Licinio alla sua Venafro co’ migliori ulivi; Lucullo alla nostra Italia co’ ciriegi recati da Cerasonta del Ponto; Colombo all’Europa col maiz o grano, ed altri generi delle Indie Occidentali; Girolamo Cardano colle patate del Perù». 59 vol. I, Nápoles 1853, p. 114: «I primi però ad introdurre una sì utile pianta in Italia furono il Cardano e il P. Acosta; come i primi a parlarne ed a darne la figura nelle stimate loro opere furono i due fratelli Bauhino». 60 en Kos: cultura, medicina, scienze umane 199 (2002), p. 58: «Qui le avrebbe introdotte il medico-matematico Gerolamo Cardano, l’inventore del giunto cardanico». 61 Bruselas/Lieja 1851, pp. 384-386.

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Nos reencontramos aquí con la ya aludida observación de L’Écluse a propósito de la procedencia de las patatas que le mandó Sivry. Pero entre dicha observación y la exposición de Morren se eleva todo un castillo de naipes, cuya erección parece responder únicamente ―según permite sospechar el tenor de su noticia― a cierto catolicismo militante o a una cierta anglofobia, o puede que quizá también al mero afán de polemizar. Partiendo del supuesto falso, aunque repetido por cien autores alemanes mucho más que por italianos, de que Cardano había introducido las patatas en Italia y tras excluir gratuitamente la posibilidad de que a Cardano se las hubiera entregado algún contemporáneo también europeo ―cosa que la mayoría de sus predecesores no hizo 62―, Morren se lanza en arremetida contra los héroes civilizadores de las restantes naciones en un supuesto certamen que sólo tiene cabida dentro de su cabeza; no excluye que otros pudieran haber regresado antes a casa con el trofeo de las patatas de oro, pero su hazaña quedó en cualquier caso sin fruto; sólo la gesta de Cardano, continuada por L’Écluse, permanece. Y es que, en efecto, Morren supone que las patatas del sirviente del legado papal del que hablaba el naturalista belga eran propiedad del mismo legado, que éste las había recibido de manos del Papa y que las que poseía el Papa eran sucesoras de las plantadas unos años antes por Cardano; de modo que a los móviles antes señalados como inspiradores de su relato podemos añadir ahora el chovinismo. En cuanto a lo de vestir a Cardano con los hábitos de monje, lo más probable es que Morren haya contaminado las noticias acerca de su papel como introductor de la patata en esta nación con otra que remonta hasta la Coltivazione toscana, Venecia 1625, de Vitale Magazzini, que atribuye este honor a los carmelitas descalzos63, y de la que se harán eco numerosos autores a partir del siglo XVIII sobre todo en Italia64. Otra posibilidad menos viable, dada la ignorancia que Morren 62 Compárese el texto de Morren, por ejemplo, con las muy cercanas, aunque infinitamente más cautelosas, Recherches de pathologie comparée, vol. I, Kassel 1847, de Karl Friedrich von Heusinger, pp. 506-507: «S’ils sont passé de l’Espagne dans l’Italie, où s’ils y ont été apporté par les missionaires de l’Amérique, est incertain. On dit que Cardanus (1557) les connaissoit déjà dans l’Italie, au moins en 1587 un ambassadeur du pape les porta de Rome dans les Pays-Bas». 63 p. 21: «Si piantano in buon terreno, fresco e umido le Patate, portate nuovamente qua di Spagna e Portugallo dalli Reverendi Padri Carmelitani scalzi». 64 Con anterioridad a Morren, aluden a esta noticia: Marco Lastri, Biblioteca georgica, Florencia 1787, p. 78; Ottaviano Targioni-Tozzetti, Istituzioni botaniche, Florencia 1794-1796 [reed.: vol. II, Florencia 1813, p. 159]; Ottaviano Targioni-Tozzetti, Lezioni di agricoltura specialmente toscana, vol. II, Florencia 1802, p. 11; Filippo Re, Saggio di bibliografia georgica, Venecia 1802, p. 43; Domenico Moreni, Bibliografia storico-ragionata della Toscana, vol. II, Florencia 1805, pp. 9-10; Filippo Re, Dizionario ragionato di libri d’agricoltura, veterinaria e di altri rami d’economia campestre, vol. III, Venecia 1809, p. 89; Michel Félix Dunal, Histoire naturelle, médicale et économique des Solanum, et des genres qui ont été confondus avec eux, París et al. 1813, pp. 25-26; Filippo Re, Nuovi elementi di agricoltura, vol. II, Milán 1815, p. 324; Filippo Re, Saggio sulla coltivazione e su gli usi del pomo di terra e specialmente come valga a migliorare i terreni, Milán 1817, p. 7; Giuseppe Sarchiani, “Replica del segretario”, en Della coltivazione delle patate e loro uso, istruzione del Sig. Carlo Amoretti... col discorso sul medesimo oggetto del Sig. Vincenzo Dandolo, Florencia 1817, p. V; Domenico Mazzoni, Il mulino-raspa, ossia macchina per ottenere prontamente la separazione della fecula dalle patate, e degli usi di essa nel pane , Pistoya 1817, p. 10n; Ranieri Barbacciani, Per la più estesa coltivazione delle patate. Annotazioni, Pistoya 1818, p. 7; Giuseppe Gabriele Balsamo-Crivelli, De solanacearum familia in genere addita verbascorum Italiae indigenorum monographia, Pavía 1824, p. 30; Giuseppe Moretti y Carlo Chiolini, Elementi di agricoltura teorico-pratica, vol. IV, Milán 1827, p. 141; Vincenzo Ferrario, La vera agricoltura pratica della Lombardia, Milán 1830, p. 214; P. P. S. N., “Notizie sulle patate. Solanum tuberosum, Linn.”, en Nuovo giornale de’ letterati 29 (1834), p. 134; PhilippeMartin-Narcisse Benoit y Jean-Sébastien-Eugène Julia de Fontenelle, Manuel complet du boulanger, du négociant en grains, du meunier et du constructeur de moulins, vol. II, París 18363, pp. 373-374; Francesco Gera (ed.), Nuovo dizionario universale di agricoltura, vol. XVIII, Venecia 1842, p. 539; Giuseppe Moretti, Bibliografia agronomica, Milán 1844, p. 69; Antonio Targioni-Tozzetti, Corso di botanica medico-farmaceutica e di materia medica, Florencia 1847, pp. 553-554 ―no he podido comprobar si el pasaje se encontraba ya en la 1ª ed.: Sommario di botanica medico-farmaceutica e di materia medica per uso degli studenti di farmacia, Florencia 1828-1830―; Antonio Brucalassi, “[Nota]”, en Dizionario delle scienze naturali, vol. XX, Florencia 1849, p. 244; Antonio Targioni-Tozzetti, “Continuazione dei cenni storici sull’introduzione di varie piante nella nostra agricoltura

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manifiesta en relación a Cardano, es que pudiera haber distorsionado cierta información leída acerca de la pensión papal que el italiano había recibido en Roma; y tampoco es de excluir, en vista de la parcialidad de que hace gala su exposición, una tergiversación intencionada al fin de que todo quedara en el seno de la santa iglesia católica y romana. Lo chocante es que, para Morren, toda esta delicada red de hipótesis adquiere tal grado de certeza que se atreve incluso a enmendarle la plana a L’Écluse, única fuente verdaderamente histórica de la que depende todo su relato65. La falsificación histórica de Charles Morren quedó incorporada casi literalmente dentro de los Études sur l’histoire et la culture de la pomme de terre, Brujas 1860, de Édouard de Croeser66. Y todavía en el interior de Bélgica sus errores se difundirán a través de una serie de publicaciones menores, cuyo denominador común es la más absoluta ignorancia a propósito de quién fue y qué hizo Cardano: “Le centenaire de la pomme de terre”, de Eugène de Duren 67 ―seudónimo de Oswald de Kerchove de Denterghem―; “Introduction de la pomme de terre en Europe et en Belgique”, reseña del anterior escrita por un tal R.68; y “Notice sur le village de Gottignies”, de Jules Monoyer69. Albert Delcourt, en “Pierre Ricart et la botanique dans nos régions au XVII e siècle”70, ofrece un testimonio tardío y creo que ya el último oriundo de Bélgica. Sin embargo, fue la monografía sobre L’Écluse escrita por el hijo de Charles, Édouard Morren 71, expresamente citada por Masters72, la que sirvió de fuente a la voz de la Encyclopaedia Britannica, que, a su vez, constituye el más antiguo documento anglófono que los transmite.

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toscana”, en Atti della R. Accademia dei Georgofili di Firenze 29 (1851), p. 374. La obra de Magazzini fue asimismo reeditada en Milán 1842, con una advertencia del tipógrafo, Giovanni Silvestri, que subraya la importancia de su acotación para la historia del cultivo de la patata en Italia, pp. V-VI. Con posterioridad a Morren, y entre otros muchos ejemplos que podrían citarse, también acogerán la noticia dos obras de Alphonse de Candolle de enorme repercusión: Géographie botanique raisonnée, vol. II, París/Ginebra 1855, p. 812, y Origine des plantes cultivées, París 1883, pp. 38-39 (esta última traducida al italiano, al inglés y al alemán). A titulo de curiosidad, también la recibirá, complicándola ahora con la noticia de Mathias Kalina, la Memoria sobre los productos de la agricultura española..., op. cit., p. 333: «Los frailes carmelitas españoles la llevaron a Italia y Borgoña por los años 1560-1570». Palmes et couronnes, op. cit., p. 386: «Notre savant belge ignorait, au reste, que ce fût à Cardan que l’Italie du Midi dût l’introduction de ce végétal: il l’y croyait introduit ou d’Espagne ou d’Amérique». No he podido consultar la obra en su integridad, pero sí un amplio extracto que se publicó por las mismas fechas en varias revistas belgas: “Histoire de l’introduction de la pomme de terre”, en La Belgique horticole 10 (1860), pp. 338-339, e “Histoire de l’introduction de la pomme de terre en France et en Belgique”, en Annales d’horticulture et de botanique ou flore des jardins du royaume des Pays-Bas 4 (1861), pp. 170-171. en Revue de l’horticulture belge et étrangère 11 (1885), pp. 172-173: «pour les Italiens, ce sera la même année 1580 quand le moine Jérôme Cardan rentra du Pérou». en Précis historiques 35 (1886), p. 304. en Annales du Cercle Archéologique de Mons 20 (1887), p. 254n: «Les tubercules par lui [Philippe de Sivry] plantés en 1587 provenaient de ceux introduits en Italie par le moine Hyeronimus (sic!) Cardanus, ou Jérôme Cardan, à son retour d’une exploration du Pérou (1580)». en Annales du Cercle royal archéologique d’Ath et de la région 37 (1953), p. 30: «Le moine Hieronymus Cardanus l’avait apportée [la pomme de terre] du Pérou en Italie en 1580». A pesar de que el autor habla de su introducción en Italia, la noticia no parece que dependa de fuentes alemanas; se diría, más bien, que se trata de una nueva deformación de la que venimos discutiendo, al fin de ahorrarle un viaje a la patata (de América a España y de España a Italia) hasta su definitiva llegada a Bélgica por obra del legado papal, como evidencia el apelativo «moine» y lo que cuenta Delcourt a continuación: «Les nonces multiplièrent cette plante, remettant aux amateurs des graines ou des tubercules». Charles de L’Escluse, sa vie et ses oeuvres. 1526-1609, Lieja 1875, p. 40: «Les espagnols apportèrent la pomme de terre dans leur patrie, vers le milieu du XVI e siècle; elle fut appelée Battata, Papa des Indes ou Papa d’Espagne; de là elle passa en Italie; il paraitrait que ce fut un moine nommé Gerôme Cardan (Hieronymus Cardanus) qui aurait rapporté les premières pommes de terre du Pérou». Encyclopaedia Britannica, vol. XIX, Nueva York 1885, p. 594: «Carl Sprengel, cited by Professor Edward Morren in his biographical sketch entitled Charles de l’Escluse, sa vie et ses oeuvres, and to which we are indebted for some of the historical details given below».

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Sin duda alguna, el éxito extraordinario de la Encyclopaedia Britannica contribuyó a divulgar y a dar carta de mayor validez a todas esas falsedades e inexactitudes, muchas de las cuales aún perduran en la bibliografía actual menos avisada. Todavía independiente de esta fuente, aunque heredera como ella de los errores procedentes de Bélgica, es una reseña del artículo de Duren aparecida en The gardener’s monthly and horticulturist73, que, sin embargo, no dice nada acerca de la pretendida vocación religiosa de Cardano. Tampoco lo hacen los artículos “The origin of our potato”74 de W. S. M[itchell], que, pese a afectar cierto escepticismo, no deja de reproducir la falsa atribución a Cardano de la introducción de las patatas en España, y “The peruvian or american potato”75 de Robert P. Harris, que añade una buena porción de deslices de su propia cosecha. Acusan asimismo una influencia belga directa dos artículos algo posteriores que, por otro lado, sí que dan acogida a la especie de la profesión monacal de Cardano: el primero, “About potatoes” 76 firmado por X., apareció publicado en America: a catholic review; el segundo, “The ubiquitous potato”77 de E. T. Langton, dentro de la también católica revista Liguorian. De entre la caterva de herederos de la enciclopedia, uno de los primeros debió ser John Gilmer Speed, en “The potato. Its history and its place in history” 78. Le siguió en el tiempo una obra de 73 “A potato centennial”, en The gardener’s monthly and horticulturist 28/327 (1886), p. 88: «They [the potatoes] were known to have been planted in Belgium by Phillipe (sic!) de Sivry in the sixteenth century, from some tubers in 1587, sent from Italy by the Pope’s Legate, from roots introduced by John Carden (sic!!!) from Peru in 1580». 74 en Nature 34 (1886), p. 9: «It might be readily surmised that with such continous traffic as there was between Spain and the domains she had conquered in South America, the roots so highly prized by the Indians should be carried home. To strengthen this surmise there is the tradition that gives the name of the first to introduce them, a “doctor” named Hieronymus Cardan. What is the history of the introduction into Spain is beside the present question. It is not improbable that with the sustained and frequent intercommunication between Spain and America it was repeatedly introduced». 75 en Garden and forest 3 (1890), p. 200: «The peruvian potato was first carried from its native soil to Spain by Hieronymus Cardan. Pedro de Cieca, of Leon, published at Antwerp in 1554 an account of his seventeen years of life and adventures in Peru, in which he states that the potato was at that time grown in Italy. Carolus Clusius, of Aras, a physician and botanist, wrote in 1583 that the potato was the extensively cultivated in Italy». 76 America: a catholic review 10/248 (1914), p. 317: «Pizarro found them growing near Quito in 1530, and a monk named Hieronymus Cardan brought them to Spain, and from there they found their way to Italy. Drake and Hawkins and Raleigh brought some to England and Ireland, but they were only the Virginia sweet potatoes. It is gravely reported that His Catholic Majesty Philip II sent a present of some of the imported tubers to the Pope, with the information that they were a remedy for the debility of old age. The gift was received with great pleasure, and the Sovereign Pontiff shared it with the Cardinal Legate, whom he sent to Belgium in 1686 (sic!). That dignitary in turn presented five of the wonders to Sivry, the Governor of Mons, reminding him that they were only for medical purposes. Instead of eating them, therefore, the Governor prudently planted two of them and sent the other three to the Emperor’s gardener at Vienna, who also put them in the ground and waited for results». Traducción al castellano por J. S. Ortiz: “Historia de las papas”, en Horizontes: revista quincenal dirigida por Padres de la Compañía de Jesús, Colegio de S. Pedro Claver 29-30 (1914), p. 121: «Pizarro las encontró cerca de Quito en 1530, y un fraile, llamado Jerónimo Cardán, las llevó a España; de allí pasaron a Italia. Se cuenta seriamente que Felipe II hizo un presente de los tubérculos importados al Papa, con la información de que eran un remedio contra la debilidad y la vejez; el presente fue recibido con gran placer, y el Soberano Pontífice dio parte de ellos al Cardenal que enviaba como legado a Bélgica, (1686) (sic!) el cual presentó esta maravilla a Sivry, Gobernador de Mons, como objeto medicinal. —El Gobernador plantó 2 prudentemente, y envió otros tres al jardinero del Emperador a Viena, quien los sembró también, y esperó el resultado» 77 Liguorian 29 (1941), p. 415: «Jerome Cardan, who had the foresight to take the first potatoes back to Europe, where they were as yet unknown. This was early in the sixteenth century, at the time when Germany and Switzerland were being disturbed by the first tremors of the revolt against religion. Once in Europe, the potato was circulated not by agricultural societies, but by diplomats and statesmen. The explorers, upon their return home, dutifully laid the potatoes before their sovereign, together with other more glittering treasures from the new world. The King of Spain sent specimens of the new botanical curiosity to the Pope. His Holiness presented several to his Cardinal Legate to Belgium, who shared his gift with the Governor of Mons. He, in turn, sent three of the tubers to the Emperor’s gardens at Vienna». 78 The Chautauquan 15 (1892), p. 555: «According to the authorities who believe that the spanish introduced the

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historia local escocesa, Kilsyth: a parish history de Peter Anton79, que, por su parte, suprimía todo rastro de vacilación presente en la frase original de la Encyclopaedia. Por el contrario, Thomas Nadauld Brushfield, que citaba explícitamente su fuente, expresó sus dudas acerca de si lo introducido entonces fueron realmente patatas o batatas, pero no parece que pusiera en cuestión la noticia a propósito de que fue Cardano quien lo introdujo 80. Una carta al director de The southern planter firmada por J. W. Ingham81, una sucinta “History of the potato” publicada en California fruit news82, y la voz “Potatoes” debida a Granville Lowther en The encyclopedia of practical horticulture83, no añaden nada a este respecto salvo un vano intento de precisar la fecha del evento tomándola prestada de la de la primera edición de la obra de Cieza, que Masters había mencionado inmediatamente antes que a Cardano. Otro ensayo en ese sentido fue el que presentó Arthur W. Gilbert en The potato84, sitúandolo entre 1533 y 1535 a partir de una lectura abusiva de la monografía de Ernest Roze. Más fieles a su fuente se muestran, en cambio, G. B. H. en otra carta al editor de la revista británica Country life85, Thomas A. Taylor en “Personality of the potato” ―una columna aparecida originalmente en el diario neoyorquino Evening sun y más tarde reproducida en

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potato into Europe it is held, that a monk, Hieronymus Cardan, first took the tubers from Peru into Spain where they were cultivated and passed into Italy and Belgium». Previamente a Speed, el número 4 de Guy’s Hospital gazette (1890), p. 40, me aparece entre los resultados a la búsqueda «Hieronymus Cardan, a monk» tanto en Google books como en hathitrust.org, pero no he podido averiguar el título del artículo ni el nombre de su autor. Glasgow 1893, p. 157: «While the history of the origin of wheat and oats is buried in obscurity, that of the potato and its introduction into Europe is fairly well known. It was imported into eastern civilisation by the Spaniards from Quito, where they found it cultivated by the natives. Hieronymus Cardan, a monk, brought it from Peru to Spain, and from that country it passed into Italy and Belgium». “Raleghana. Part II”, en Report and transactions 30 (1898), p. 161: «The authors of the article “Potato” in the last edition of the Ency. Brit., cite several Spanish authorities to show that the Spaniards found it being cultivated by the natives in the neighbourhood of Quito; that it is mentioned in several Spanish works about the year 1553; and that “Hieronymus Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it from Peru into Spain, from which country it passed into Italy, and thence into Belgium”. There can be little doubt that the sweet potato is the kind adverted to by most of these authors; on the other hand, it is possible for some of those brought to Europe to have been grown in the higher, and therefore temperate, altitudes of the tropical countries of South America». “Pennsylvania potato talk”, en The southern planter 65 (1904), p. 586: «About 1553 Hieronymus Cardan, a monk, is believed to have been the first to introduce it from Peru into Spain, from whence it passed to Italy and Belgium». vol. XLI, n.º 1141 (1910), p. 9: «The first heard by the world of the potato came from Spain. About 1550 Hieronymus Cardan, a monk from Peru, introduced it in that country». Granville Lowther y William Worthington (edd.), The encyclopedia of practical horticulture, vol. IV, Yakima (Washington) 1914, p. 1702: «In 1553 it is said that Hieronymus Cardan, a monk, introduced it [the potato] from Peru into Spain» Nueva York 1917, p. 15: «There is no definite record of this first importation, but Rose (sic!) believes that it was as early as 1533 or 1535, at the time of the conquest of Peru by the Spaniards. Hieronymus Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it from Peru into Spain, and from thence it passed quickly into Italy, Austria, Germany, Switzerland, Belgium and France». Las hipótesis de Roze, Histoire de la pomme de terre, París 1898, p. 61, son, en cambio, mucho más ponderadas: «Lors de la conquête du Pérou par Pizarre, vers 1533, les Espagnols constatèrent que c’était une des grandes ressources de cette contrée à demi civilisée, mais ne furent pas autrement séduits par l’intérêt que devait présenter le précieux tubercule et du parti qu’on pourrait en tirer en Europe, dans les cultures espagnoles. Il n’existe, en effet, à notre connaissance, aucun document historique qui fasse même mention de l’introduction de la Pomme de terre en Espagne. Si elle a dû y être apportée, ce qui est indubitable, cela ne doit être dû quà l’effet du hasard, probablement comme un reste de provisions alimentaires, faisant partie dela cargaison de quelques-uns des vaisseaux qui étaient chargés de porter à Charles-Quint les trésors d’or et d’argent, bien autrement estimés, arrachés par Pizarre et ses compagnons aux Incas, victimes de leur rapacité. Nous verrons par la suite que, dans tous les cas, on a des traces du passage de la Pomme de terre d’Espagne en Italie et de l’Italie dans les Pays-Bas. A partir de là, les documents historiques ne font plus défaut, et nous pouvons la suivre pour ainsi dire successivement, passant des Pays-Basen Autriche, d’Autriche en Allemagne, puis de l’Allemagne en Suisse, et de la Suisse en France». “The history of the potato”, en Country life 41 (1917), p. 24: «A monk named Hieronymus Cardan was probably the first to introduce it into Spain, whence it spread to the Netherlands and Italy».

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The rural new-yorker, en el interior de una sección titulada “The potato: its origin and history”86― y Carroll K. Michener en “The South American market basket”87. La guía de viajes California: all of it de Marshall Breeden88 es el primer documento del que tengo constancia que suma a los errores precedentes una delatora deformación del nombre del supuesto monje patatero. La misma alteración ―no me atrevo del todo a afirmar que utilizara dicho libro como fuente― reaparece en la monografía de Thomas Pearson McIntosch The potato: its history, varieties, culture and diseases89, de la que, a juzgar por la repetición de la misma errata, podrían depender el editorial de The chemistry leaflet 11/9 (1937)90, Joan Tomkinson en el artículo “The problem of the potato”91 y Gerald Priestland en Frying tonight: the saga of fish & chips 92. En la sección “Carla’s culinary corner” del boletín del Food Service Assistance & Training Team93, todavía es posible encontrar un digno sucesor de tal ascendencia. Volviendo, no obstante, a la década de los 20, Ellison Hawks y George Simonds Boulger siguen dependiendo de la Encyclopaedia en un pasaje de su libro Pioneers of plant study94, más adelante citado por George A. Tower en el artículo “The home vegetable garden” 95. También lo hacen el editor de la Encyclopaedia Britannica de 1932 a 1938, Franklin Henry Hooper, en la carta a los lectores del número de junio de 1935 de The world today96; W. S. Braintree en dos cartas dirigidas a 86 The rural new-yorker 77 (1918), p. 961: «The monk Hieronymus Cardanus took it [the potato] to Spain. It was carried thence to Italy, then to Belgium and so to England». 87 en The Northwestern miller 131/6 (1922), p. 597: «Hieronymus Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it from Peru into Spain, from which country it passed into Italy and thence to Belgium». 88 Los Ángeles 1925, p. 74: «In the neighbourhood of the city of Quito the Spaniards first found the natives cultivating the potato, in the year 1550. From there a monk named Hieronymus Carden (sic!) took it to Spain, and thence it passed to Italy and Belgium». 89 Edimburgo 1927, p. 5: «Hieronymus Carden (sic!), a monk, is supposed to have been the first to introduce the potato into Spain from Peru». El capítulo donde figura semejante afirmación, errata incluida, había visto la luz separadamente el año anterior en forma de artículo: “Origin, early history and development of the potato”, en The gardeners’ chronicle 79 (1926), p. 85. 90 “Potatoes do not make you fat, according to a news item recently released by the Bureau of Home Economics, Washington, D. C. Here is the release as given by the AMERICAN WEEKLY”, p. 322: «During the Spanish conquest of Peru and Chile, a monk named Hieronymus Carden (sic!) gathered some of the ‘fat roots’, and the potato was introduced into Europe in the 16th century». Como reza su título, este editorial reproduce una columna de The american weekly, que, a su vez, retomaba las conclusiones de un informe emitido el 13 de junio de 1937 por el Bureau of Home Economics de los Estados Unidos. Ignoro si dicho informe contendría ya la digresión histórica que debía de presentar el artículo del The american weekly, que tampoco he podido ver. 91 The poultry farmer 19 (1951): «The controversy of the potato used to concern where it came from. Did the potato come to Britain from Spain, whence it was said to be introduced from Peru by Hieronymus Carden, a monk? Or did Sir Walter Raleigh’s ships bring it back from his journey to establish the colony of Virginia in 1584?». 92 Londres 1972, p. 41: «By the 1560s there was still no mention of either ‘potato’ in European botanical writings. Clearly it was not yet growing in Europe. Even if the Spaniards had brought themselves to think of the Andean variety as a food appropriate for themselves, shipping it back to Europe from the western seaboard of South America would have been difficult. A friar named Hieronymous Carden (sic!) is reputed to have accomplished it about the year 1570, and we read of a new type of edible root from America being consumed medicinally in Spain in 1573, and being purchased for a monastery hospital three years later». 93 Food Service Assistance & Training Team (FSAT) 3/4 (2010), p. 6: «So some of the battles go on, when the introduction of the potato to Spain by Father Hieronymus Carden (sic!), Carl Sprengal (sic!) credited John Hawkins who then intoduced it into England in 1563». 94 Londres 1928, pp. 121-122: «Its introduction into Europe, which as Prescott says ‘has made an era in the history of agriculture’ is attributed to a monk named Hieronymus Cardan, and it is also said to have been taken from Spain to Italy by friars». 95 en Bulletin of the Garden Club of America 3 (1939), p. 52. 96 The world today: Encyclopaedia Britannica. New and supplementary articles written by Britannica authors and prepared under the supervision of Franklin H. Hooper 2/5 (1935), p. 53: «A monk, Hieronymus Cardan is supposed to have been the first to introduce it in Spain, from which country it passed to Italy and thence elsewhere».

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la redacción de The gardeners’ chronicle97 en 1937; y J. M. van Nieukerken, ese mismo año, en un artículo publicado en el primer número de la revista Frontiers98, órgano de expresión de la Academy of Natural Sciences of Philadelphia. En junio de 1939, la misma revista incluyó una carta de Earlene M. Cornell en respuesta a un cuestionario sobre vegetales 99, donde su autora realizaba una defensa a ultranza frente a los pretendientes británicos de la atribución de la hazaña patatera al monje español Cardano, la cual ampliaría posteriormente en “Please pass the potatoes”, también en Frontiers100, artículo que fue traducido al castellano como “La carrera triunfal de las patatas” y publicado dentro de la revista mexicana Síntesis: artículos de interés perdurable101. Si, como permiten conjeturar su nombre y apellido, Earlene M. Cornell era de origen anglosajón, tendríamos aquí un ejemplo palpable de que el simple gusto por la controversia puede mover tantas toneladas 97 The gardeners’ chronicle 102 (1937). En la primera, “The Parmentier legend” (9 de octubre de 1937), p. 273, puede leerse: «I am one who believes that it was Hieronymus Cardan who introduced the Potato into Spain in 1533, that being its first introduction into Europe». En la segunda, “Legend of Parmentier” (20 de noviembre de 1937), p. 380, expone con más detalles los hitos subsiguientes a dicha introducción: «Sir John Hawkins introduced the Potato into England for the first time in 1563. There was not sufficient interest or care taken to keep it in cultivation, and in 1584 Sir Francis Drake, who was a nephew of Sir John Hawkins, again introduced it. Potatos were brought over into Ireland and cultivated at Youghal by Sir Walter Raleigh in 1586. What Drake did and what Raleigh did has often been confused. Contrary to popular belief, it was not Sir Walter Raleigh who first introduced the Potato into England. When one remembers there is a statue to Sir Francis Drake at Offenburg, in Baden, as the introducer of the Potato in Europe, one might wonder why? The reason is that the Potato, introduced by the Spaniard Hieronymus Cardan and Sir John Hawkins, was never seriously considered as a fond plant, so the credit went to Drake». Si no me equivoco, ésta es la primera ocasión en que se españoliza explícitamente a Cardano. 98 “The origins and migrations of the common potato, every man’s food”, en Frontiers 1 (1937), p. 152: «The introduction of the potato into Europe is generally supposed to have taken place some time between 1535 and 1585. During the Spanish conquest of Peru and Chile a monk, Hieronymus Cardan, gathered a number of its so-called roots ―which, however, in reality are tubers, or much enlarged short, fleshy underground stems— in Peru and brought them back to Spain». 99 “The lady author issues a challenge”, en Frontiers 3 (1939), p. 158: «According to my research on potatoes, it probably was the sweet potato, if any, Drake and Hawkins brought back from America. There is no record of a potato in the cargo of The Golden Hind, but Drake, Hawkins or Raleigh may have introduced the white potato to England, after buying them in Europe, or capturing them as loot from a Spanish ship. Potatoes were introduced to Europe by Hieronymus Cardan, a Spanish monk, direct from Peru». 100 Frontiers 6 (1941), pp. 54-55. 101 Síntesis: artículos de interés perdurable 22 (1942), pp. 178-179: «En los países de habla inglesa, las patatas son irlandesas: “Irish potato”; pero nada justifica esta creencia pues, en realidad, proceden de la América del Sur y pasaron a figurar entre los alimentos de las razas blancas, a través de España. Cuando en el siglo XVI los conquistadores españoles avanzaron por Perú, descubrieron que los indios cultivaban, en las terrazas construidas en las laderas de sus colinas, grandes cantidades de papas. Hacía tanto tiempo que los incas cultivaban ese tubérculo, que fue imposible a los botánicos españoles descubrir el origen de la planta. En lugar alguno encontraron patatas silvestres. Un monje oscuro, Hieronymus Cardan, a quien ese servicio ha permitido salir de lo anónimo y entrar en la Historia, fue quien las llevó a España, probablemente a principios del siglo XVI. La primera aparición de la patata en la literatura se debe a Pedro Cieça de León. En su diario, Chrónica española del Perú, escribe: “Muchos españoles se enriquecen rápidamente y pueden regresar pronto a su país, comprando patatas y llevándolas a la región de las minas de Potosí”. Porque los españoles dedicaron toda la población a la busca y explotación de minerales y, como consecuencia de ello, escasearon los alimentos. Cardan, como buen católico, al regresar a España obsequió con unas patatas al Sumo Pontífice, y la rápida distribución de ese tubérculo en Europa se debe con toda probabilidad a la Iglesia Católica, porque consta el testimonio de que quien lo introdujo en Bélgica fue el Delegado Pontificio. En 1596, las patatas eran conocidas en toda Europa y aparecen ya clasificadas en una obra publicada en Basilea, aunque en ella la consideraban más como una planta rara y exótica, que como un alimento. A pesar de los innumerables testimonios de autores españoles, en Inglaterra y muchos otros países europeos, perduró la leyenda de que el descubrimiento de la patata se debía a un inglés, y estimando insuficiente conceder este honor usurpado a un solo personaje, se atribuyó la gloria a tres: Sir Francis Drake, Sir John Hawkins y Sir Walter Raleigh. El tributo a Sir Francis llega hasta la erección de un monumento en Offenburg, Baden, en el que puede leerse la siguiente dedicatoria: “A Sir Francis Drake, introductor de la patata en Europa, en el año de gracia de 1580. Es posible que Sir Francis pirateando por las ciudades costeras suramericanas tuviese oportunidad de obtener patatas; pero nunca

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de retórica como el chovinismo o el proselitismo. En fin, para no hacerlo demasiado largo, nombraremos de carrerilla y por orden cronológico al resto de la descendencia, directa o indirecta, de la Encyclopaedia Britannica: las señoras Brown, Evans y Sellers, en “The nightshade family”102; William Inge, antiguo deán de la catedral de St. Paul y especialista en Plotino, en la entrevista que le realizó E. V. Knox, “Still rather gloomy or, walks in a free country”103; Charles H. Higgins, en “The potato blossom as a garden club flower”104; R. E. G. Armattoe, en una reseña al libro de Redcliffe N. Salaman, The influence of the potato on the course of Irish history ―el cual, es preciso decirlo, no tiene culpa de nada― 105; un anuncio de bolsas para patatas “Bemis”, digno de una antología106; Helen Hemlin, en su libro Pine, potatoes and people: the story of Aroostook107; Thomas Hayman, parlamentario electo por la región de Oamaru, en su intervención en el debate del parlamento neozelandés del 10 de agosto de 1950 en torno a la “Growing potato industry bill”108; J. E. Green, en los prolegómenos de un artículo dedicado a honrar la memoria de William Paterson 109; M. F. K. Fisher, en su best seller culinario The art of eating110; figura este tubérculo entre las variadísimas cosas que componían el cargamento de su “Golden Hind”, y, aunque así fuese, el monje Cardan le precedió más de medio siglo». 102 en Bulletin of the Garden Club of America 18 (1941), p. 20: «Some authorities believe that Hieronymus Cardan, a Spanish monk, probably brought the first white potatoes to Europe from Peru». 103 en Punch 204 (1943), p. 88: «On the other hand a monument was erected by the Germans at Offenburg in 1850, awarding the paternity of the European potato to Sir Francis Drake. The statue has probably been destroyed. On the whole, however, the evidence points either to him or to Hieronymus Cardan». La estatua a Drake en Offenburg, efectivamente destruida por los nazis en noviembre de 1939, también había dado lugar a u na digresión sobre la introducción en Europa de la patata en un artículo, cuyo título y autor no he logrado adivinar, publicado en un número de 1940 ―ignoro cuál― del semanario de la BBC London calling, p. 4: «A monk who gloried in the name of Hieronymus Cardan is supposed to have introduced it from Peru to Spain, whence it passed all over Europe». 104 en Bulletin of the Garden Club of America (1943), p. 26: «The first cultivated plant was found by Europeans in Peru, near Quito and was introduced into Spain, in or about 1560 by a monk named Heironymus (sic!) Cardanus, from there it went to Italy and Belgium, and in 1563 John Hawkins took it to England» 105 en American anthropologist 47/1 (1945), p. 153: «Opinion is is evenly divided among competent students on the subject of the introduction of the potato into Great Britain. The tendency of late is to favor the view that it was brought to Spain by the Rev. Father Hieronymus Cardan». 106 “Around the world in four centuries with a potato!”, el cual puede leerse, entre otros lugares, en la revista Time 46/10 (1945), p. 45: «Though it was known in South America as early as 200 A. D., it was not until the Spaniard came to the New World that its globe-trotting began. Here are some highlights of its travels: Aboard a galleon returning to Spain from South America, about 1550, Cardan, a Spanish priest, closely guarded a wooden chest. During a storm at sea, Cardan left the chest. Ruffians seized it, pried it open and found no jewels, but strange earthy roots... yes, potatoes! Only superstition prevented them from throwing the chest overboard in disgust, and the potato ended its first voyage safely». 107 Nueva York 1948, p. 181: «Hieronymus Cardan, a monk, first introduced the potato from Peru into Spain». 108 New Zealand’s parliamentary debates, vol. CCXC, Wellington 1951, p. 1355: «The Spaniards found potatoes in South America and Hieronimo (sic!) Cardan introduced them to Spain, and John Hawkins brought them to England. Sir Walter Raleigh took them to Ireland. They came in turn to New Zealand, and they occupy a real place in our economy». 109 “A forgotten benefactor: creator of modern hybrid potato”, en The New Zealand gardener 9 (1952), p. 383: «Some 300 years had elapsed since the Spaniards first observed the plant growing in a wild state in the dry and mountainous regions of Chile and Peru. They transplanted it into Virginia, whence it was brought to Europe in 1560 by an Italian named Cardano, who succeeded in growing it in Italy». 110 Cleveland/New York 1954, p. 22: «In Peru, the Spanish found papas growing in the early 1500’s, and the monk Hieronymus Cardán (sic!) took them back with him to his own people. The Italians liked them, and then the Belgians». Aparte de las numerosas reediciones del libro, el capítulo en cuestión (“Let the sky rain potatoes: the merry wives of Windsor”) también aparece recogido en la antología de la autora preparada por Anne Zimmerman, Love in a dish... and other culinary delighs, Berkeley 2011, p. 17, así como en los manuales de estilo de Eric Gould (ed.), Reading into writing: a rhetoric, reader and handbook, Boston 1983, p. 222, y de Robert Funk et alii. (edd.), Strategies for college writing: a rhetorical reader, Upper Saddle River (Nueva Jersey) 1999, p. 265. Nickie Charles y Marion Kerr citan, además, el fragmento que nos interesa en Women, food and families, Mánchester/Nueva York

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Donald G. Noble, quien llega incluso a atribuir esta especie al propio Cieza de León, en “The indispensable potato”111; Chuck Brown, en el obligado apartado histórico del folleto Commercial potato production, editado por August Ernest Kehr, Robert V. Akeley, Geoffrey Van Clief Houghland y el Agricultural Research Service de los Estados Unidos 112; en “History of the potato”, una hoja anónima sin muchas pretensiones, aparecida en el American potato yearbook de 1967113; Arnold Whitridge, en una reseña al libro de Michael Kraus, The Atlantic civilization: eighteenth century origins114; Michael Wilding, en una digresión “erudita” de su primera novela, Living together115; Theodora FitzGibbon, en “A toast to the potato”116, escrito a propósito de la enésima conmemoración de algún centenario de la patata; Walter Howard, en “Pass the spuds, please” 117; y Dirk Jan Barreveld, en The dutch discovery of Japan: the true story behind James Clavell’s famous novel Shogun118. Su eco se ha dejado sentir hasta en el seno de la genuina ficción119. Muy temprana es la primera traducción de estos errores al alemán que he podido encontrar. Aparece en la sección “Miscellen” del número de julio de 1893 de la revista Wiener illustrirte GartenZeitung120 y no atribuye a Cardano la condición frailuna. Para hallar una segunda incidencia, sin embargo, he tenido que esperar hasta julio de 1952, cuando K. W. St. dedicó su “New-Yorker Brief”, una sección regular dentro de la revista Saatgut-Wirtschaft, a la historia de la patata121. No 1988, p. 3. 111 en The scots magazine 79 (1963), pp. 263-264: «The first authenticated mention of the potato coming to Europe is found in the “Chronica de Peru”, published in Seville in 1553, in which Cardan, a monk, is accorded the credit of being the first importer». 112 Washington 1964, p. 1 [reed. electrónica: 2010, p. 2: «Hieronymous Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it from Peru to Spain. From Spain the plant was taken into Italy about 1585, into Belgium and Germany by 1587, into Austria by 1588, and into France soon after 1600»]. 113 C. Stedman MacFarland (ed.), 1967 American potato yearbook, Westfield (Nueva Jersey) 1967, p. 62: «Historians disagree about the first introduction of the potato into Europe. There is good evidence, however, that the Spaniards introduced the potato from South America into Spain by 1580, or even as early as 1565. Hironymus Cardan, a monk, is supposed to have been the first to introduce it from Peru into Spain». 114 en Studies in Burke and his time 9 (1967), p. 780: «The history of the potato, which was destined to become the European peasant’s first line of defense against hunger —and in Ireland, unfortunately, also the last line— is in itself a curious example of cross fertilization between Europe and America. When the Spaniards invaded South America in 1524 they found a large number of varieties under cultivation. A monk, Hieronymus Cardan, is supposed to have been the first man to introduce the potato from Peru into Spain, where it was quickly naturalized. From Spain it passed into Italy, and from there early in the seventeenth century into Austria». 115 Queensland 1974, p. 6: «When Hieronymus Cardan first brought it to Spain from the New World, it was a magnificent rarity, a treasured delicacy». 116 en The illustrated London news 274/7056 (1986), p. 54: «It is thought that a monk named Hieronymus Cardan is the first to have introduced the potato from Peru into Spain, whence it subsequently passed to Italy and then to Germany and France». 117 Incluido dentro de la antología de sus artículos Sisyphus in the Hayfield: views of a Berkshire farmer, Pittsfield (Mass.) 1988, pp. 11-12: «The potato is a genuine American vegetable. Sometime in the 16th century, a Spaniard whom we cannot identify ate a potato in Peru —or was it Chile?— and asked for seconds. The rest is somewhat garbled history. Sir Walter Raleigh brought back specimens to his Irish estate, in 1585. That we know. And they grew. That we know, too. But Papus orbiculatus was mentioned in a 1507 “Herbal”, and they still speak of mysterious roots that Hieronymus Cardan brought back to Spain in 1553. Who got there first with the tubers?». 118 San José (California) 2001, p. 305 n. 17: «Hieronymus Cardanus brought the potatoes to Spain and from there they arrived in Italy and in the Southern Netherlands». 119 «You must see ―dice el Dr. Cardano en The book of madness and cures, Londres 2012, de Regina O’Melveny― the exotics that have arrived from the New World. The “patate”, the curious sunflowers, and the tomatoes [...] If you lived here, Gabriella, the garden of cures would always be at your disposal». También se mencionan las patatas en la novela de Alexandra Lavizzari, Vesals Vermächtnis, Basilea 2015, inspirada en la muerte de Vesalio y en la que Cardano figura como personaje secundario, pero en este caso se trata lisa y llanamente de un anacronismo. 120 Wiener illustrirte Garten-Zeitung 18/7 (1893), p. 277: «Die erstere [Kartoffel] wurde durch Hieronymus Cardan nach Spanien gebracht und von dort nach Italien verbreited». 121 Saatgut-Wirtschaft 4/7 (1952), p. 157: «Zum ersten Male schriftlich genannt wird die “batata” oder “papa” im Jahre

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obstante, entre medias de uno y otro debió de existir un tercero, si, como cabe presumir, estaba escrito en alemán el artículo aparecido el 12 de noviembre de 1942 en la revista suiza Praxis: Schweizerische Rundschau fur Medizin, que sumariza G. T. en los Annali d’igiene122. También es temprano el primer y único testigo francófono de los errores de la Encyclopaedia Britannica que he localizado fuera de Bélgica. Se trata de “La pomme de terre” de Benjamin Sulte 123. Sin excesiva coherencia, en una versión posterior del artículo Gérard Malchelosse agregará un imaginario viaje de Cardano a España entre 1553 y 1554, país en donde habría conocido la patata no obstante haberla introducido allí124. Tampoco han carecido estos errores de repercusión en la patria de Cardano. Su primer importador, hasta donde he podido averiguar, fue Giacomo Boni en el ensayo “Flora Palatina”125, quien reincidirá once años después en la conferencia “Le piante importate dopo la scoperta dell’America negli Horti Palatini Farnesiorum” 126. Con independencia de Boni y a partir del ya mencionado artículo de Praxis, volvió a cometerlos G. T. al comienzo de la recensión “Sull’utilizzazione alimentare delle patate”127. Y, por cuarta vez, hicieron entrada en la escena italiana dentro de la sección de actualidades de L’Italia agricola, en una noticia titulada “Storia e valore nutritivo della patata”128. Aparte de la traducción algo libre del artículo de X en America: a catholic review, debida a J. S. Ortiz, una de las primeras incursiones de estos yerros en lengua castellana apareció dentro de una sección de notas breves y curiosas, “Pequeñeces”, en la peruana Mundial: revista semanal ilustrada129. Más adelante, el ingeniero agrónomo Bernabé Peña escribió unas “Observaciones al cultivo de la papa en el Estado de Tlaxcala”130, donde adoptaba la cronología inventada por Arthur W. Gilbert; de ellas es probable que dependan el primero de una serie de artículos titulados “Cultivo de la papa”, publicados en el boletín mexicano Agricultura y ganadería131; las “Breves anotaciones sobre el cultivo de la papa” del Departamento de Agricultura de Colombia 132; y la Historia natural del conejillo de Indias: cuy, curí, cobayo. Con un capitulo adicional sobre los productos de la 1553 in der “Cronica de Peru” von Pedro Cieca und um diese Zeit herum auch von anderen spanischen Berichterstattern. Nach ihnen soll die Kartoffel von dem spanischen Mönch Hieronymus Cardan von Peru nach Spanien gebracht worden sein, von wo aus sie nach Italien und Flandern verbreitet wurde». 122 Annali d’igiene 53/1 (1943), p. 39: «In Praxis (12 nov. 1942) si ricorda che il monaco Hieronymus Cardan importò la patata verso il 1550 dal Perù nella Spagna». 123 en Revue Canadienne 29 (1893), p. 86: «Les auteurs affirment que l’Italien Jérôme Cardan, né en 1501, introduisit ce genre de végétaux en Espagne, d’où il se répandit en Belgique et en Italie». 124 “Histoire de la pomme de terre”, en Id., Mélanges historiques. Études éparses et inédites de Benjamin Sulte, compilées, annotées et publiées par Gérard Malchelosse, vol. III, Montreal 1919, p. 10, n. 4: «Jérôme Cardan, médecin, mathématicien, philosophe et auteur bizarre mais possédant une science profonde et une vaste érudition. Ses Oeuvres furent publiées en 1663, à Paris (10 vols.) Cardan mena une vie aventureuse et désordonnée; il visita presque toute l’Europe. C’est probablement durant son séjour en Espagne (1553-54) qu’il fit connaître la pomme de terre, car il s’intéressait à la botanique». 125 en Rassegna contemporanea 5/1 (1912), p. 1: «Il primo ad introdurla in Spagna fu Gir. Cardano che la descrisse nel suo libro De rerum varietate (Lugduni, 1580)». 126 en Domenico Marotta (ed.), Atti del 1º. Congresso nazionale di chimica pura ed applicata, Roma 1923, p. 66. 127 Annali d’igiene 53/1 (1943), p. 39. 128 L’Italia agricola 95/9 (1958), p. VII: «Chi importò dall’America del Sud per la prima volta la patata in Spagna, e di lì in Italia e poi nel Belgio, sembra sia stato il monaco Geronimo Cardan». 129 vol. I (1920): «La papa fue introducida en España por fray Gernónimo Cardán (sic!), en 1553; en Inglaterra por Sir Francis Drake, y en Irlanda por Sir Walter Raleigh, en 1586». 130 en Irrigación en México 13 (1936), p. 160: «La primera importación a España se cree fue hecha en 1533 a 1535 por el monje Gerónimo Cardán (sic!), de donde pasó rápidamente a Italia, Austria, Alemania, Suiza, Bélgica y Francia». 131 Agricultura y ganadería 19/2 (1943), p. 24: «La primera importación a España fue hecha de 1533 a 1535 por el monje Jerónimo Cardán (sic!), de donde pasó a Italia, Austria, Alemania, Suiza, Bélgica y Francia rápidamente». 132 en Boletín agrícola de la Sociedad Antioqueña de Agricultores 297-298 (1944), p. 2266: «Algunos años después fue introducida a España por el monje Jerónimo Cardán (sic!), de donde se extendió a Italia, Suiza, Austria, Alemania, Bélgica, y por último a Francia».

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América tropical para el mundo de Laurentino Muñoz133. Otra vía de penetración fue un pequeño folleto de William A. Reid, Productos del suelo americano ―Productos do solo americano, en su versión portuguesa; es probable que exista también una versión inglesa, pero no tengo constancia de ella―, publicado en Washington por la Unión Panamericana, sin fecha, pero en 1938 o poco antes, y reproducido en varias revistas latinoamericanas del momento, como la colombiana Revista del Banco de la República134 o la cubana Rincón campesino. La Encyclopaedia Britannica aparecía nominalmente citada en “El solanum tuberosum a través del desenvolvimiento de las actividades humanas: contribución al estudio de la planta nacional” 135 del peruano César Vargas, quien la contaminó con otra noticia procedente de William Bowles 136. El exiliado Juan Comas Camps tuvo, sin duda, este artículo a la vista cuando escribió sus “Principales contribuciones indígenas precolombinas a la cultura universal” 137. De Vargas o de Comas, o de alguna otra fuente intermedia, recopilan su información Jorge Christiansen González 138, los autores del boletín Corynebacterium sepedonicum (Spieck. y Kotth.) Skapt. y Burkh.: agente productor de la podredumbre anular de la patata 139, Dalila Pardo de Saric 140 y Carl Egbert Hansen Vieira Mello141. También Daniel Vidart sigue a Comas en varias de sus obras 142. Y, pese a los errores añadidos, es evidente que de este último depende, a su vez, José Arlés Gómez143. 133 Popayán 1970, p. 427: «La primera importación a España fue hecha de 1.533 a 1.535 por el monje Jerónimo Cardán (sic!), de donde se extendió a Italia, Suiza, Alemania, Bélgica y Francia». 134 Revista del Banco de la República 11 (1938), p. 228: «Tal vez fueron algunas de estas “papas” que un fraile llamado Cardan llevó del Perú a España alrededor de 1530, que sirvieron para iniciar el cultivo de la patata en esa nación europea». 135 en Revista del Museo Nacional 5 (1936), p. 201, y en Revista universitaria 25/70 (1936), p. 154: «Posiblemente el Solanum tuberosum llegó primero a España. Así lo afirma el autor de la “Encyclopedia Británica”, atribuyendo tal mérito al monje Jerónimo Cardan. Según Bowles se cultivó por vez primera en la provincia de Galicia, de donde pasó a Italia, mediante Vincenzo Dandolo, y después a Bélgica». 136 Introducción a la historia natural y a la geografía física de España, Madrid 1775, p. 231: «Las patatas vinieron de América traídas por los españoles a Galicia, de donde se han propagado después por toda Europa, y sirven de alimento muy saludable a millones de personas». 137 en Cahiers d’histoire mondiale 3 (1956), p. 213; reed.: en América indígena 17 (1957), p. 61; reed.: Principales aportaciones indígenas precolombinas a la cultura universal, México 1957, p. 30: «Parece que el Solanum tuberosum llegó primero a España, atribuyéndose el hecho a Jerónimo Cardano, siendo Galicia la región donde se inició su cultivo». 138 El cultivo de la papa en el Perú, Lima 1967, p. 39: «En un artículo de la revista “Enciclopedia Británica” se afirma que la papa primero llegó a España y atribuye el mérito al monje Gerónimo Cardan, según Bowles, se cultivó por vez primera en la provincia de Galicia, de donde pasó a Italia mediante Vicenzo Dandolo, y después a Bélgica, con el nombre de “taratoufli” (trufas)». 139 Madrid 1987, p. 12: «Sin embargo, según la “Enciclopedia Británica” la patata llegó primero a España gracias al monje Jerónimo Cardan, cultivándose en Galicia, de donde pasó a Italia mediante Vicenzo (sic!) Dandolo y posteriormente a Bélgica, donde se denominó «taratoufli» (trufas)». 140 Qori manka: culinaria peruana en “olla de oro”, Lima 1988, p. 58: «Otros afirman que fue el monje Jerónimo Cardan quien los sembró por primera vez en Galicia, de donde pasaron a Italia mediante Vincenzo Dandolo y después a Bélgica con el nombre de “trufas”». 141 O Rio de Janeiro no Brasil quinhentista, São Paulo 1996, p. 124: «Muito embora o sevilhano Cieza de León, 1553, já chamasse a atenção para as qualidades nutritivas da batata, esta só veio a ser cultivada na Galícia em 1578, pelo espanhol Girolamo Cardano». 142 Ideología y realidad de América, Montevideo 1968, p. 66: «La papa, que tanta gravitación tuvo en la economía europea ―los pobres de Polonia e Irlanda vivieron gracias a su consumo― fue llevada por Gerónimo Cardano a Galicia y el pirata Drake, en 1578, la arrancó de las costas chilenas sin imaginar que le entregaba a Europa nórdica el más rico y perdurable de sus botines»; Los muertos y sus sombras. Cinco siglos de América, Montevideo 1993, p. 153: «La lucha de los imperios alcanzó también a la historia menor de la papa. Según los españoles fue Girolamo Cardano quien la introdujo en Galicia en 1530 y según los ingleses fueron Francis Drake desde Chiloé, en 1578, y Sir Walter Raleigh desde Virginia, América del Norte, en 1588». 143 Antecedentes de lo religioso en América Latina, Bogotá 2006, p. 16: «La papa, que se cultivó desde Chile hasta Colombia, fue llevada a Europa por Jerónimo Cardano, en 1578, y tuvo gran importancia en la economía europea.

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Tres últimas muestras de la herencia de la Encyclopaedia Britannica en castellano las brindan Jaime Bejarano, en la columna “400 años de la papa” 144; el Instituto Cuánto, en el artículo “La papa nuestra de cada día”145 ―que, por si no tuviera ya bastante, adelanta en casi tres siglos la publicación de An essay on the principle of population―; y Darío Castellanos Guédez, en el libro Crónicas de Manantial146. Hay, en fin, otros ejemplos en rumano 147 y en maltés148; mientras que en húngaro tenemos los artículos “A magyar takarmánynövény-termesztés múltja 1” de Lászlo Gaál 149 y “Árpád vezér és a krumplis babgulyás” de Simon Zoltán150, que depende claramente de Arthur W. Gilbert. 4 No son los condensados en la frase de la Encyclopaedia los únicos errores de que ha sido víctima Cardano en conexión con la historia a la patata. Especialmente numerosos han sido los deslices cronológicos. Ya he comentado la falsa datación del De rerum varietate introducida por Baldini (1580), que ha pasado de mano en mano hasta, por lo menos, el artículo “Potato genetic resources in Italy” de los profesores Luigi Fruscianti y Domenico Carputo de la Universidad de Nápoles 151; un error menor, pero tan fácil de corregir y tan en contra de la aspiración chovinista por situar cuanto más atrás en el tiempo las gestas nacionales, que su persistencia durante tantos años no puede menos que causar asombro. Por su parte, Alb. J. J. Van de Velde, pese a datar correctamente el De rerum varietate, conserva la fecha de Baldini para la introducción de la patata en Italia por obra de Cardano, en “Antoine-Augustin Parmentier en zijn voorgangers (12 Aug. 1737 † 13 Dec. 1813)”152. Se dice que los pobres de Polonia e Irlanda sobrevivieron gracias a su consumo». 144 en Kipu: el mundo indígena en la prensa ecuatoriana 7 (1986), p. 8: «El narrador de Indias Pedro de Creca (sic!), en su “Crónica del Perú” (Sevilla, 1553) mencionaba la presencia de este tubérculo en las laderas de los Andes, llamándole “papa” o “patata” que, comentaba, junto con el maíz era parte de la comida de los indígenas. Se cree que que unos 30 años después de esta referencia, hace ahora 4 siglos, la papa fue plantada por primera vez en España por un misionero de nombre Jerónimo Cardan, que acababa a la sazón de regresar a su patria con una colección de matas vegetales autóctonas del Continente Americano, especialmente de los páramos andinos». 145 en Carta económica del Perú 386 (1994), p. 19: «Fue el monje Gerónimo Cardán (sic!) quien llevó la papa a España por intereses botánicos antes que alimenticios, aunque es cierto que a partir de 1.500 los europeos vivían muy preocupados por la tesis malthusiana que alertaba al mundo sobre el equilibrio entre los habitantes y las provisiones de alimentos». 146 Valencia (Venezuela) 1995, p. 159: «Se cree que fue el monje Jerónimo Cardán (sic!) el que introdujo en España una variedad proveniente del Perú en 1540 y que de allí fue llevada por los soldados españoles a Alemania y a Flandes durante la Guerra de los Treinta Años». 147 D. Andronescu, “Ameliorarea şi cultura cartofilor”, en Buletinul agriculturii 1 (1923), p. 71: «Cartofii au fost introduşi in Europa de călugărul spaniol Hieronymus Cardan, dupe cucerirea Perului de către Spanioli, in 1535». 148 C. Zammit-Marmará, “Il-patata (solanum tuberosum)”, en Melita agricola 12 (1933), p. 252: «Jissopponu li gewwa Spanja il-patata dahhalha ghal l-ewwel darba patri sapanjol, Hieronymus Cardan». 149 en A délkelet-dunántuĺi mezőgazdasági kisérleti intézet 10/2 (1970), p. 97: «Ugyanígy megbizhatatlanok azok az adatok is, amelyek szerint Hyeronimus Cardan (1534) vagy John Hawkins (1563) esetleg Walter Raleigh hozták volna át a tengerentúlról». 150 en A Zürichi magyar történelmi egyesület kiadvanyá, Zúrich 1993, p. 98: «A krumpli karrierje röviden így vázolható: először Peru meghódításakor, 1533-35-ben került Spanyolországba. Itt először egy Geronimo Cardan nevű pap termesztette, innen került 1585 körül Itáliába, majd onnan Belgiumba». 151 en R. Hoekstra, L. Maggioni y E. Lipman (edd.), Report of a working group on potato, Roma 2001, p. 35. 152 en Verslagen en mededelingen van de Koninklijke Vlaamse Academie voor Taal- en Letterkunde 1937 (1937) p. 863: «1557. Hyeronymus (sic!) Cardanus, in zijn De rerum varietate (Basel 1557), beweert dat in Peru uit Papas die den vorm hebben van kastanjes, een voedsel wordt bereid dat het brood kan vervangen [...] 1580. Volgens Baldini zou Girolamo Cardano den aardappel in Italië ingevoerd hebben», p. 887: «1853 [...] Cenni storici sulla introduzione die varie piante nell’agriculture ed orticultura toscana (Firenze) door Antonio Targioni-Tazzetti,

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Otros autores, por el contrario, adelantan la fecha de su publicación al año 1556; así el Conversations-Lexikon; oder, encyclopädisches Handwörterbuch für gebildete Stände 153; J. R. Höck., en una nota, por lo demás correcta, publicada en Allgemeiner Anzeiger der Deutschen154; y Carl Gustav Calwer, en Landwirthschaftliche und technische Pflanzenkunde155―excelente ejemplo de que la mera adición de fuentes secundarias no conduce necesariamente a buen puerto―. Hablando de la batata, de la que también trató Cardano en el De rerum varietate156, manejan la misma fecha Edward Lewis Sturtevant157, Benno Humbert Alfred Groth158 y Clifford A. Wright159. Mientras que Claudio Benporat, en Storia della gastronomia italiana, la adelanta hasta 1545160. No será preciso que repita aquí lo ya dicho acerca de la espuria cronología (1533-1535) de Arthur W. Gilbert y sus sucesores. Copiando otra noticia, bastante más ajustada a la realidad y también de larga tradición entre los manuales, un comunicado del American Institute Farmer’s Club161 comete el descuido de fechar en 1657 la aportación de Cardano a la historia de la patata, mientras que Émile de Wildeman162 lo hace en 1537. Heinz Brücher163 fecha correctamente la obra, pero confunde su lugar de impresión con la patria de Cardano. En cambio, se diría que Léo Moulin lo supone español164. Ottaviano Targioni-Tozzetti165 parece que considera a Cardano posterior a Acosta y, presumiblemente, dependiente de él, error en el que también parece incurrir Julien Joseph Virey166, a quien siguen, entre otros, José Sánchez de Prados 167, Joseph Bonjean168 ―estropeándolo waarin bestudeerd wordt hoe de aardappel in Italië werd ingevoerd: Cardano 1580, Pigafetta 1519, Fiaschi 1534, Magazzini 1623, Redi 1667, Durante 1584». 153 vol. V, Stuttgart 1817, p. 316. 154 Allgemeiner Anzeiger der Deutschen 173 (1815), col. 1819. 155 vol. I: Deutschlands Feld- und Gartengewächse,Stuttgart 1852, p. 16: «Der Naturforscher Hieronymus Cardanus erwähnt der Kartoffeln 1556 in seinem Buche De rerum varietate, soll sie 1580 in Italien eingeführt und 1588 kultivirt haben». 156 op. cit., in-8º, pp. 192-193. 157 “The history of garden vegetables”, en The american naturalist 25/2 (1891), p 698, y Sturtevant’s notes on edible plants, Albany 1919, donde se advierte un baile continuo de fechas: p. 170 (1556 y 1581), p. 220 (1556), p. 222 (1586), p. 314 (1556), p. 616 (1553), p. 631 (1581). 158 Contributions from the botanical laboratory of the University of Pennsylvania, vol. IV.1: The sweet potato, Filadelfia 1911, p. 22. 159 Mediterranean vegetables, Boston 2001, p. 319. 160 Milán 1990, p. 170. La fecha podría derivar de una lectura un tanto abusiva de Zanon, vid. supra, quien había señalado que, cuando se descubrieron las minas de Potosí, Cardano contaba 44 años y se hallaba en el período de su madurez. 161 en The farmer and the mechanic 1 (1847), p. 470. 162 Notes pour l’histoire de la botanique et l’horticulture en Belgique, Bruselas 1950, p. 544. 163 Die sieben Säulen der Welternährung: Herkunft, Nutzung und Zukunft unserer wichtigsten Nährpflanzen, Fráncfort 1982, p. 104: «1557 In der Naturbeschreibung des Jerome Cardan aus Basel wird die weite Verbreitung der Kartoffel im andinen Hochland erwähnt». 164 Eating and drinking in the Renaissance: a cultural history, Amberes 2002, p. 158: «In 1538 Cieza de Leon said it [the potato] was as tender as a roast chestnut. Jerome Cardan found its flavour ‘better than that of the chestnut’ and added ‘potatoes (papas) are a kind of truffle that can be eaten instead of bread’. This does not mean that the Spanish ate potatoes». 165 Istituzioni botaniche, Florencia 1794-1796 [reed.: vol. II, Florencia 1813, p. 159: «Cardano, più di due secoli addietro ebbe notizia delle Patate, e dell’uso di esse per cibo cotte, ed in farina (De Rerum varietate l. I, cap. III). La medesima notizia l’aveva già data il Padre Acosta (De’ Sempl. l. 4, c. 17)»]. 166 “Sur l’origine et l’époque de l’introduction des pommes de terre en Europe”, en Journal de pharmacie et des sciences accessoires 4 (1818), p. 159; también en Nouveau dictionnaire d’histoire naturelle apliquée aux arts, vol. XXVII, París 1818, p. 528. 167 “Nuevas investigaciones sobre el origen y época de la introducción de la patata en Europa, con algunas adiciones sobre su utilidad en la economía doméstica y en las artes”, en El propagador de conocimientos útiles 1 (1831), pp. 279-280. 168 Monographie de la pomme de terre, París et al. 1846, p. 4.

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aún más al considerar como una cita literal de Cardano lo que en su origen no era más que una apreciación del autor sobre la escasa capacidad de observación científica del soldado Cieza (que, por otro lado, tampoco era original, pues lo mismo había opinado L’Écluse 169)― y Primo Comendador y Tellez170. Otro error cometido únicamente por mor de la continuidad narrativa aparece en el artículo sin firma “Cenni sulla malattia delle patate”, donde se lee: «Finalmente il Monardes, medico di Siviglia, nel suo Trattato delle cose portate dall’Indie occidentali, asserisce que i pomi de terra furono trasportati dall’America in Europa in sementi, e non in gemme, le quali poi a poco a poco si dispersero e propagarono per tutti gli Stati dell’antico continente. La stessa cosa riferiva il celebre Girolamo Cardano, che fu forse il primo a dar relazione in Italia, verso la metà del secolo XVI, di questo fecondo frutto solanaceo»171. Dejando a un lado la cuestión de que no está nada claro que lo que Monardes llamaba «batatas» fueran patatas o batatas y aparte también del hecho de que en su tratado el médico sevillano afirmó justo lo contrario de lo que pretende el anónimo articulista 172, el único motivo para hacer a Cardano copartícipe de esa opinión es el anhelo estilístico de enlazar dos contenidos heterogéneos. Es probable, asimismo, que tan sólo se deba a motivos de economía verbal la inserción de Cardano entre la nómina de exploradores americanos que establece T. H. C. en “El origen de las plantas cultivadas”173. En fin, sólo con enormes provisiones de clemencia podría darse por buena la observación de Emilia Capasso en I sapori della cucina vesuviana: «Già nel 1557 Gerolamo Cardano nel “De rerum varietate” parlava dell’uso della patata in tavola»174. Un último error de importancia considerable, aunque algo alejado de nuestro asunto, es el que comete Ken Albala175 al confundir con la patata el «solanum hortense, sive esculentum» del que habló Cardano en el De sanitate tuenda176; la planta que se esconde bajo tal denominación es, sin embargo, la hierba mora, Solanum nigrum en la nomenclatura linneana, como podrá comprobar el lector hispanohablante que quiera acercarse al Dioscórides de Laguna177. Desde luego, tampoco han faltado informes más atinados, al menos en cuanto a lo que al papel de Cardano en la historia de la patata se refiere. Entre otros muchos, podemos destacar una sobria nota de Bartolomeo Aprilis en la segunda edición de su Istruzione sulla coltivazione e sugli usi dei pomi di terra o sia patate178; el ya citado prefacio de Giuseppe Sarchiani, a propósito de la introducción de la patata en Italia, a los escritos de Amoretti y Dandolo 179; los artículos de Grasen Kaspar Sternberg180, Jan E. van der Trappen 181 ―que, pese a dar por buena la fecha de 1580 para el De 169 Rariorum plantarum historia, op. cit, p. 4.LXXX: «condonanda est haec comparatio militi». 170 Consideraciones botánico-farmacéuticas de las solanáceas en general, seguidas de una monografía bien entendida de la belladona, Madrid 1863, p. 16. 171 en Giornale agrario lombardo-veneto, ser. 2, vol. IV (1846), p. 276. 172 Primera y segunda y tercera partes de la historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias Occidentales que sirven en medicina, Sevilla 1574, f. 117r: «siémbranse dellas mismas puestas las más chicas, o pedaços de las grandes». 173 en Revista del Ministerio de Obras Públicas 5/12 (1911), p. 33: «Los primeros exploradores, Pedro Cieza de León (1550), Jerónimo Cardán (sic!) (1557), José de Acosta (1591), mencionan la planta con el nombre de papa y como que era cultivada por los indios que habitaban la América del Sur». 174 Nápoles 2010, p. 35. 175 Eating right in the Renaissance, Berkeley et al. 2002, p. 238. 176 Roma 1580, p. 138. 177 Amberes 1555, p. 419. 178 Údine 1816, p. 9n. 179 “Replica del segretario”, op. cit., p. V. 180 “Über das Vaterland der Erdäpfel und ihre Verbreitung in Europa”, en Monatschrift der Gesellschaft des Vaterländischen Museums in Böhmen 1/2 (1827), pp. 24-25. 181 Responsio ad quaestionem botanico-oeconomicam, Utrecht 1835, p. 23: «valde inclinatus sum ad coniecturam, Cardanum haecce ex ipsius Ciecae scriptis composuisse»; cfr. p. 16.

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rerum varietate (él maneja una reedición todavía posterior: Basilea 1581) fue uno de los pocos en advertir la deuda de Cardano hacia Cieza― y W. P. G.182; la voz correspondiente a “Solanum” dentro del Dictionnaire universel de matière médicale et de thérapeutique générale de FrançoisVictor Mérat de Vaumartoise y Adrien Jacques de Lens 183 o la misma voz del Vollständige Bibliothek oder encyclopädisches Real-Lexikon184. Sin embargo, no debemos llevarnos a engaño con todos los textos que encontremos exentos de errores: en la mayoría de casos es sólo porque sus autores se han tropezado con una fuente que, a su vez, carecía de ellos, no porque hayan desarrollado una investigación histórica en sentido propio. Y, del mismo modo que uno acaba hastiado de leer las mismas ficciones transmitidas de libro a libro, tampoco encontrará mucha diversión si se dedica a trazar la genealogía de las noticias más o menos acertadas. Una revisión más profunda, aunque siempre incompleta, de las fuentes comienza con las monografías de Ernest Roze185 y Redcliffe N. Salaman 186, que despejan viejos errores y reconstruyen un esquema fidedigno acerca del papel de Cardano en la historia de la patata, a pesar de que ninguno de los dos advierta su dependencia de Cieza de León187, como tampoco lo hacen W. F. Wright188, Anne Tjomsland189, Colette Abegg-Mengold190 y David Gentilcore191. Una falta menor, si se quiere, pero que, cuando se une a la falta de datos históricos y a la inclinación a especular sobre el vacío, puede conducir a conclusiones tan gratuitas como la siguiente de Jean-Pierre Clément: «De España, donde casi no tuvo difusión, pasó a Italia, en los petates de los soldados españoles que, después de participar en la conquista de América, iban a defender, contra los franceses, los territorios del Milanés o de Nápoles. En la segunda mitad del siglo XVI, parece bastante bien implantada en la península italiana, donde ya la conocían varios botánicos, como Girolamo Cardano, de Pavía»192. En esto, como en otros aspectos, el pequeño librito de Marino de Cárcer y Disdier 193 se muestra infinitamente superior. Y, aunque algo modesta en comparación con estos estudios, también me parece digna de consideración una nota de Pedro Henríquez Ureña, en Para la historia de los indigenismos: papa y batata, el enigma del aje, boniato, Caribe, palabras antillanas: «Tampoco sé en qué se funda la especie, acogida en los libros ingleses, de que Cardan (1501-1576) fue quien la llevó de América a España: se comprendería que la llevara a España de Italia; no consta que haya estado en el Nuevo Mundo»194; nosotros tenemos constancia de que tampoco estuvo en España. *** ¿Cuál es la moraleja de esta historia? Evidentemente, una advertencia al historiador. La bibliografía 182 “The potatoe – Solanum tuberosum”, en The advocate of science, and annals of natural history 1 (1835), p. 353. 183 vol. VI, París 1834, pp. 423-424. 184 vol. V, Leipzig 1838, p. 320. 185 op. cit., pp. 5-6. 186 op. cit., p. 145. 187 Sobre este particular se consultará con provecho la obra de José María López Piñero y María Luz López Terrada, La influencia española..., op. cit., pp. 43-44, n. 140. 188 “Origin, introduction and primitive culture of the potato”, en Proceedings of the annual meeting of the Potato Association of America 3 (1916), pp. 35-52. Wright no menciona a Cardano. 189 “The white potato”, en Ciba symposia 11 (1950), p. 1261. Tjomsland apunta la posibilidad de dicha dependencia, pero no se atreve a confirmarla. 190 Die Bezeichnungsgeschichte von Mais, Kartoffel und Ananas im Italienischen: der Wortadoption und -adaptation, Berna 1979, p. 181. 191 Italy and the potato: a history, 1550-2000, Londres/Nueva York 2012, p. 29. 192 “Parmentier, las patatas y las ollas americanas”, en Asclepio 47/2 (1995), p. 226. 193 Disertaciones sobre la papa (patata) y la batata (patata): rectificación histórica, México 1955, pp. 57-59. 194 Buenos Aires 1938, p. 50.

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secundaria, que siempre tendrá su lugar dentro de la investigación histórica, no debería emplearse nunca como un sustituto de las fuentes originales, salvo en casos de fuerza mayor, cuando no se pueda acceder a ellas. Su cometido principal no es el suministro de datos, sino de ideas: primeramente, interpretar y criticar las fuentes; en segundo lugar, explicar las representaciones que los seres humanos se hacen de sí mismos y del mundo en que les ha tocado vivir, y establecer relaciones entre éstas y entre las mismas y su comportamiento efectivo. Me refiero aquí, claro está, al historiador de las ideas; el historiador de la economía y de la sociedad, a quien compete más propiamente realizar la historia de la patata, cuenta con su propio arsenal: el archivo, y, si éste está bien provisto, deben importarle bien poco lo que afirmen o dejen de afirmar las fuentes literarias. Muchos de los testimonios que he recogido en las páginas precedentes no son, sin embargo, obra de historiadores profesionales. Ello se debe, en parte, a que el de historiador es un oficio cuya gestación se prolongó a todo lo largo del siglo XIX, con algunos de sus miembros ya perfectamente desarrollados desde la centuria anterior, en tanto que otros no empezaron a cobrar forma hasta bien entrado el siglo XX. La historia de la alimentación, aunque contó con algunos pioneros preeminentes, sobre todo de la mano de la historia de la medicina, no estuvo entre los más precoces. Por lo que fueron naturalistas, médicos, farmacéuticos, agrónomos, economistas, gastrónomos, periodistas y todo un coro inclasificable de diletantes ―con frecuencia, incapaces y poco predispuestos a localizar y mucho menos a leer y estudiar las fuentes castellanas, italianas y latinas donde por primera vez se mencionaba el tubérculo―, los que primero se encargaron de escribir la historia de la patata. Y aún hoy la siguen escribiendo en las introducciones “históricas” de sus libros sobre los más diversos asuntos. Pase; no es algo que pueda preverse que vaya a cambiar. El historiador y quien de veras desee informarse ya deberían saber que no es ahí donde tienen que buscar. Las primeras reconstrucciones históricas de la introducción de la patata en Europa, integradas normalmente como capítulos en el seno de obras dedicadas a la propagación de su uso y a la instrucción sobre su cultivo, hicieron aparición en la segunda mitad del siglo XVIII. El momento no es casual. Coincide con el de su definitiva implantación como alimento básico en la pirámide nutricional de los europeos pobres en combinación y en competencia con el hasta entonces indisputado trigo. Entre los factores que determinaron esta innovación dietética suelen invocarse un crecimiento demográfico, sobre todo en las ciudades, y una incipiente revolución industrial que todavía no tenía parangón en la mecanización del trabajo agrícola. El trigo, cultivado según los medios tradicionales por el mismo número aproximado de campesinos y casi sobre la misma extensión de terreno que en épocas precedentes, se convirtió, así, en un recurso insuficiente para dar por sí solo abasto a la cada vez mayor población urbana, especialmente en los años de malas cosechas, según señalaba el propio Zanon en la dedicatoria de su opúsculo: “la scarsezza de’ grani che da qualche anno provano alcune parti dell’Europa, e principalmente l’Italia”195. Junto a esos factores demográficos y económicos, no obstante, asomaba un aspecto ideológico que, por ignorado, creo que merezca la pena recordar aquí. Períodos de hambruna se han producido siempre en la historia. Antiguamente, eran vistos como parte del orden natural decretado por una providencia que el ser humano no podía aspirar a comprender en sus últimas consecuencias; menos aún, atreverse a reformar. Ahora, en cambio, nos encontramos con una burguesía enriquecida y con una clase media de profesionales liberales ―que eran quienes escribían― que ya no estaban dispuestas a consentir más muertes por hambre. Dejo a la consideración del lector decidir si se trataba de una de las últimas muestras de solidaridad entre la burguesía y la naciente clase obrera, unidas todavía frente a la monarquía y la nobleza antes de su escisión progresiva durante el siglo XIX ―lo que habrá de encontrar repercusión en un diferente sesgo de la literatura sobre la patata 195 op. cit., ff. A2r-v.

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entre uno y otro siglo―, o si de un acto previsor de los dueños de los talleres que se preocupaban de alimentar a su plantilla lo mismo que de engrasar sus máquinas y de cebar sus ganados. La implantación de la patata en Europa contribuye hasta cierto punto a explicar por qué durante algo más de dos siglos, desde la publicación del De rerum varietate hasta el opúsculo de Zanon, Cardano sólo aparecía mencionado en relación con el tubérculo dentro de la obra de Bauhin y Cherler, mientras que en los dos siglos posteriores su nombre ondeó hasta en las notas de prensa. Sencillamente, había aumentado el interés de los europeos hacia la patata y, consecuentemente, el volumen de literatura a ella consagrada. No obstante, este renovado interés no lo explica todo y es preciso reconocer que las introducciones y los apartados históricos se presentan como un elemento en apariencia extraño en el interior de toda esa literatura de orientación eminentemente práctica. Asimismo, los homenajes, las conmemoraciones y los centenarios de la patata, tan frecuentes durante la misma época, no son algo que encaje con facilidad en el marco de una explicación estrictamente adaptativa a la nueva realidad social y económica. Cabría apelar, de nuevo, a una excrecencia ideológica. Pero, ¿con qué finalidad? Las invenciones de Morren, en el momento de la construcción de los Estados nacionales, sugieren una perspectiva de montajes histórico ideológicos encaminados al fortalecimiento de la identidad nacional a través del orgullo que despiertan las hazañas locales del pasado. Por otro lado, en la mayoría de escritos de estos historiadores aficionados resulta posible detectar una cierta forma de nacionalismo, consistente en la restricción de sus fuentes a las del repertorio patrio. Pero esto último, al igual que su limitación a las contribuciones de un determinado campo de estudio ―de suerte que uno puede reconstruir la genealogía de un error sin salirse de la bibliografía específica sobre la patata 196― y a la literatura más reciente, sólo es síntoma de la escasa pericia historiográfica de sus autores, mientras que un chovinismo manifiesto como el de Morren ―y debo confesar que ello ha defraudado mis expectativas iniciales― constituye la excepción a la norma. Constantemente se oye decir que los españoles postulan una introducción española de la patata en Europa; otra a través de Italia, los italianos; y otra por obra de alguno de sus almirantes, los ingleses. Sin embargo, y a pesar de que no faltan ejemplos en este sentido, lo más habitual es encontrarse con un alemán defendiendo a una figura inglesa (recuérdese la estatua de Drake en Offenburg), a un norteamericano desmintiéndole y proponiendo otra española, a un belga apuntando a un italiano... Y no fue precisamente en Italia, quizás porque allí todavía se conservaba algún vestigio de memoria del personaje real de Cardano, donde primero ni con mayor frecuencia o énfasis se le atribuyó la proeza; tampoco en España, por aquellos que lo creyeron español. ¿Era, entonces, el amor a la verdad lo que suscitaba estas generosas asignaciones? Dejando a un lado la cuestión de que un genuino amor a la verdad tendría que haber conducido a una revisión completa de las fuentes, no a repetir en un tono de mayor o menor vehemencia lo que se había encontrado en la última o antepenúltima exposición sobre el tema, pienso que, si lo que buscamos es una respuesta al porqué de la eclosión de toda esa literatura histórica sobre la patata y la causa del papel cambiante que Cardano desempeñó dentro de ella, el amor a la verdad se revela como un factor irrelevante, ya que el mero hecho de que algo sea verdadero no constituye razón suficiente para incluirlo dentro de un discurso (nadie entra en un bar diciendo “2 + 5 = 7”). Bien es cierto que una explicación mínimamente fundada requeriría una investigación pormenorizada de la biografía de los diversos autores citados en este trabajo, más allá de la simple identificación de su país de origen, además de un estudio comparativo con lo que ocurría contemporáneamente en otras áreas de conocimiento. Pero, de momento y a la espera de un análisis más escrupuloso, son los motivos 196 Otro campo temático aislado que ha generado sus propios errores, específicos y endogámicos, sobre Cardano, al margen de la bibliografía más general y sin repercusión sobre ella, es el de historia de la educación de los sordomudos. De reunirse, podrían dar lugar a un catálogo muy similar al presente, tal vez algo más variopinto.

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subjetivos de los escritores, tales como la exigencia de llenar una hoja en blanco o el afán de polemizar, los únicos que se me antojan como explicación general aceptable. Otra duda de naturaleza más filosófica no ha dejado de asaltarme mientras redactaba estas notas. Si Saul A. Kripke hubiera conocido la descripción asociada a Cardano en la voz “Potato” de la Encyclopaedia Britannica, seguramente no habría tenido que recurrir a tantos experimentos mentales. ¿Es posible identificar a un individuo a pesar de que sea falso todo lo que se dice de él? Kripke pensaba que sí; a mi me gustaría añadir: sólo en la medida en que nos hagamos inteligible el modo en que un determinado haz de descripciones ha podido ser reemplazado por otro, esto es, en tanto que conozcamos la historia del error. De hecho, como ya he indicado, antes de ponerme a indagar esta historia, mi primera reacción al leer la entrada de M. T. Masters fue pensar que el individuo aludido era alguien diferente, que sólo compartía el mismo nombre con Cardano.

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