VIDAS DE RUBÉN DARÍO

VIDAS DE RUBÉN DARÍO


Rubén Darío continúa gozando de la admiración de las minorías cultas en
el mundo de habla castellana. La biografía de Ian Gibson, publicada en 2002
bajo el título Yo, Rubén Darío: Memorias póstumas de un Rey de la Poesía,
es una prueba de esa admiración. El revuelo causado por el libro de Gibson
eclipsó la aparición, casi a un tiempo, de otra biografía: la de Blas
Matamoro, titulada con sencillez Rubén Darío. A estas biografías se suma
otra, con el mismo título, escrita por Julio Ortega y publicada por
Ediciones Omega en la Colección "Vidas Literarias" (2003). El conocimiento
tan sumario de la literatura hispanoamericana en España ha descuidado
parcelas determinantes en la producción y desarrollo de las letras en la
América de habla española. Una de esas parcelas la constituye el
desenvolvimiento de la crítica hispanoamericana que precedió, fomentó y
apoyó el "boom"de la novela latinoamericana. A esa parcela pertenece la
firma del peruano Julio Ortega que, como crítico, irrumpiría a fines de
los años sesenta del siglo pasado. Es interesante tomar en cuenta ese dato
al leer la orteguiana "biografía" de Rubén Darío. El estilo, con sus
complejidades y su brillantez retórica, evidencia la importancia del
crítico. Pero si el lector espera una "biografía", lo más seguro es que se
sienta defraudado. Los doce capítulos del libro de Ortega, a los que se
añaden notas, bibliografía y una selección de textos de Darío, constituyen
un extenso ensayo con pretextos biográficos. Nada añaden a lo que se sabe
de la vida del poeta y poco dicen de eso que ya se sabe a quienes quieran
saber algo de la vida de Darío. Julio Ortega afirma desde el principio que:
"el modelo biográfico no es suficiente para articular la historia personal
y la vida creadora de un artista de excepción". Con esto en mente se
desembaraza del esfuerzo de escribir una biografía. Opta por proponer la
idea ingeniosa de que Darío se hizo en sus poemas y que, por tanto, su
"biografía" es una "biolectura". La imagen del poeta estará, así, en la
mirada de sus críticos y sus lectores. El crítico pretende, de ese modo,
cumplir con la intención y el talante conciliador del poeta, abocado al
diálogo y a la confrontación de las opiniones ajenas. Aparte de esto
último, que es idea interesante, el resto es especulación que da para unas
páginas de ensayo, no para un libro entero. Parece que el prestigio de la
firma de Julio Ortega ha favorecido la edición y comercialización de esta
"biografía" dariana. Frente a la mediocre biografía novelada de Gibson, que
se apoyó en la opacidad de la "autobiografía" del propio Darío, y ante esta
otra de Ortega, es preferible el libro de Blas Matamoro. De fácil lectura y
con menos pretensiones, es un texto de más enjundia, ocurrente y
entretenido.