Violencia de pareja contra mujeres en México: en busca de datos consistentes
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INFORME NACIONAL SOBREVIOLENCIA Y SALUD
COMITÉ EDITORIAL Rafael Lozano Ascencio Aurora del Río Zolezzi Elena Azaola Garrido Roberto Castro Pérez Francisco Pamplona Rangel Magda Luz Atrián Salazar Martha Híjar Medina
Informe Nacional Sobre Violencia y Salud Primera Edición 2006 D.R. © Secretaría de Salud Homero 213, Piso 7 Col. Chapultepec Morales, Del. Miguel Hidalgo, 11570 México, D.F. Impreso y hecho en México Printed and made in Mexico Se imprimieron 500 ejemplares Se terminó de imprimir en noviembre de 2006 ISBN 970-721-388-4 Citación sugerida: Secretaría de Salud. Informe Nacional sobre Violencia y Salud. México, DF: SSA; 2006. Se permite la reproducción parcial o total de este documento, sin fines de lucro. Toda solicitud de traducción de este documento deberá dirigirse al Centro Nacional de Equidad de Género y Salud Reproductiva
CAPÍTULO I. VIOLENCIA Y SALUD PÚBLICA
1
Martha Híjar Medina
VIOLENCIA EN EL CICLO DE VIDA,
CAPÍTULO II. MALTRATO, ABUSO Y NEGLIGENCIA CONTRA MENORES DE EDAD
19
Elena Azaola
CAPÍTULO III. LA VIOLENCIA EN LA CONSTRUCCIÓN DE ESCENARIOS DE SALUD
53
EN LA POBLACIÓN JOVEN Luis Botello Lonngi
CAPÍTULO IV. VIOLENCIA Y ABUSO CONTRA LAS PERSONAS MAYORES
77
Luis Miguel Gutiérrez Robledo
VIOLENCIA COTIDIANA
CAPÍTULO V. VIOLENCIA DE PAREJA CONTRA MUJERES EN MÉXICO: EN BUSCA DE
123
DATOS CONSISTENTES Roberto Castro, Irene Cacique
CAPÍTULO VI. VIOLENCIA SEXUAL EN MÉXICO
167
Nadine Gasman, Laura Villa Torres, Claudia Moreno, Deborah L Billings
CAPÍTULO VII. EPIDEMIOLOGÍA DE LA CONDUCTA SUICIDA EN MÉXICO
205
Guilherme Borges, María Elena Medina Mora, Joaquín Zambrano, Gabriela Garrido
CAPÍTULO VIII. VIOLENCIA INSTITUCIONAL
241
Francisco Pamplona
INTRODUCCIÓN
293
Francisco Pamplona
CAP IX. VIOLENCIA, DELINCUENCIA Y SALUD
299
José Antonio López Ugalde
CAP X. MIGRACIÓN INTERNACIONAL Y VIOLENCIA
323
José Luis Ávila
CAP XI. VIOLENCIA Y RECURSOS NATURALES EN MÉXICO
353
Fernando Rascón Fuentes
XII. ANEXO ESTADÍSTICO XIII. CÁPSULAS BIOGRÁFICAS DE LOS AUTORES
375 429
VIOLENCIA DE PAREJA CONTRA MUJERES EN MÉXICO: EN BUSCA DE DATOS CONSISTENTES ROBERTO CASTRO IRENE CASQUE
INTRODUCCIÓN a violencia contra las mujeres es objeto
El problema de la violencia contra las mu-
de estudio desde hace por lo menos 20 años en Norteamérica y Europa, y en nuestro país desde principios de la década de
jeres y la ubicación de sus raíces deben ser abordados desde una perspectiva de género,
los noventa (Ríquer, Saucedo y Bedolla 1996).
tionar la desigualdad social existente entre
Este auge ha tenido lugar bajo el impulso que se ha dado a la investigación y acción sobre
hombres y mujeres, y busque en dicha inequi-
L
esto es, desde un enfoque que parta de cues-
dad las causas fundamentales del problema (Bedregal, Saucedo y Ríquer 1991). Género es
este problema desde diversos organismos internacionales y de salud (ONU 1995; OEA 1994). En estos trabajos se ha insistido en que la violencia contra las mujeres es también un
conjunto de creencias culturales y suposiciones socialmente construidas acerca de lo que son
problema de salud pública (OPS 1994), que puede llegar a representar la pérdida de hasta una quinta parte de los años de vida salu-
los hombres y las mujeres, y que se usan para justificar este tipo de desigualdad. Violencia de género, a su vez, es la que ejercen los hombres
dables en su período reproductivo entre las mujeres afectadas (Heise 1994), además de
en contra de las mujeres, apoyados en el conjunto de normas y valores que les dan privile-
otros efectos nocivos sobre su salud (Koss,
gios e impunidad. En 1993 la Asamblea General
Koss y Woodruf 1991). Se sabe que la violencia
de las Naciones Unidas (ONU) definió ala violencia contra las mujeres como
sigue un patrón de escalamiento que explica cómo las mujeres que han sido maltratadas por sus parejas tengan un riesgo mayor de ser agredidas nuevamente dentro de los seis meses siguientes, en comparación con aquellas violentadas por desconocidos (Council on scien-
una categoría analítica que hace referencia al
"Todo acto de violencia basada en la pertenencia al sexo femenino, que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o
tific affairs 1992), lo que a su vez se traduce
psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coerción o la privación arbitra-
en demandas específicas de servicios de salud por parte de estas mujeres (Heise 1994; Startk y Flitcraft 1991; Cokkinides et al 1999).
ria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada" (Economic and Social Council 1992; cursivas nuestras).
1 123
NACIONAL
24
E VIOLENCIA "sx" SAL
La violencia de género participa del mismo
violencia sexual; y recientemente han comen-
atributo sociológico que otras formas de discriminación, tales como el racismo o el desprecio
zado a aparecer esfuerzos que miden también la violencia económica.
a los adultos de la tercera edad, por mencionar
Es importante estudiar la violencia contra
sólo dos ejemplos: se basa en una relación de
mujeres en la pareja, porque de esa forma ge-
poder desigual y se ejerce contra los integran-
neramos información importante en dos sen-
tes de un grupo socialmente devaluado. Y, al
tidos diferentes: por un lado, en términos del
mismo tiempo, contribuye a perpetuar dicha
problema de salud pública que constituye dicha
desigualdad. La existencia de marcadas nor-
forma de violencia (Heise, Pitang uy y Germain
mas de género, que establecen- los roles socialmente aceptables para hombres y mujeres,
1994); pero por otro, en términos del problema sociológico que constituye la violencia de gé-
proporciona la justificación social para el uso
nero, de la cual la violencia de pareja contra
de la violencia en la pareja, cuando alguno de
mujeres es una de las varias formas particu-
ellos -mayoritariamente la mujer- no cumple
lares que aquélla adquiere. Al estudiar desde
con los roles socialmente asignados o de al-
una perspectiva sociológica el problema de la
guna manera transgrede las normas ante los
violencia contra mujeres en la pareja, se nos
ojos de su compañero (Heise, Ellsberg y Gotte-
impone la obligación de no perder de vista su
moeller 1999).
pertenencia a un patrón más general. Como
Desde una perspectiva sociológica, la cues-
veremos, no hacerlo así nos pone en riesgo
tión fundamental es identificar las causas de
de reducir la búsqueda de explicaciones a
la violencia contra las mujeres. La hipótesis
los atributos individuales de las mujeres (por
siempre subyacente es que si se conocen los
ejemplo, edad, escolaridad, número de hijos,
mecanismos que dan lugar a la violencia de
ocupación, etc.) y, a veces, de sus parejas, pero
género, entonces estaremos en mejores condi-
perdiendo de vista las características sociológi-
ciones de prevenirla. La definición de la ONU
cas del contexto del que son parte tales mu-
arriba citada tiene la doble virtud de ubicar a la
jeres y sus parejas.
desigualdad de género en la raíz del problema,
Durante los últimos 15 años diversos países
y de señalar que la violencia se presenta en los
han impulsado estudios empíricos sobre la
ámbitos tanto público corno privado de la vida.
violencia de género. México no ha sido la ex-
Pero es menester profundizar más en las causas
cepción. En este país, una primera generación
de este problema.
de encuestas destaca simultáneamente tanto
La violencia de género puede adquirir diver-
por su carácter pionero como por su alcance
sas modalidades. Una de ellas se refiere a la que
limitado. Se trata de encuestas de carácter lo-
ocurre al interior de la pareja. La investigación
cal o regional, desarrolladas por organizaciones
reciente ha demostrado fehacientemente que
civiles o por investigadores universitarios. Sin
mientras la calle es el lugar de más riesgo para
pretender ser exhaustivos, a modo de ejemplo
los hombres, el hogar lo es para las mujeres,
podemos citar encuestas que en la década pa-
pues es en este ámbito donde sufren la ma-
sada se realizaron en algunas zonas de Jalisco
yoría de las agresiones y lesiones que reciben
(Ramírez y Uribe 1993), en algunas áreas de la
(Tjaden y Thoennes 2000; Crowell y Burguess
Ciudad de México (COVAC 1995), en Guanajua-
1996). Convencionalmente se distinguen tres
to (Tolbert yTomero 1996), y en Durango (Álva-
formas de violencia hacia la mujer por parte de
ro, Salvador, Estrada et al 1998). A partir de 1998,
su pareja: violencia física, violencia emocional, y
el tema de la violencia doméstica comenzó a
VIOLENCIA COTIDIANA. CANTULO V. VIOLENCIA DE. PAREJA CONTRA MUJERES EN MEXICO: EN BUSCA DE DATOS CONSISTENTES
ser incorporado bien como un pequeño conmódulo especializado dentro del cuestionario,
muchos individuos pueden percibir como un problema meramente personal, en realidad presenta patrones y regularidades típicas de
en encuestas sociodemográficas y de salud de
un fenómeno colectivo. La violencia de género
alcance nacional. Destacan en ese sentido la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva con
es un problema social que demanda políticas de Estado y programas de acción instituciona-
Población Derechohabiente 1998, del Instituto
les para prevenirla. Al mismo tiempo, sin embargo, el debate
junto de preguntas específicas, o bien como un
Mexicano del Seguro Social (IMSS) (ENSARE); la Encuesta Nacional de Salud 2000, de la Secre-
público sobre la magnitud del problema de
taría de Salud (SSA) (ENSA-2000); la Encuesta Nacional de la Juventud 2000, del Instituto
la violencia de pareja contra las mujeres se ha caracterizado por un manejo más bien discre-
Nacional de la Juventud (INJUVE) (ENAJUV),
cional de los datos. Al divulgar los resultados de
y la Encuesta Nacional de Salud Reproductiva
las encuestas, los medios suelen prestar poca
2003, de la Secretaría de Salud (ENSAR). Finalmente, en el año 2003 se realizaron las primeras
atención a las restricciones metodológicas de
dos encuestas de carácter nacional abocadas
nes que con frecuencia son inadecuadas. Este panorama se complica con el hecho de que
cada una de ellas, dando lugar a generalizacio-
específicamente a la medición de la violencia doméstica contra las mujeres: la Encuesta Nacional sobre Violencia contra las Mujeres, de la
los datos que ofrecen las diversas encuestas
Secretaría de Salud (ENVIM) (Oláiz, Rico, Del Río
son comparables. Ello ha dado por resultado
2003), y la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2003, del Insti-
que la información pública que existe sobre este problema sea disímil, inconsistente y, a veces, hasta contradictoria.
tuto Nacional de las Mujeres (ENDIREH) (Castro, Ríquer, Medina 2004). La difusión de los hallazgos de estas encuestas, en relación con la violencia doméstica
no siempre coinciden entre sí o simplemente no
Las variaciones, en términos de cifras, que se presentan entre las diversas encuestas se
contra las mujeres, ha permitido dar sustento a la demanda política, esgrimida por el mo-
deben, en buena medida, a las diferencias que existen respecto a la forma como se preguntan las cuestiones relacionadas con la violencia. Es
vimiento feminista, en el sentido de que el Estado debe intervenir en la prevención de
decir, cada encuesta ha construido su objeto en forma independiente, de manera no necesa-
esta forma de violencia, en tanto que se trata
riamente comparable con las demás. Además,
de un verdadero problema social) Al aparecer las cifras sobre la magnitud de la violencia de
el enfoque predominante, hasta la fecha, ha sido de carácter empírico, lo que significa que la mayoría de estas encuestas participan del
género se han logrado avances en los esfuerzos por dejar de lado aquella noción de que lo que ocurre en casa es sólo un asunto privado, y se ha podido argumentar con mejores fundamentos que esa violencia de pareja, que
1 Así lo demuestran los cambios en los códigos penales de varios estados de la república, así como el desarrollo de diversos programas de atención a mujeres víctimas de la violencia intrafamiliar.
atributo que mencionábamos más arriba: al carecer de un anclaje teórico en el corpus sociológico, la mayoría de ellas han sido diseñadas para facilitar la búsqueda de asociaciones entre la violencia y las características sociodemográficas de la mujer y de su pareja. Es decir, la mayoría de las encuestas han planteado el problema de la violencia de pareja como un atributo de los individuos, más que como un
125
problema interaccional,2 más como un rasgo
entre ellas. El contenido de este capítulo es un
de ciertas mujeres y sus parejas en un determi-
primer paso en esa dirección. Nos proponemos,
nado momento, que como un fenómeno social
en primer lugar, mostrar algunas coincidencias
de carácter dinámico que evoluciona a lo largo
y divergencias existentes entre varias encuestas
del tiempo.
sobre la magnitud y la severidad de la violencia
El problema de la comparabilidad entre las encuestas no es exclusivo de este país. Por el
queremos argumentar aquí que es indispen-
contrario, tanto en Europa (Kury, Obergfell-
sable que los formuladores de políticas públi-
Fuchs y Woessner 2004), como en Estados Uni-
cas y programas sociales, así como los activistas
dos de América (EUA) (Bachman 2000), y Canadá
que integran las diversas organizaciones civiles
(Johnson y Bunge 2001), han comenzado a
que luchan por la erradicación de la violencia
publica rse diversos análisis comparativos entre
de género se formen en la interpretación y el
varias encuestas, con el fin de identificar tanto
uso de los datos que producen las encuestas, y
datos relativamente "estables"y factores de ries-
se familiaricen con las divergencias que suelen
go asociados a la violencia de pareja (Thomp-
presentarse entre ellas. No es conveniente ba-
son, Saltzman y Johnson 2003), como los princi-
sar la solicitud de un mayor presupuesto para
pales problemas y limitaciones metodológicas
un estado que determinada encuesta identi-
que impiden la generación de datos más con-
fica como de muy alta prevalencia de violencia
fiables. También en esos contextos se ha dado
de género, o la evaluación de un programa de
el fenómeno de la generalización de los datos
prevención de la violencia y atención a mujeres
en el debate público (Hagemann-White 2001),
víctimas de violencia de pareja en una cifra que
así como el de la construcción diferencial del
puede variar significativamente de una encues-
objeto de estudio por las diversas encuestas y
ta a otra. Y, en tercer lugar, llamar la atención
fuentes de información (Gelles 2000). Y en to-
sobre la importancia de posibles encuestas
dos los casos el denominador común es el cre-
subsecuentes sobre el tema para que adopten
ciente llamado a tomar con las debidas reservas
un"núcleo"de preguntas comunes, que garan-
los datos que producen las encuestas, y a unifi-
ticen una construcción comparable del objeto
car en lo posible la forma de medición de la vio-
de estudio y permitan, por lo tanto, una mejor
lencia de pareja en los estudios subsecuentes.
evaluación y seguimiento de las cifras. Sos-
A pesar de que ya contamos en México con
tenemos, en última instancia, que junto a la
varias encuestas nacionales que han explorado
necesidad de realizar periódicamente encuestas
de una forma u otra el problema de la violencia
nacionales sobre violencia de género, se debe
de pareja contra las mujeres, hasta el momento
incentivar el desarrollo de consumidores inteli-
no se ha realizado ningún análisis comparativo
gentes de la información disponible.
2 Sólo recientemente algunas encuestas han comenzado a incorporar esfuerzos de medición de aspectos como el
grado de libertad de la mujer al interior de la pareja, su nivel de autonomía, su capacidad de decisión en asuntos importantes, la forma como se divide el trabajo en el hogar, etcétera. Pero, como en el caso de la medición de la violencia, estos esfuerzos han sido hechos también de manera independiente entre sí.
1261
de pareja contra las mujeres. En segundo lugar,
SCA
CARACTERIZACIÓN DE LAS ENCUESTAS I análisis que presentamos en este capí-
El cuadro II presenta una síntesis comparati-
tulo se basa en los datos producidos
va de las principales características de estas en-
por cuatro encuestas nacionales, todas ellas diferentes entre sí (cuadro I). Dos de ellas
cuestas, en función del interés de este capítulo:
(ENSARE y ENSAR) tenían como objetivo ex-
puede apreciarse, cada una de las cuatro en-
plorar sobre todo cuestiones de salud reproductiva, pero incluyeron un módulo de pre-
cuestas presenta características propias, lo que dificulta la comparación de resultados entre sí.
guntas sobre violencia en la pareja. Las otras dos, en cambio, tenían como objetivo primor-
Además de las diferencias ya mencionadas, hay que señalar que dos de las encuestas omiten
dial generar datos sobre la violencia de pareja que sufren las mujeres en este país (ENVIM y ENDIREH). Al mismo tiempo, dos de estas en-
toda medición sobre violencia económica (ENSARE y ENSAR),4 mientras que las otras dos la
cuestas (ENSARE y ENVIM) fueron realizadas entre la población usuaria de los servicios de
física y sexual. La ENVIM incluyó dos preguntas
salud; la primera, por tanto, es representativa de la población femenina 3 de 12 a 54 años de
la ENDIREH incluyó seis; esta diferencia reper-
E
edad, usuaria de los servicios de salud urbanos del IMSS en el país; la segunda es representa-
la violencia de pareja contra las mujeres. Como
incluyen, además de la violencia emocional, para medir violencia económica, mientras que cute directamente en la calidad de las mediciones que a ese respecto cada una puede hacer.
tiva de la población femenina de 15 años de
A diferencia de la ENSARE y la ENSAR, tanto la ENVIM como la ENDIREH incluyen preguntas
edad y más, usuaria de los servicios de salud del IMSS, del Instituto de Seguridad y Servi-
sobre la frecuencia con la que se presentan las diversas formas de violencia, lo que permite cal-
cios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE) y de la SSA del país. Las otras dos, en
cular índices de severidad de las mismas. La ENDIREH, sin embargo, no incluyó estas preguntas
cambio, son encuestas de hogares, por lo que sus resultados tienen mayor representatividad
en relación con la violencia sexual, por lo que, como veremos, el cálculo que se puede hacer
a escala nacional: la ENSAR es representativa de todas las mujeres de 15 a 49 años de edad
sobre la severidad de esta forma de violencia es más limitado.
de este país; la ENDIREH lo es de las mujeres
Por otra parte, la ENSARE es una encuesta esencialmente urbana, mientras que las otras
de 15 años de edad y más que tienen pareja y que conviven con ella. Esta última, además, es la primera encuesta nacional de hogares que se realiza en este país y en América Latina, so-
tres encuestas sí permiten una diferenciación
bre el problema de la violencia de pareja contra las mujeres.
4 La ENSARE y la ENSAR, además, incluyen preguntas acerca de la violencia que ejercen las mujeres contra sus parejas. Si bien no retomaremos esta información en este capítulo, se trata de esfuerzos pioneros que se inscriben dentro de lo que se recomienda actualmente en la literatura internacional: estudiar la violencia doméstica en su carácter interaccional, deponiendo los análisis unidireccionales (es decir, aquellos estudios que se centran sólo en la violencia que se ejerce contra las mujeres), sin perder de vista, por supuesto, el carácter asimétrico y desfavorable para las mujeres de la violencia de pareja (Swan y Snow 2002; Das Dasgupta 2002; Kimmel 2002; Worcester 2002).
3 La ENSARE incluyó también una muestra de población masculina usuaria de servicios de salud. Y dicha población también fue interrogada sobre la violencia de pareja que ejercen y que sufren, lo que la constituye en una encuesta pionera en este país. En este capítulo, sin embargo, sólo nos referiremos a la muestra femenina de esta encuesta.
1127
INUORME NACIONAL
j
por tipo de localidad (rural/urbana).5 La mues-
cuadro que la variable en la que difieren más
tra de la ENVIM es representativa de las usuarias
las diversas encuestas entre sí es la de "estrato
de los servicios de salud mencionados para cada
socioeconómico", precisamente porque cada
estado de la república, mientras que la ENSAR
una se orientó a muestras de población diver-
sólo incluyó muestras estatales para ocho esta-
sa/1s (cuadrd D. Por otra parte, la ENVIM es la en-
dos, y la ENDIREH para 11 (cuadro ID. La ENVIM
cuesta más urbana, mientras que la ENSAR 2003
cuenta con una muestra autoponderada, mien-
es la que presenta la proporción más alta de po-
tras que las otras tres encuestas cuentan con
blación rural. La ENDIREH reporta la proporción
ponderadores para expandir los resultados al
más alta de mujeres que trabajan fuera del hogar,
tamaño de la población que representan. Algu-
mientras que la ENSAR 2003 reporta la propor-
nas características sociodemográficas de las mu-
ción más baja. En términos de edad media de las
jeres analizadas en cada una de estas encuestas
mujeres y número de años de escolaridad, las cua-
se sintetizan en el cuadro III. Se aprecia en dicho
tro encuestas son bastante parecidas entre sí.
ESTRATEGIAS PARA FACILITAR EL ANÁLISIS COMPARATIVO
E
s importante señalar que tres de las cua-
hemos preferido comparar cuatro formas gene-
tro encuestas (ENSARE-98, ENVIM y EN-
rales de violencia, a partir de la forma particular
DIREH) coinciden en cuanto al período
en la que cada encuesta las exploró: la violencia
de referencia (últimos 12 meses). La ENSAR 2003,
física, la sexual, la emocional y la económica.
en cambio, indaga si la entrevistada ha sufrido
En términos de violencia física, las cuatro en-
violencia alguna vez. Ello, desde luego, consti-
cuestas coinciden en tres formas específicas: gol-
tuye una límitante adicional para nuestro inten-
pes con la mano, agresiones con arma blanca y
to de análisis comparativo, si bien no lo vuelve
agresiones con arma de fuego. Las once formas
imposible.
de violencia restantes listadas en dicho cuadro
El cuadro IV muestra las diversas formas de
fueron exploradas por tres o menos de las en-
violencia que fueron exploradas por el conjun-
cuestas en cuestión. Sin embargo, a pesar de
to de las cuatro encuestas; permite visualizar la
que no existe plena homogeneidad, a los efec-
variabilidad que existe entre las encuestas res-
tos de este análisis se considera como "caso" (de
pecto al tipo y número de tópicos explorados
mujer que sufre violencia física) a todas aquellas
para cada forma de violencia. Para el análisis
mujeres que reportaron haber sufrido al menos
que sigue podríamos haber elegido comparar
una de las formas de violencia señaladas en el
sólo ítems de violencia que fueron preguntados
cuadro, en los últimos 12 meses.
en las encuestas (por ejemplo: "¿la ha atacado
La violencia sexual, por su parte, fue medida
con un arma de fuego?"). Sin embargo, dada
de manera muy semejante por la ENVIM y la EN-
la gran variabilidad respecto a los ítems espe-
DIREH, y de forma más indirecta por las otras
cíficos que fueron explorados, una estrategia
dos encuestas. Como en el caso de la violencia
de este tipo nos limitaría en extremo el análisis
física, a los efectos de este análisis se considera
comparativo que estamos intentando. Por ello,
"caso" a todas aquellas mujeres que reportaron al menos una forma de violencia sexual en los últimos 12 meses.
5 Se definen como comunidades rurales a aquellas de hasta 2 500 habitantes, mientras que comunidades urbanas son aquellas de más de 2 500 habitantes.
1281
El caso de la violencia emocional es diferente a los dos anteriores. El cuadro III muestra los diferen-
ViC` ENCIA COTIDIANA. CAPITULO V. b1OL.ENC!A 1)1: pARLL.,, cy-)N i R,i MCI ERE; EN mEX1CO: EN BUSCA DE DATOS CONSISTENTES
tes ítems que exploraron las cuatro encuestas. Así,
visto, sus estrategias para hacerlo variaron con-
no podemos considerar como un"caso"de violencia
siderablemente. Por tanto, como en la violencia
emocional a una mujer que reporta simplemente
emocional, en la ENDIREH el criterio para con-
un ítem de éstos. Necesitamos construir un indica-
siderar a una mujer como "caso" (de violencia
dor más sólido que ese solo dato.6 Por ello, en el
económica) es que haya reportado al menos un
caso de la ENVIM y de la ENDIREH, el criterio fue
incidente, pero varias o muchas veces, o bien
que las mujeres hayan reportado al menos un inci-
varios incidentes al menos una vez. En la ENVIM,
dente pero"varias"o"muchas veces", o bien varios
frente a la imposibilidad de aplicar este criterio
incidentes aunque sea una sola vez. En el caso de
dado que cuenta con sólo dos preguntas, deci-
la ENSARE y de la ENSAR, que no exploraron fre-
dimos considerar como"caso"a cualquier mujer
cuencia de los incidentes (y en donde, por tanto,
que haya reportado algún incidente.
no es posible aplicar el criterio anterior), se deter-
Finalmente, los universos de población de
minó no considerar a las mujeres que reportaron
las cuatro encuestas presentan cierta variabi-
sólo "gritos" y, simultáneamente, considerar como
lidad entre sí. Para homogeneizar las muestras
"casos de violencia emocional" a aquellas que re-
con fines comparativos, adoptamos la decisión
portaron dos o más incidentes.
de centrar nuestro análisis sólo en las mujeres
La violencia económica sólo ha sido explorada por la ENVIM y la ENDIREH..Pero, como hemos
de entre 15 y 49 años de edad que tengan pareja (unidas o casadas) y que convivan con ella.?
PREVALENCIA GENERAL DE LOS DIVERSOS TIPOS DE VIOLENCIA
L
a figura 1 muestra las prevalencias de
como referencia para fundamentar políticas y
violencia, en sus diversas formas, de acu-
programas de intervención.
erdo con los resultados de las encuestas
A propósito de la violencia sexual, es me-
que estamos comparando. Llama la atención
nester tomar en consideración que la medición
la homogeneidad de la prevalencia obtenida
realizada por la ENSAR y la ENSARE fue limitada
al medir la violencia física: en tres de las cuatro
e indirecta; de ahí que las prevalencias reporta-
encuestas fluctúa entre 10.3 y 11%. Sólo la EN-
das sean bajas. En cambio, el tipo de medición
SAR reportó una prevalencia superior (13.6%),
que hicieron las otras dos encuestas se aseme-
aunque sigue siendo una cifra muy cercana a
jan mucho, y consecuentemente los resulta-
las anteriores. Consideramos que se trata de un
dos que ofrecen también son consistentes: la
resultado consistente 8 que puede ser utilizado
6 Sin un filtro como éste, la prevalencia de violencia emocional puede ser muy alta, pues incluiría a mujeres que reportan, por ejemplo, que su marido les ha gritado. Los casos de este tipo, sin embargo, se parecen más a las mujeres que no reportaron ningún incidente de violencia, que a aquellas que reportaron muy severas formas de abuso. Para que el análisis de este tipo de encuestas nos acerque mejor a la caracterización de la violencia y a la identificación de sus principales causas, debemos "hilar más fino" en lo que a construcción de la variable dependiente se refiere.
7 Dado que la ENSAR 2003 incluyó sólo a mujeres de hasta 49 años de edad, debemos adoptar este límite para las cuatro encuestas. Si bien esta decisión implica ajustes en el tamaño de las muestras, como se puede apreciar en el cuadro III las muestras que nos quedan siguen siendo apropiadas para el análisis estadístico. 8 Cuando se recurre a la estadística, algunos autores suelen hablar de "datos duros"frente a cifras que se reiteran a lo largo de diversos estudios. En este capítulo, sin embargo, in sistimos en que los datos sobre violencia contra las mujeres son función del tipo de instrumentos utilizados para generarlos. Por lo mismo, preferimos hablar de"datos consistentes".
1129
vicq.L-.1
prevalencia fluctúa entre 7.53% (ENVIM) y 8.3%
y de manera muy diferente. La ENVIM incluyó
(ENDIREH).
dos preguntas sobre el tema, y obtiene una
En contraste con la consistencia encontrada
prevalencia de 5.4%, mientras que la ENDIREH,
para las prevalencias de violencia física y violen-
que incluyó seis preguntas, detecta una preva-
cia sexual, la medición de la prevalencia de
lencia de 30%. La correlación positiva entre
la violencia emocional se presenta altamente
número de preguntas y la magnitud de la pre-
problemática e inconsistente, precisamente por-
valencia observada parece evidente, por lo que
que las diversas encuestas presentan variacio-
resulta claro que estamos frente a un tema para
nes importantes respecto al tipo de preguntas
el que hay pocas mediciones (dos encuestas), y
utilizadas para explorarla. Sorprende que la
cuyos resultados son muy inconsistentes.
prevalencia más baja sea la detectada por la
En resumen, las formas de violencia con
ENVIM (21.77%), mientras que la más alta sea
más dificultades para su medición (emocional
la de la ENDIREH (37.1%), siendo que los instru-
y económica) son las que más alta prevalen-
mentos de estas dos encuestas, sin ser del todo
cia registran entre las mujeres de 15 a 49 años
iguales entre sí, son los más parecidos al com-
de edad, unidas o casadas y que conviven con
parar a las cuatro encuestas conjuntamente. La
su pareja; mientras que las prevalencias de la
ENSARE, por su parte, detectó una prevalencia
violencia física y sexual son menores a la mitad
de 24%, y la ENSAR de 30%. De lo anterior se
de aquéllas y su medición es más consistente
desprenden dos comentarios: a) de las tres for-
entre los instrumentos comparados. Esta ob-
mas de violencia revisadas, la emocional es la
servación resulta consistente con el problema
que parece contar con una prevalencia más
que se está analizando, pues siendo la violen-
alta, lo cual es consistente con lo notificado en
cia una expresión específica de la dominación
otros estudios en México (Castro 2004), y b) ya
de género, cabe imaginar que ésta se expresa
que la variación de la prevalencia emocional
y se reproduce primordialmente por vías me-
detectada por las cuatro encuestas es de más
nos agresivas, pero no menos efectivas, que la
de 15 puntos porcentuales, estamos frente a un
violencia física y sexual: la violencia emocional
dato inconsistente que requiere de un mayor
y la económica son tácticas de dominación y
refinamiento en estudios subsecuentes.
sometimiento que se despliegan mucho más
Por último, la prevalencia de la violencia económica sólo fue medida por dos encuestas,
frecuentemente entre las mujeres de nuestro estudio, que la violencia física y sexual.
PREVALENCIA POR TIPO DE LOCALIDAD
L
a figura 2 presenta información también
para ambos tipos de localidad (alrededor de
sobre prevalencias, pero estratifica por tipo de localidad (rural o urbana). La EN-
11%), la ENSAR registra una prevalencia mayor
SARE no distingue entre población urbana y rural, por lo que no puede ser considerada en
1301
en las ciudades (14%) que en las zonas rurales (11%; ji-cuadrada significativa, p< .001). La información para la violencia emocional
esta figura. Como en el caso anterior, la mayor
es menos consistente: dos de las tres encues-
consistencia entre las encuestas se observa res-
tas (ENDIREH y ENSAR) documentan una mayor
pecto a la violencia física. Mientras que la ENDI-
prevalencia en las localidades urbanas (38% vs
REH y la ENVIM reportan la misma prevalencia
33%, y 32% vs 25%, respectivamente) y en am-
VIOLENCIA COTIDIANA. CAI •
bos casos ji-cuadrada es significativa (p< .001);
que en las rurales (1.9%; ji-cuadrada significativa,
mientras que la ENVIM reporta lo contrario:
p
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