Waldo Jordán: Palabras de Homenaje

July 22, 2017 | Autor: Vicky Saenz | Categoria: Social and Cultural Anthropology
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A diferencia de la mayoría de estudiantes y docentes, yo conocí a Waldito como compañero de estudios de estas Carreras. Debió ser alrededor de 1988, cuando como estudiante inscrita en Antropología y laburante simultánea en la oficina local de Naciones Unidas, había llegado a un agotamiento físico tal al tratar de desempeñarme en ambas labores, que no pude continuar mis estudios emprendidos en 1987, junto con mis compañeros de esa generación, entre los cuales estaban Claudia Rivera, José Teijeiro -ex Decano de la Facultad-, y Freddy Michel -ex Jefe de Carrera-.
Me desmarqué de ellos para llevar de a 3 materias el semestre normal de 6, y así fue que empecé a tener como compañero de estudios a Waldito. Lo que me viene a la memoria de esos años es lo gracioso y ocurrente que era. Siempre nos hacía reír en clases: él le puso el sobrenombre de "Ubre" a nuestro compañero Huber Catacora, en ese entonces estudiante de Arqueología, jugando con las letras de su nombre. Él le puso también el apodo de "espalda plateada" a uno de nuestros compañeros de Antropología, que más tarde llegó a convertirse en esposo de nuestra querida y recordada docente Jacqueline Michaux, ahora ausente de Bolivia por retorno a su tierra de origen… Juan Antonio usaba por entonces una notoria chaqueta de cuero gris claro que fue la que provocó la ocurrencia de Waldito – relacionarla con el famoso gorila que lidera a su grupo por su espalda canosa, que lo hace inmediatamente reconocible para los indisciplinados jóvenes y machos y otros asuntos locales.
Recuerdo también su pasión ya asentada previamente por los tejidos… cómo se le iluminaban los ojos cuando hablaba de ellos, aprovechando cualquier ocasión de trabajo universitario para plantear el tema… Con él descubrí mi enorme ignorancia al respecto, imperdonable desde sólo la estética que me hacía compartir su pasión.
También nos enteramos, estudiando con él, que venía de una previa formación como pedagogo… como tal daba clases en uno o varios colegios… no recuerdo haber sabido cuáles eran.
Esos años pasaron volando… como siempre cuando algo es grato en la vida: ¡parece tan breve!
Luego vinieron los años de las tesis, de las defensas… al desconectarnos a partir del egreso, no supe qué tesis preparó ni cuándo la defendió, ni siquiera quién fue su tutor… o tutora. También recuerdo que en alguna ocasión me comentó su participación en los años noventa, en el gran proyecto de reforma educativa que emprendió el gobierno, bajo el nombre de educación intercultural bilingüe... Y que era asimismo docente en la Universidad Católica de La Paz.
Pero sólo volvimos a reencontrarnos en el ejercicio de la docencia dentro de estas Carreras. Y recuerdo en particular cómo, con ocasión de la titularización de materias en el año 2000, yo deseaba mucho ser docente de la materia recién creada de "Antropología Aplicada"… el tema me interesaba y provocaba, por sus implicaciones prácticas en el ejercicio de la Antropología.
Sin embargo, por esas cosas del destino, él postuló y la ganó y yo, porque el destino sabía lo que hacía, me convertí en docente titular de su correlato en el pensum: la materia de Antropología del Desarrollo, mucho más acorde incluso con la tesis de licenciatura que yo había terminado de escribir ya en 1995. Fui inclusive tribunal de su concurso de méritos para esa materia, y entonces percibí lo que Waldito podía ser en su calidad de posible docente de las carreras...
Un día me lo encontré, como siempre por pura casualidad, en la secretaría de las carreras que, por entonces, permanecía en el 5º piso del edificio central e histórico, conocido como "el monoblock". Lo noté muy cambiado, con el pelo encanecido, él que siempre lo había tenido muy negro, y notoriamente demacrado. Cuando, preocupada, le comenté sobre su aspecto, me contestó que había sufrido una descompensación en su salud, me mostró su cuello en el que observé una cicatriz muy grande que iba horizontalmente, debajo de la oreja izquierda, con unos 5 cm de largo… me impresionó y no tuve el valor de indagar más sobre los detalles, pues no quería ser ni indiscreta ni, como él decía de manera cáustica: "metiche". ¿Fue allí cuando algo había empezado a pasar con su salud? Nunca lo supe. Y no fue porque no quisiera saber… Poco a poco lo vi recuperar color, incluso en el pelo, y sus acostumbradas ocurrencias e ironía.
Para entonces nuestra relación se había convertido en una de "colegas", por causa de la docencia que habíamos empezado a ejercer en la UMSA. Y, nuevamente, su sentido del humor fue lo que acentuó ese gran cariño que creo que mutuamente nos tuvimos.
Porque, en mi recuento de lo que vino pasando en todos estos años que volaron desde entonces, recuerdo sus graciosos apuntes, comentarios, reacciones a diferentes situaciones por las que atravesamos por causa de lo que ocurría en nuestras carreras… ¡y ocurrieron tantas cosas! Peleábamos desde nuestras diferentes posiciones como docentes… peleábamos como podíamos, y Waldito siempre se encargó de hacerme saber que estaba de mi lado… incluso me aconsejaba no tomarme tan en serio las cosas que pasaban y mandar todo a la… o sea, a donde no nos molestara.
En algún momento recuerdo también haberle ofrecido consuelo con unas cuantas palabras, cuando lo vi tan abatido por el deceso de su mamá en Cochabamba… ¡estaba tan desolado!
Todavía me sale en mi correo Gmail, cuando lo reviso, la lista de personas conectadas, en la que Waldito está ahí con el circulito anaranjado que señala "inactivo"… he juntado y releído todo correo que tuviera intercambiado con él… y he encontrado cositas como estas:
En el año 2013, cuando se formaron comisiones para reformular el pensum de las carreras, trabajo que tristemente no llegó a nada útil, fuimos convocados Waldito, Alfredo Aparicio, Dolores Castro y yo, por la comisión que revisaba el pensum de Antropología… tuvimos tan tristes momentos al ver lo que estaban intentando hacer con nuestra carrera para formar a estudiantes, que no nos fue posible evitar reaccionar consternados ante lo que ocurría… intercambiamos correos expresando nuestra indignación y Waldito, el 2 de agosto de ese año, me escribió lo siguiente:
Solo digo ji, ji
un abrazo,
me gusta leerte, me acuerdo de ti y los tiempos de compañeros de estudio,
un abrazo!!

¿No les parece que hasta su vocecita podemos escucharla al leerle?
Los días pasaron… los años también. En febrero pasado, José Teijeiro mandó muy preocupado un mail sobre las actividades del grupo ADA-La Paz. Luego de comprender qué y cuál era el motivo de su consternación, envié mi respuesta también por mail. El 1º de marzo Waldito terció con estas palabras:
Aplaudo lo que anota Vicky.
Luego, cuando Salvador Arano defendía su tesis de licenciatura en Arqueología, a la que gentilmente me invitó, escuché de Carmencita Díaz que Waldito estaba enfermo… quise saber inmediatamente qué le pasaba, pero ella no tenía más detalles y me respondió que no sabía a quién preguntarle.
Inmediatamente traté de averiguar más, pero entonces pensé que lo mejor era escribirle directamente, así que le mandé el siguiente correo:
waldito querido,
he oído que estás maluquito? espero que no sea nada grave y que pronto pueda saber de ti
un abrazo muy fuerte

Era el 13 de marzo pasado… ¡lo había visto hacía sólo unos días en la Carrera! Me contestó el mismo día con estas lacónicas palabras:
gracias muy jota
Nuevamente, no quise ser impertinente y sólo atiné a devolverle estas líneas al día siguiente:
fff... pero waldito... mejorate ya? y luego nos tomamos cafecito para charlar?

El 14 de marzo, a las 6h14 pm, como registra mi mail, me contestó lo siguiente:

gracias querida Vicky

Waldito… lo único importante, lo único que me importa, es que ya no estés sufriendo… los que sufrimos somos quienes nos quedamos… sin ti, sin tu presencia, sin tu sonrisita picarona, sin tu vocecita tan peculiar.
Pero pronto te volveremos a encontrar… ¡no dejes de esperarnos!




Memorias de un compañero de estudios: Waldo Jordán
Por: M. T. Virginia Sáenz V.
La Paz, abril 2015


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