Muertos cercanos ¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Muertos cercanos

¿ Cuá l e s la per s ona m ás c erc ana q ue l e fue as es inada? G er ar d Mar t i n, Kat er yne Ate hortúa

Probablemente, nada produce tanta sed de vivir, tanto apego a la vida, tantas ganas de sentir, como la cercanía a la muerte». Héctor Abad Faciolince, El escritor y sus fantasmas, 2010

Contenido Martin, Gerard Muertos cercanos: ¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada? / Gerard Martin, Kateryne Atehortúa. -- Medellín: La Carreta Editores, 2014. páginas; 22 cm. Incluye índice de contenido 1. Violencia - Medellín (Antioquia, Colombia) 2. Asesinatos - Medellín (Colombia) 3. Masacres - Medellín (Colombia) I. Atehortúa, Kateryne II. Tít. 303.6 cd 21ed. A1441090

Prefacio: Héctor Abad Faciolince………………………………………………

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Prólogo: Gerard Martin……………………………………………………………

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1. No sé bien las razones…………………………………………………..………

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2. Lo mataron a tiros……………………………………………………….………

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3. El día menos pensado………………………………………………….……….

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4. Siempre me he alejado………………………………………………………….

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5. Era un domingo por la noche……………………………………………….

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6. Dos tiros le pegaron…………………………………………………….……….

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7. No he tenido una pérdida de ese tipo..................................……...

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8. «Pero ¿no acabaron de jugar pues?».....................................………..

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9. La mataron por un problema...............................................……....

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10. Eran las siete y media de la noche.....................................……....

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11. El más cercano fue un amigo.............................................……….

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12. Ninguna muy cercana, pero vecinos sí, demasiados..........……….

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13. Veníamos y veíamos todo eso.............................................………

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14. Se dice que se confundieron, que no era para él...............……….

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Muertos Cercanos es una publicación de La Carreta Editores en coedición con Universo Centro.

Mapas .....................................................................................………..

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Código ISBN: 978-958-8427-87-4

Línea de tiempo de las violencias...........................................………..

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© 2015 Gerard Martin y Kateryne Atehortúa © 2015 La Carreta Editores E. U. © 2015 Universo Centro

Glosario de Parlache................................................................……….

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CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

Corrección: Simón Ospina Diseño: Gretel Alvarez Coordinación de producción: Universo Centro Editor: César A. Hurtado Orozco E-mail: [email protected]; [email protected] Teléfono: (57) 4 250 06 84. Medellín, Colombia. Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia por Legis. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidas las lecturas universitarias, la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler público.

Prefacio Por: Héctor Abad Faciolince “No nos importa lo que nos sucede, sino lo que nos decimos de lo que nos sucede”. Epicteto ¿A ti te han matado a alguien? Esta es la pregunta, cruda y dura, que le hicieron a mucha gente los autores de este libro. Y lo curioso, lo horrible, es que en Medellín casi siempre resulta que la respuesta es sí: que te han matado a alguien de la familia, a un amigo o a un conocido, a un vecino, en fin, a alguna persona cercana. Parece una pregunta despiadada e inútil, pero no lo es: son las respuestas a esa pregunta las que nos dan las dimensiones de nuestra tragedia de violencia. Hay algo de sadismo y de masoquismo en la lectura de los testimonios que conforman este libro: se mira el sufrimiento ajeno y, secretamente, se lo compara con el propio. Quizá por eso mismo, al leerlo, sentimos un cierto morbo frenético que nos impulsa a seguir hasta que de pronto, inesperadamente, el relato llega al cuerpo de un muerto que era tuyo, y no de un transeúnte. Su lectura tiene el encanto que tienen el horror y las pesadillas. Acaba de pasar algo espantoso y vamos a mirar, y lo que miramos, de repente, tiene tu propio rostro. Nos hemos despertado de la más angustiosa pesadilla y no queremos olvidarla, la memoria la repite. De ahí que Los Muertos cercanos sea un valioso ejercicio psicológico y sociológico. Es directo y perturbador, como cuando somos testigos de un hecho de sangre en cualquier esquina de la ciudad, y miramos con curiosidad despiadada e inoportuna, como diciéndonos: siquiera no fui yo, siquiera no fue nadie de mi familia. Tal vez lo más inquietante de estas revelaciones es que en los entrevistados podrá existir mucha conmoción, pero también hay mucho desparpajo ante los asesinatos que relatan. Y esto, precisamente, para bien o para mal, dice mucho de nuestro talante. No es la indiferencia ante el dolor ajeno, como podría pensarse, pues no solo se trata de la

muerte de un vecino más. Caen hijos, padres, hermanos, amigos, tíos, novios, primos y sobrinos. No es indiferencia, sino crudeza, como si el pudor fuera derrotado por las ganas de que se sepa algo muy simple: «yo también he sufrido.» Es posible que algunos lectores de este libro hayan hecho alguna vez el inventario macabro de personas cercanas que hayan muerto asesinadas. Pero casi ninguno, supongo, se ha detenido a reflexionar en la manera como estas experiencias son relatadas. Aquí nos damos cuenta no solo de que la vida vale poco, en nuestra ciudad, sino también de que nos acostumbramos a la muerte y la vivimos como riesgo, como cuento y casi como espectáculo. Es probable que el riesgo como motor existencial sea fascinante, pero los extranjeros, para el caso este atento testigo de nuestra ciudad, Gerard Martin, se sorprenden y aterran más que nadie por la manera carnavalesca y desparpajada como nos referimos a la muerte, a nuestra propia muerte trágica. Este happening del horror, este carnaval de la muerte es un reflejo sin matices ni adornos de lo que somos. De un estilo de narrar y de vivir que se parecen, y hablan claramente de lo que somos y cómo lo contamos. Hay testimonios tan fríos que parecen gags de humor negro. Otros son más dolidos, sentidos y meditados. En todos hay cierto desenfado, sin embargo, como de personas que han tenido un trato íntimo y personal con la muerte. Es cierto que se habla como se es. No obstante, en estas respuestas espontáneas, y algunas muy ingenuas, también se siente que tenemos muchas cosas grabadas que quisiéramos poder olvidar por el solo hecho, importante y sencillo, de que las hemos vuelto palabras, de que las hemos contado.

Prólogo Muertos cercanos es el resultado de un interrogante: ¿Quién es la persona asesinada más cercana a Usted? Se trata de una pregunta que Kateryne Atehortúa y yo les formulamos a unos doscientos amigos, conocidos, choferes de taxi, estudiantes, bibliotecarios, colegas, maestros y otros profesionales en Medellín durante 2009 y 2010. La pregunta surgió en el contexto de la investigación para mi libro Medellín: Tragedia y Resurrección, como una manera de palpar lo generalizado que ha sido el impacto de la violencia durante aquellos treinta y cinco años en la vida personal de los medellinenses. Era una pregunta entre muchas otras. Sin embargo, cuando descubrí que la gran mayoría de las personas entrevistadas afirmaba tener personas cercanas que habían sido asesinadas, que sus respuestas eran en general inmediatas y muy directas, y que casi nadie se negó a responder, entendí que la pregunta provocaba respuestas que revelaban algo más profundo e íntimo sobre el trauma vivido en la ciudad. Entonces, decidí que valdría la pena realizar una publicación independiente con las respuestas a esta pregunta. Walter Kempowski ya había mostrado el poder revelador que una pregunta específica puede tener respecto a determinados hechos de un período histórico, cuando en 1973 reunió, en un libro relativamente corto, las respuestas a su pregunta «¿Usted ha visto a Hitler?», formulada de manera aleatoria en Alemania a decenas de personas. Al trabajar en Medellín recordé este libro y volví a leerlo. Me pareció que, con el tiempo, no había perdido nada de su capacidad reveladora respecto al vínculo entre Hitler y los alemanes, no obstante el carácter poco académico y asistemático de su estudio de opinión. El historiador Sebastian Haffner, en el posfacio al libro de Kempowski, reflexiona, entre otros aspectos, sobre cómo la hábil pregunta indirecta de Kempowski logra mostrar, en las respuestas, una tensión entre la admiración que muchos recuerdan haber sentido por Hitler cuando Alemania pasaba, en palabras de Haffner, por la «gran enfermedad colectiva de la fiebre hitleriana», y la vergüenza que sienten en el momento de la entrevista, es decir, pasados entre veinticinco y cuarenta años. Aunque la metodología de Muertos cercanos tiene mucho que ver con la aplicada por Kempowksi, nuestro tema (la relación entre los medellinenses y la intensa violencia vivida en la ciudad) y el contexto (un régimen democrático) son, sin duda, radicalmente diferentes. Además, nuestra pregunta es más directa. Su aspecto más revelador es, en primera instancia, la simple constatación de que hay muchas personas de Medellín que, sin tener que pensar, pueden mencionar una persona cercana que ha sido asesinada. Comunicar la dimensión o el impacto de la violencia en números o tasas de homicidio es un ejercicio importante para los expertos, pero, para muchos otros, no permite realmente palpar la gravedad de una situación. Sobre un período de treinta y cinco años (1975-2010), Medellín sufrió, en total, alrededor de noventa mil homicidios. Es decir, que solo en esta ciudad los homicidios fueron, en promedio, durante aquellos treinta y cinco años, cuarenta y cinco veces mayores que durante el conflicto de Irlanda del Norte, y las víctimas fueron superiores (también cuarenta y cinco veces) que en las guerras

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Muertos cercanos • No sé bien las razones

civiles de El Salvador (75.000) o Nicaragua (60.000). Hubo dos veces más homicidios en la ciudad que soldados muertos en Vietnam (alrededor de 48.000). Pero esta cercanía a la violencia homicida se explica de una manera más elocuente e intensa con las respuestas a nuestra pregunta que con estas cifras. Más allá de la frecuencia con la cual estas personas responden de manera afirmativa a la pregunta, son reveladores y dolorosos el contenido y la forma de las respuestas. Kateryne Atehortúa, profesora de lengua castellana y literatura en una institución educativa pública en Manrique, sector popular muy afectado por la violencia de Medellín, y con quien yo venía caminando para explorar barrio tras barrio de la ciudad, se interesó por el trabajo y asumió la tarea de sistematizar y mejorar mis apuntes de las entrevistas ya realizadas, y de ampliar la colección de testimonios, con nuevas entrevistas y grabaciones, vívidas y precisas. El protocolo para abordar personas con la pregunta, sin embargo, continuaba siendo el mismo. Explicábamos que se trataba de una investigación académica sobre cómo los medellinenses han vivido y todavía experimentan la violencia, y que queríamos hacer una entrevista de cinco a diez minutos, para, a partir de estos y otros materiales, publicar un libro. Los pocos que se negaron a participar, en general aducían razones de tiempo. Siempre abrimos la entrevista con preguntas generales, para después aterrizar en la pregunta esencial, a veces ampliada con preguntas adicionales para precisar detalles como lugares, fechas y circunstancias. Muchas personas extendieron sus comentarios de manera espontánea. Las respuestas aparecen aquí en un orden cronológico, según el cual fueron recolectadas. Descartamos algunos testimonios de personas que estaban de paso y relataron hechos no relacionados con la ciudad. Hemos mantenido las entrevistas con personas que trabajan en Medellín, pero manifestaron vivir en las afueras (no propiamente en ella), o también cuando los sucesos violentos referenciados tuvieron lugar por fuera de la ciudad, pero las personas vivían allí. También, incluimos algunas entrevistas realizadas por fuera de Medellín, cuando las personas relataron hechos de la ciudad, ya que consideramos que se trata, en todo caso, de un testimonio sobre el destierro, como una consecuencia insoslayable de la violencia. Al final del libro el lector encontrará mapas de Medellín, de su área metropolitana y del departamento de Antioquia, para que sea posible ubicar los sitios mencionados en los testimonios. En un momento dado considerábamos organizar las respuestas de manera sistemática, por ejemplo, a través de la relación con la víctima (padre, hermana, primo, etc.), por la época de los hechos (los ochenta, los noventa, la última década), por tipos de victimarios (bandas, milicias, paramilitares, esposos, etc.), o por el barrio u otro lugar específico de ocurrencia. Desde el punto de vista sociológico, estas diferenciaciones tienen sentido, ya que, en efecto, se pueden distinguir actores, lugares y tiempos. Aquí, sin embargo, se trata de representar cómo los medellinenses hablan de su relación con la violencia, al reflexionar sobre la muerte violenta de personas cercanas, y en sus respuestas parece

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haber una dimensión de universalidad que hace abstracción de tales referentes. Muchos dan fechas exactas e, incluso, la hora para los hechos que referencian, pero muy pocos los precisan en términos políticos, y casi nunca mencionan a un presidente, a un alcalde, o a determinada ley o reforma. Cuando mencionan paramilitares, guerrilla o narcotráfico, casi nunca mencionan a un grupo explícito o con nombre propio. Tampoco se observa una manera diferente de narrar los hechos que ocurrieron en estos últimos años o hace una o dos décadas. La única temporalización explícita mencionada con relativa frecuencia en las respuestas es la que se refiere al período anterior o posterior a la muerte de Escobar, aunque no siempre parecen recordar que esto ocurrió en diciembre de 1993. Pocas respuestas señalan causas o victimarios precisos y, más bien, son otra vez generalizaciones, como la violencia, el narcotráfico, las milicias, las bandas, los paramilitares, contextos como plazas de vicio, y problemas de extorsión o de inseguridad, pero todo casi como parte natural del paisaje urbano. Sin embargo, algunas respuestas son muy detalladas, y, aunque extensas, las hemos mantenido debido a su agudeza. Como se sabe, no obstante, la memoria juega trampas, y aquí no pretendemos, por tanto, que los testimonios tengan absoluta precisión histórica. Pero, no por ello, se deslegitima su valor. Con respecto a quienes manifestaron no haber experimentado el asesinato de personas cercanas, subrayan con frecuencia que esto se debe gracias al destino y a la buena suerte. Pero, al mismo tiempo, muchas veces, dejan constancia de que «la violencia» o «la situación» en todo caso los ha afectado de otras maneras. Nuestra organización del texto en breves capítulos es completamente arbitraria y no tiene ninguna pretensión de sistematización. Solo pretende dar al lector ciertos momentos de pausa, aunque la insoportable densidad de hechos violentos no hace más que reflejar la realidad de la ciudad. Además, durante la transcripción y edición decidimos mantener la jerga natural de los entrevistados y, por ello, incluimos un glosario de términos al final del libro. Desde 2004, la Alcaldía de Medellín, como parte del proceso de resurrección de la ciudad que ella lidera, implementó un programa de atención a las víctimas del conflicto armado, al considerar que la superación de la violencia únicamente es posible reconociendo y reparando sus derechos. El Museo Casa de la Memoria de Medellín, la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, y organizaciones como la Corporación Región, la Universidad de Antioquia y el Museo de Antioquia emprenden también iniciativas fundamentales en esta dirección. La publicación de estos testimonios no aspira a otro objetivo.

1.

No sé bien las razones

Gerard Martin Medellín, septiembre de 2015

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi papá. Lo mataron en el año 93 en Copacabana. No sé bien por qué lo mataron, pero lo más probable es que en ese tiempo, el de Pablo Escobar, a muchos mariguaneros que se hacían en una esquina a fumar los mataban, y creo que así pasó. Él era consumidor de perico también. No sé quién lo mató. Yo tenía cinco años, era una niña, para mí no fue nada. ¿Doloroso? Tengo imágenes, pero que yo me acuerde de un dolor, no. Solamente tengo imagen del momento en que a él lo enterraron, cuando estaba en el ataúd y lo iban a meter a la bóveda en el cementerio de Copacabana.

Mi primo cogió una escopeta y le disparó a otro primo menor. Lo que pasó fue que ellos estaban acostumbrados a jugar con la escopeta de la finca, todos los días la cogían y jugaban a los pistoleros. Entonces por esos días empezaron a sentir la presencia de ladrones o gente que se estaba metiendo a la finca. Mi tío, el papá de mi primo mayor, cogió la escopeta y la cargó, pero no les avisó, no le avisó a nadie. La cargó en la noche, la dejó ahí y en la mañana mi primo menor llegó a buscar a mi primo mayor para jugar otra vez a los pistoleros. Este cogió la escopeta, le apuntó en la frente y claro, lo mató.

(Mujer de 23 años, estudiante).

(Mujer de 25 años, teatrera, Robledo).

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Mi tío. Yo le pondría que ocurrió en los años 92 o 93. Esa noche, cuando lo mataron, yo tenía doce o trece años, y amanecía donde mi abuela. Como a las once de la noche sonó el teléfono: que mataron a Jairo. El man era medio bohemio. Me llevaba a tomar gaseosita mientras él se tomaba unos chorros. Me presentaba a las amiguitas de las cantinas. Una vez me cogió, yo como de seis añitos, y me puso un montón de fajos de billetes entre los pantalones, como que estaba traficando billetes falsos. Me montaba a mí con todo eso porque sabía que no me iban a requisar. Mi mamá se dio cuenta, y le prohibió sacarme. Entonces el tío dejó de ir por mí. Cuando lo mataron, estaba en una de las cantinas típicas de Bello, ahí cerquita al parque. (Hombre de 29 años, pintor, Bello).

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Un amigo.

Directamente, como que hayan matado a un amigo o a un familiar, no me ha pasado. El único ser cercano y querido que he llorado es un amigo que murió hace tres años, pero fue porque él tomó la elección, se suicidó. Yo te podría hablar de la violencia en Medellín más desde mi percepción como alguien que estudia desde las ciencias sociales, que como una víctima de esa violencia. (Hombre de 30 años, filósofo, Carlos E. Restrepo).

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Mi primo. En Santa Elena, en zona rural de Medellín.

Muertos cercanos • No sé bien las razones

Mi prometido. Hace aproximadamente veinte o veintiún años fue asesinado en el centro de la ciudad. Era un hombre joven, de 32 años, y, para ese entonces, de profesión comerciante. Fue asesinado en horas de la tarde, más o menos a las seis. Realmente es una historia de la que no se puede decir cuál fue la causa del asesinato porque, pues, no se supo. Lo que pasa es que uno no se espera eso de una persona que ve trabajar todos los días, ve luchar todos los días, a la que no se le vio vicio, a la que no se le vio malos comportamientos o abuso de la sociedad o de otras personas. Eso sí, era un trabajador acelerado, hasta con su vida. Pienso que lo mataron muy joven porque uno tener 32 años, y morir así, es irse demasiado joven. Es una historia que le marca a uno un poco la vida, los sentimientos. Han trascurrido veinte años y ya no se siente la tristeza que le invade a uno el alma, pero queda como ese profundo vacío. De hecho fue una persona muy cercana a mí, con la que conviví los momentos más bonitos. Básicamente es eso. (Mujer de 47 años, gerente, Laureles).

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Un amigo.

Hace un par de años. Era de la universidad y egresado de filosofía. Era jíbaro y un viernes, cuando salía de la Universidad, lo asesinaron. Le iba muy bien en ese negocio, entonces, por problemas con eso, lo mataron.

(Hombre de 24 años, estudiante, Manrique).

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Varios amigos. Eso fue en 1999, en el Municipio de Fredonia. Todos teníamos más o menos veintidós o veintitrés años. Estábamos reunidos varios amigos el 31 de Octubre, en Halloween, a las diez de la noche. Por lo general nos reuníamos alrededor de la pila a conversar y a reunir vaca para hacer algo de trago. Ese día, disfrazados, nos disponíamos a ir a la taberna La Cueva. Yo me acuerdo perfectamente de que yo me disfracé de monja. Para ese entonces había en el pueblo un grupo de jóvenes que se denominaban Los Calvos. Varios habían sido compañeros míos de estudio. Esa chapa la obtuvieron después de haber pasado un largometraje acá, la película Rodrigo D, con Ramiro Meneses. En la película se muestran unos pelaos también calvos, los combates y la problemática social de Medellín. Entonces de ahí, por un personaje de la película, ellos se denominaban Los Calvos. Ya asumían el papel de pillos en la esquina, y no seguían siendo los jóvenes alegres como éramos. Como a las doce de la noche nos llamó mucho la atención un conejo con un disfraz muy elegante. No era un pelao, era un man adulto, un conejo grande, un Bugs Bunny grande, estaba solo y nadie le prestó atención. Seguimos en la fiesta, cuando de repente este sacó un arma, una pistola grandísima, me imagino que era una Colt 45, e hizo como 12 tiros a dos de Los Calvos. Entonces a Darío Chucha le pegó cinco tiros, tres en la cabeza, otros en el cuello y en el pecho. Al otro, a quien le decían El Mos, le dio como otros cuatro o cinco y otros tantos quedaron en la pared. Lo que a mí más me marcó de estos muertos fue que eran compañeros de estudio, que de pronto estaban en la actitud de pillos. Disfrazados tal vez no los hubieran matado, pero como ese día no se quisieron poner una máscara, los mataron. (Hombre de 33 años, músico folclorista, Centro).

Por desgracia, hace veinte años un vicioso lo cogió a tiros en la calle. El problema no era con él, porque el vicioso iba por las calles así, todo loco, disparando. Le pegó un balazo por la espalda, lo llevaron a cirugía y allí murió. Los del sector dijeron que había sido un tipo todo trabado que andaba por ahí peleando con otros, todo loco, por ahí en los vicios. Mi hermano en ese entonces tenía 33 años, vivía con la señora, dejó una niña y trabajaba la construcción.

(Hombre de 44 años, oficios varios, Bello).

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Tres primos.

El primero fue hace unos dieciocho años, el segundo hace trece años, más o menos, y el último hace, apenas, alrededor de un mes. El primero ocurrió en el barrio Castilla. Le dieron por problemas personales con otras personas que eran anteriormente amigos. Era en la mañana, el día apenas comenzaba y le pegaron cinco disparos en la cabeza. Lo dejaron muerto instantáneamente. El segundo fue al sur de la ciudad, en El Poblado, muy cerca a su casa. Lo asesinaron dos personas en una moto, cuando él iba conduciendo su vehículo. El tercero fue hace poco. Lo asesinaron en su misma cuadra. Salió tarde en la noche y le dispararon por ahí cuatro veces. No sé cuáles serían sus problemas personales, porque también fue gente conocida del barrio los que le hicieron eso. Dicen que, supuestamente, el que lo asesinó ya está muerto también.

(Hombre de 26 años, mesero, Castilla).

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Mis primos.

Un amigo. Fue un parcero de Belén. Se fue hace alrededor de dos meses, hace poquito. El fumaba mariguana y quien sabe quién lo mató, él era muy plaga. He tenido varios amigos con quienes he estado muy cerca, pero, con el paso del tiempo, no los vuelvo a ver. De un momento a otro, uno se entera de que ya les dieron balín.

En 1992 abalearon a un primo en una esquina que siempre ha sido conocida como La Leche. Fue un crimen muy duro, lo abalearon por haberse metido con gente de esa esquina. En ese entonces si uno se quería salir no podía porque le daban. Había más violencia que ahora. Mataron también a su hermano, a otro primo mío. A él lo mataron en un taxi. Lo dejaron ahí afuera en el carro. Le dieron siete tiros en la cabeza. Este primo se quitó el rosario y pidió perdón a Dios y rogó porque algún día esto cambiara.

(Hombre de 22 años, taxista, Robledo).

(Mujer de 23 años, estudiante, Castilla).

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Mi hermano.

Muertos cercanos • No sé bien las razones

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi papá. Hace quince años lo mataron dentro de La Minorista. Una guerra entre la misma familia. A mi papá lo queríamos, yo lo quiero, nunca se me sale de la mente. Él nos hacía los negocios a nosotros. Resulta que él se consiguió una amante y creíamos que, por ella, él nos iba a dejar en la calle. Mi hermano «se llenó de mocos», hablémoslo así. Se dejó «bombear» de un tío mío y le consiguió los sicarios. O sea, «un bobo cariao mata a la mama», eso es cierto, con esas palabras le digo. Todo eso es muy triste. (Hombre de 52 años, taxista, Laureles).

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Un amigo. Lo mataron unos pelaos del barrio, en Villa Hermosa, como a principios del 2009. El chino como que les goleó algo en una fiesta, entonces le pegaron quince puñaladas. Después de que mataron a ese parcero han matado por ahí a veinte pelaos más de los del mismo parchecito donde se mantenía él. Es que se desató una guerra por mi casa entre dos combos, el combo al que él pertenecía, y otro combo en el que también les han matado mucha gente.

2.

Lo mataron a tiros

(Hombre de 24 años, estudiante, Villa Hermosa).

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Mi tío. Se llamaba Ramiro y tenía como 38 años. Es la persona más cercana que para mí haya afectado la violencia, aquella que afecta a todo el mundo. El hombre vivía muy bien, pero cogió el vicio del bazuco y se degeneró mucho. Hasta dicen que él, antes de que cogiera el vicio, estaba metido en cosas astrales. Decían que se podía desdoblar y todo eso, entonces yo creo que en un viaje de esos, en una loquera de esas se fue. En fin, a él lo mataron en la plaza de Campo Valdés, por allá como en el 93 o 94, cuando estaban haciendo las limpiezas en Medellín, y cuando eso estaba muy caliente todo, porque estaban matando muchos bazuqueros. Dejó a dos primas y a un primo con el que me crié toda la vida. Como que afectó mucho a la familia. (Hombre de 26 años, músico, Manrique).

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Muertos cercanos • No sé bien las razones

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi abuelo. Se llamaba Félix Antonio Gómez Mazo.

Varios amigos. En mi vida he visto morir violenta-

Lo mataron cuatro hombres atracadores, cuatreros del barrio Machado en Bello, hace ya unos veinticinco años. Recuerdo que él salía con sus dos yeguas cargadas con tinajas de leche a venderlas allá en ese barrio. Un día los asaltantes lo emboscaron, pero él actuó rápidamente. Sacó su pistola o su revólver y mató a tres. El cuarto, aprovechando el susto y el espanto, le pegó un garrotazo y le quitó el arma. Con la misma asesinó a mi abuelo, aunque agonizó durante ocho días. Los disparos eran en la cabeza. Se dice que un asesino nunca quita una vida con arma ajena. Pero si el destino lo llevó a cometer un asesinato, por esa vida que quitó, pone a cuatro almas en pena. El asesino, de apellido Moncada, pagó veinticinco años en la cárcel Bellavista.

(Hombre de 25 años, conductor de la Alcaldía de Medellín).

mente ya a varios amigos, en cuestión de quince años. Es algo aterrador. De lo que más me acuerdo es de un muchacho de Barbosa, se llamaba Fabián, muy bebedor, muy farrero, pero ya había entrado a la Universidad de Antioquia, estaba estudiando, era un pelao inteligente, reflexivo. Un día cualquiera salieron a comprar un chorro y uno de los muchachos con que él iba peleó con un muchacho de otro grupo. Se les vinieron y El Nene estaba mirando para otro lado y le metieron una puñalada en el corazón. Es una de las cosas más tristes, porque era muy joven. Tenía entre 19 y 20 años. Eso fue por lo menos hace cinco años. Otro amigo estudió conmigo en La Nacional. Era punk, pero venía de una reserva indígena. Vino a vivir donde la abuela, pero no se entendieron, porque tenía cierta ideología y ciertos comportamientos que a ella no le gustaban. Estuvo viviendo en la calle, y lo desaparecieron hace siete u ocho años. A otro amigo en Belén lo mataron en la esquina de su casa. Le gustaba la mariguana, pero el pelao era muy bacano, muy familiar. La abuela lo quería mucho, todo el mundo de la cuadra, todas las señoras lo querían mucho, los vecinos, todo el mundo tenía que ver con él y no le hacía mal a nadie. Un día lo mataron y nadie supo el porqué. Esto sucedió hace diez años.

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(Hombre de 33 años, profesor de Matemáticas, barrio Sevilla).

Mi primo.

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(Hombre de 32 años, profesor municipio de Bello).

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Mi tío. Está desaparecido, no sé si está muerto o está vivo. Era soldado. Salió de la casa a pasear donde los suegros y no volvió.

Lo mataron a los 27 años, hace cuatro años. Sufría de esquizofrenia, era bazuquero. Vivió muchos años en la calle, tuvo una vida muy triste. Él se creía un millonario, entonces hablaba mucho de su supuesta fortuna. Lo cogieron unos gamines, y como no le descubrieron los millones que supuestamente tenía, lo mataron. Lo rajaron desde la garganta hasta los testículos, lo tiraron en un caño. Le dejaron una nota en la que preguntaban cuáles eran todos esos millones de los que él hablaba.

(Mujer de 28 años, diseñadora de modas, barrio Robledo, Villa Flora).

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Muertos cercanos • Lo mataron a tiros

Mi hermano medio. Tenía veinte años. Siempre fue niño de papi y de mami, entonces él quería esto y aquello. Un día se separó de mi mamá, de mi papá y se fue para donde su mamá biológica, a Bogotá. Cuando regresó se metió con las drogas. Todo el mundo me decía que mi hermano era un ladrón. Yo no lo creía, hasta que un día lo vi por la ventana de la escuela: quebró el vidrio del carro de un profesor, sacó una cosa y salió corriendo. Lo asesinaron por problemas que tuvo en su vida. (Hombre de 18 años, artesano, corregimiento San Antonio de Prado).

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Vecinos. No tengo ninguna persona cercana asesinada, pero vecinos sí he visto. A veces menores de edad, a veces mayores. Se involucran en problemas raros, con drogas, o se meten en grupos armados. Vivo en San Javier, pero no en la parte más maluquita. Se sabe de varias cosas, porque es cerca de barrios que son muy pesados de ambiente. Pero ¡Qué haya personas cercanas a mí asesinadas! No. (Mujer de 19 años, vendedora de calzado en el barrio Belén Parque).

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Un amigo. Hace dos años, en el barrio y por un problema de amores. Lo que recuerdo, o lo que me contaron, porque yo no estaba en la ciudad, fue que bastó con una sola bala para que cayera. No recuerdo nada más, ni detalles. En los ochenta también mataron a algunos vecinos. Entre ellos, el tendero que más queríamos en la cuadra. (Mujer de 27 años, antropóloga, barrio Aranjuez).

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Una amiga. Se llamaba o le decíamos La Capo. Ella se fue para Santa Marta, llevaba coca y la metieron a la cárcel. Allí pasó nada más dos días. La cogieron a puñaladas y la mataron. Ella tenía 28 años. (Mujer de 30 años, digitadora, barrio Boston).

Mi esposo. Hace dieciocho años lo asesinaron en el barrio Castilla, por la iglesia San Judas, en la casa. Lo mataron a tiros. Tocaron, abrió y le empujaron la puerta. Yo metí un grito, «Jorge, qué pasó» y uno de ellos me dijo «nada, hijueputa, nada, aquí no pasa nada». Cuando yo bajé, a él ya lo habían matado. Ya se habían ido los matones. Cuando intentamos coger un taxi para llevarlo al hospital ya era tarde. Ya estaba muerto, entonces la policía no lo dejó sacar. Él era chofer de una empresa de confecciones por Guayabal. Teníamos dos niños, un hombre y una mujer. Me dio mucho susto. Él estaba muy joven y yo también. El motivo es incierto. Hubo muchas versiones, pero nunca se esclarecieron. Seguro eran bandas que no perdonaban nada, porque fueron hasta la casa a matarlo, no lo esperaron en la esquina o en el trabajo. Yo digo que todo hay que entregárselo a Dios, porque ¿uno qué hace con vengarse, si él no va a volver? Todo está en manos de Dios, nuestro señor. Que se haga la voluntad de él. Quienes hayan sido, perdónalos. De todas maneras, como dice el dicho: «Al que a cuchillo hiere, a cuchillo muere». (Mujer de 46 años, decoradora, Niquía, municipio de Bello).

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Mi amigo. Lo mataron abaleado en Manrique Las Granjas. Hace un par de años. Él no era muy bueno que digamos. Las debía. Estaba en un billar y llegaron, lo sacaron y lo mataron. Cinco tiros. Tenía veinticinco años. Por dedicarse a la vida fácil. Se fue por un mal camino. La alegría para mi mamá fue que yo me salí de todo eso. Siempre me decía que eran unas malas amistades. Después de que matan a dos, ya uno se sale de eso. También fue porque conseguí novia, quedó en embarazo y con todo ese rollo del niño, yo de ahí pa’rriba cambié todo. Más que todo por el niño. Eso fue lo que me cambió la vida, nuestro hijo. (Hombre de 25 años, transportador en una empresa de salsas, barrio Manrique).

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Muertos cercanos • Lo mataron a tiros

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi primo. Se van a cumplir cuatro años desde que lo

Un conocido. Realmente no fue un familiar, ni era

asesinaron. Le dieron 37 puñaladas. No se supo porque lo cogieron. Se lo llevaron y no nos dimos cuenta. Tenía treinta años. Trabajaba con las Empresas Públicas. Tenía esposa y un hijo. Estaba por allá en Porce, donde lo mataron. De un momento a otro se desapareció. Lo recogieron en un carro, iba con sus amigos, con alguien de la empresa y apareció muerto.

un amigo. Yo estaba chiquita, tenía por ahí siete u ocho años y uno de los amiguitos tenía un hermano que tenía fama en el barrio. El mansito era maloso. Se decía que ya lo habían perseguido y le hacían los tiros. Sencillamente, un día el man se perdió, no volvió a aparecer y en la familia (yo me acuerdo que vivíamos en el mismo bloque de edificios) el escándalo, los gritos, el llanto… Se formó la cosa más impresionante. Lo encontraron en las mangas de Niquía, lo habían asesinado, estaba muy joven, tenía dieciséis o diecisiete años el pelao. Eso fue en 1988 o 1989, en la época más pesada de Medellín, en los apartamentos de Niquía, donde terminaba Medellín en esa época. Nosotros vivíamos allí que era la parte de bien, porque todos los barriecitos que había alrededor eran más populares. Por ser una unidad cerrada como que no se permeaba mucho de la otra vuelta, pero, de todas maneras, los pelaos jóvenes no se quedaban encerrados dentro de la urbanización sino que salían y vivían la vida en esos otros espacios, y participaban también de todas esas vainas.

(Mujer de 38 años, trabajadora en un almacén de ropa materna, Centro de la ciudad).

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Mi tía. La mataron hace veinte años, en 1990, un 27 de diciembre. Ella trabajaba en Asdesilla, con caballos y ese es un mundo de la mafia. Al parecer, una vez premiaron a un caballo que según dicen las malas lenguas tenía unas güevas de plástico. Como que se rumora que fue por eso, para que ella no dijera nada, aunque ella no tenía intenciones de contar absolutamente nada. Lo otro era que tuvo una hija con un traqueto, el tipo nunca respondió por la niña, que tenía como dos años. Unos vínculos entre el amor y la mafia finalmente la mataron. Ella vivía en La Milagrosa. Ahí la esperaron hasta que llevara la niña a la casa de la vecina que la cuidaba y, cuando salía de allá, en la esquina, le dieron cinco tiros. Pareciera como si lo presintiera porque una vez estaba bebiendo con unos amigos y le echaron petróleo en la copa de aguardiente. Es premonición que cuando uno se toma el trago que no es, es porque algo va a pasar. Antes de eso, unos supuestos policías le habían allanado la casa y ella llamó a la inspección y allá le dijeron que no, que no habían mandado a ningún policía. Le estaban siguiendo el rastro desde hacía días. Entonces ella empezó a decir también que si llegaba a morir, que por favor le cuidaran a la niña, que quedara en manos de la abuelita, es decir, de su madre. La borrachera fue un 24 de diciembre y a ella la mataron el 27 de diciembre.

(Mujer de 27 años, socióloga, barrio Pilarica).

(Mujer de 30 años, teatrera y promotora de lectura, barrio Buenos Aires).

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Muertos cercanos • Lo mataron a tiros

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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3.

El día menos pensado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un amigo. El negro era un amigo de mi casa, en mis años de infancia, y era una persona que ya estaba muy tranquila. El man llevaba varios años de haberse salido del pillaje, de la tradición que lo había criado en un barrio de Medellín como jalador de motos y carros. Estaba en vueltas raras, demás que también asesinaba gente con sus parceros pillos. La historia era que él ya se había salido de todo eso, tenía unos hijos y vivía con los cuñados. Era el que hacía los mandados, lavaba los carros, llevaba a fulanito pa’cá, pa’llá, y con nosotros se trababa. Una vez cuando volví a la ciudad, que vuelvo cada seis meses, me encontré con la noticia de que al negro lo habían matado. Empecé a indagar y me contaron que él fue donde sus hijos a entregarles lo del mes, su aporte a la manutención y allá lo vio una culebra que llevaba como quince años sin verlo y se le lanzó encima. Eso fue en Aranjuez, en el 2005, más o menos. Tenía 38 años y, cuando lo conocí, era una persona casi espiritual. Aquellos a quienes les han pasado todas las cosas en esta vida, convierten todo esto en una energía que le transmiten a la gente. (Hombre de 27 años, realizador de Cine y Televisión en Medellín, municipio de Sabaneta).

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Mi marido. Lo mataron con cinco tiros. Fue cerca de mi casa. Eso ya cumplió tres meses el 30 de diciembre pasado. Me dejó una niña de seis meses. El porqué, eso si no lo sé. Que estaban peleando, alegando, y que ese man sacó la pistola y lo mató. Él estaba trabajando en Boletas y ya estábamos viviendo en una pieza. El pagaba el arriendo, pero el otro lo cogió y lo mató. Treinta años tenía, iba para treinta y uno, ahora el 21 de octubre. Era de aquí arriba, por Santo Domingo. Dejó dos hijos más y con la mía son tres. Yo le entregué todo eso a mi Dios. Me ha dado mucho dolor y yo todavía lo pienso mucho, porque a mí todavía no se me ha pasado este dolor.

Un primo. Era una persona muy cercana y muy querida. Tenía aproximadamente 35 años de edad. Hace diez años lo asesinaron dentro de la casa de su novia. Llegaron las personas y fue con un changón. Fue una muerte muy violenta. Ya después, los asesinos bajaron de la casa, pasaron por el parque y mataron a otras personas también ese día. Comentan y comentan cosas, pero uno en realidad no sabe qué pasó. Como que de pronto mi primo estaba en cosas no muy adecuadas. Lo que se sabe es que él trabajaba con personas en fincas del municipio de Girardota. (Mujer de 35 años, administradora de empresas turísticas en Medellín, municipio de Girardota).

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Mi hijo. Salió del trabajo con un compañero a tomarse unos tragos en la discoteca Cocoroyó y ahí lo mataron. Eso fue en el 2000, tenía veintidós años. Tres impactos de bala. Unos dicen que por defender a un amigo, no sé si será cierto, no me consta. No soy persona violenta para averiguar esto y lo otro. Aquí lo matan a uno y a la familia también por averiguar. Esto está aterrador, como se dice, porque aquí matan todos los días por cualquier cosa. (Hombre de 65 años, vigilante, barrio Castilla).

(Mujer de 28 años, ama de casa, barrio San Isidro).

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Muertos cercanos • El día menos pensado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi tía. A ella la mataron por robarle. Todos íbamos juntos, cuatro primos, a acompañarla siempre hasta la casa, porque todos trabajábamos en un restaurante todas las noches, hasta las cuatro de la mañana. Ese día había dos tipos y ella como que supuso y nos dijo: «hey, muchachos, ¿no será una trampa?» Un primo dijo: «no, tía, ¿quién dijo? Por aquí no pasa nada, por acá nos conocen». Lo que decía mi tía era verdad. En una esquina había un tipo haciéndose el que vomitaba y en la otra esquina, en la reja de un negocio, había otro con un fierro, con un revólver. Se nos arrimaron, se pusieron pasamontañas y nos dijeron que ese era el día de todos nosotros. Yo estaba asustado, pasmado, yo no hablaba, pensé que me iba a morir. Mi tía tenía el delantal y allí la plata. Los manes le quitaron el bolso y se alejaron. Como que miraron y, en ese momento, mi tía sacó una plata que le quedaba en el bolsillo. La mataron delante de nosotros y salieron corriendo. A nosotros no nos hicieron nada. En el barrio El Salvador, en Apartadó, región de Urabá encontraron el bolso. Estuvimos cuatro días en la estación de policía mientras nos investigaban. Incluso, éramos supuestos cómplices, porque además no se habían robado esa última plata tampoco. Pero nosotros no fuimos. (Hombre de 22 años, asistente soldador y cerrajero, barrio La América).

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Mi amigo, Fernando. Lo mataron en el barrio Santa María en Itagüí, el 27 de septiembre de 1998, un viernes en la noche dentro de la discoteca Lubín. Era soltero, esa noche andaba con una muchacha y lo mataron a traición con unos tiros en la cabeza. Nunca se supo qué pasó. (Hombre de 42 años, cerrajero, barrio La América).

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Muertos cercanos • El día menos pensado

Un primo. Él tenía dieciséis años cuando lo mataron. Eso fue el 9 de octubre de 1999, en el barrio San Rafael. No era, pues, el pelao más sano, pero tampoco era de los más malos. A él le tendieron una trampa, le dijeron que señalara a una persona que presuntamente iban a matar y quien salió muerte fue él. Él era un carrito, es decir, llevaba y traía droga. Lo involucraron para que señalara a otra persona, pero era para poder matarlo. Le pegaron un solo tiro por la espalda, pero se lo dieron en todo el corazón y murió instantáneamente. Los médicos nos dijeron que no había sufrido. Los mismos familiares, apenas los llamaron y acudieron a reconocerlo, no dejaron que le hicieran levantamiento y se llevaron el cadáver en un taxi. Nosotros supimos quién lo mató. Pero como esta misma persona que mató a mi primo ya había matado a otros en San Rafael, alguien no aguantó más y cobró venganza. Lo mataron también a él. Había tres primos más en la familia, pero tuvieron que irse de allá para evitar problemas, porque también se iban a cargar a esos pelaos. Ese es el más cercano, pero también mataron al novio de mi prima. Él era ladrón, pero no le hacía nada a la gente del vecindario, era un muchacho del barrio La Raya, en Guayabal. De todos modos, ya habían ido a poner la queja a los combos bravos de allá, pero el muchacho no hizo caso y siguió robando en los barrios aledaños. El día menos pensado, lo citaron, él no quiso ir y por la noche llegaron, lo recogieron en una esquina de La Raya y se lo llevaron en una camioneta. Lo mataron junto a la cancha de San Rafael, en el barrio de al lado. Allá lo dejaron tirado, le metieron tres o cuatro tiros. Estaba muy joven, tenía diecisiete años y le decían El Indio. Pienso que es muy doloroso. Yo veo que a los dos pelaos en sus casas siempre los dejaron solos. De pronto los veían aparecer con plata y de todo, pero nunca les hacían un reclamo, ¿de dónde sacó esa plata? No se cuidaron, ni nada. El desinterés. Muchas veces son las mamás que por no lidiar con los pelaos, por el «dejémoslo ahí, no importa», se hacen las de las vistas gordas y ¡vean ustedes las consecuencias! Incluso tengo otro cercano, Weimar, también de diecisiete. Lo mataron. El muchacho era muy amigo de la familia. Se mantenía con nosotros. Fue muy triste porque el pelao no tenía nada que ver. Fue una de las personas inocentes que cayeron en esa guerra que había entre los duros y los que

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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estaban empezando. Ellos tenían que ir eliminando a todos los pelaos, los sardinitos que estaban muy alevociados. Había que matarlos para que no los fueran a destronar. La cosa fue que él estaba agachado, arreglando una moto. Él estudiaba y trabajaba, era hijo único, adoraba a la mamá. Nunca se le vio nada malo, era un pelao que de su casa al estudio, del estudio al trabajo y volvía. Eso fue una venganza porque los otros familiares se tuvieron que perder. El problema era de un primo que era tan atravesado que está pagando treinta años de cárcel porque mató a un señor. Entonces le dieron a Weimar para vengarse, o tal vez a ver si cogían al primo en el entierro. De todas maneras no pudieron con él, y está vivo, así sea en la cárcel, pero Weimar, que no tenía nada que ver, pagó con la vida. Es decir, de las tres personas, el más acompañadito era Weimar, y vea, también cayó en esa guerra. (Mujer de 27 años, madre de dos hijos y ama de casa, barrio Guayabal).

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Mi mamá, mi hermano y también unos primos. Esta historia sucedió en un sector rural de Antioquia, por Río Claro. Hace catorce años y yo era un adolescente de dieciséis años. Un 16 de octubre de 1996 llegaron a la casa a la una de la mañana, tocaron y tocaron, pero el único que escuchó fui yo. Estaba con mi mamá y con un hermano menor. Abrí y dijeron: «Buenas noches, somos de la Fiscalía y necesitamos hablar con su mamá». No hay problema, me dije, fui donde mamá y la desperté. Cuando ella abrió la puerta le dispararon. Yo escuché el disparo de escopeta, y pude ver cómo se acercaron a ella y le dispararon nuevamente pero ya con revólver. Pero después perdí el conocimiento, y desperté debajo de la cama. Esa misma noche en que mataron a mi mamá, parece que los mismos asesinos subieron por la autopista haciendo otros asesinatos selectivos. En esa época la situación en Rio Claro era muy complicada porque los paramilitares querían tomarse un territorio que estaba a cargo de la guerrilla. Mi mamá estaba en ese espacio, entonces le tocó el proceso de violencia que se estaba dando. A ella ya le habían avisado que

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Muertos cercanos • El día menos pensado

se viniera a Medellín, que eso estaba muy peligroso y la estaban buscando también porque ella lideraba procesos en el sector. Era una señora que estaba en reuniones. Las vecinas la conocían porque era la que les vendía la leche, las gallinas. Era una mujer muy importante para la vereda. Ella, efectivamente, estuvo en Medellín un tiempo, pero no se aguantó y se regresó a su casa. A los ocho días de haber vuelto a cuidar las vaquitas, fueron por ella. De todos modos, decidieron asesinarla no solo por eso. Unos primos nuestros comerciaban con madera. Compraban toda la madera que se producía por esas trochas y la revendían en la ciudad. Un día, dos de ellos amanecieron muertos. Se dice que eran informantes de los paramilitares. Es difícil determinar si realmente lo eran, porque así es la guerra, pero otros primos dijeron que los asesinos habían sido enviados por mi mamá y mi hermano mayor, porque ella también era negociante en la misma zona. Eso se volvió una guerra estúpida. Ya habían desaparecido a mi hermano mayor, al parecer los paramilitares. Él trabajaba en una fábrica de cemento, lo esperaron afuera en una camioneta y se lo llevaron porque supuestamente necesitaban hablar con él. Así desaparecen a la gente. Mi mamá denunció su muerte ante Derechos Humanos. Esa, entonces, puede ser otra de las razones por las cuales la asesinaron. O también que ella estuvo hablando con «los patrones», como los llaman por allá, alborotó la cosa y eso fue lo que pasó. Después, más tarde, me llegó un primo comandante paramilitar, durante una licencia que a ellos les dan. Nos visitó y nos contó que mi hermano estaba en una tumba de NN en Puerto Triunfo, y que si queríamos ir por él. Nosotros decidimos que no, no quisimos hacer nada al respecto. (Hombre de 29 años, licenciado en Lengua Castellana, barrio La Milagrosa).

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un amigo. Lo conocí a los quince años, y le decíamos El Loco. Yo me fui a los Estados Unidos y, cuando regresé, de dieciocho años, nos volvimos a ver. Íbamos a jugar basquetbol en el colegio La López y a sacar los perros. Era un man muy buena gente. Un día, cuando estaba jugando en uno de esos partidos de barrio, se puso a pelear con uno de esos, de esquina, pero todos se conocían. Tres de ellos se le vinieron encima y a todos los cascó porque mi amigo era un man muy grande. Quedaron ofendidos. El mismo día por la noche, cuando él estaba en otra esquina conversando con alguien del barrio, un amigo y yo oímos los tiros y, ahí mismo, entre nosotros, nos enteramos de lo que pasó. Eso ya hace tiempito, pero tengo otro más reciente. A finales de diciembre de 2008 yo trabajaba en una página web. Mataron a uno de mis compañeros de trabajo. Tenía veinte años. Los fines de semana le gustaba tomarse sus tragos, pero le daba por buscar problemas y, cualquier cosa, arrancaba a los golpes. Estábamos en una licorera de la glorieta de Don Quijote, donde estaban inaugurando algo, cuando hubo un problema, empezaron a pelear, y acabaron con la licorera. Todo el mundo se metió, vino la policía, se llevaron a uno de esos manes y a mi amigo le partieron la cabeza. En ese instante empezó un movimiento muy sospechoso, pasaban extraños en carros y hasta los vendedores ambulantes y varias personas nos decían: «entren a ese muchacho, que se metió con gente muy caliente». No pudimos entrarlo, no se quiso entrar y él estuvo ahí dando lora como hasta las tres de la mañana. Cuando escuchamos los tiros nos imaginamos lo peor, nos asomamos y lo que nos dijo la señora de la chacita fue «recójanlo que allá lo mataron». Lo montamos al taxi y lo llevamos a la Unidad Intermedia de San Javier. Estaba muy herido y llegó muerto. Esa fue una muerte muy estúpida.

4.

Siempre me he alejado

(Hombre de 33 años, traductor, barrio Prado Centro).

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Muertos cercanos • El día menos pensado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi hermano. En 1998, en la jurisdicción de San Luis. Él cuidaba una finca y por allá había unas personas robando de todo y con unas escopetas mantenían intimidada a la gente. Le estaban robando mucha madera a la finca y él les dijo que esa madera no se la dejaba llevar. Él me dijo que lo iban a matar, pero yo le dije: «¿Cómo van a hacer eso si a ustedes los conocen?». Ese día él iba por el monte y le dispararon en la cabeza, lo arrastraron, lo tiraron a una quebrada y apareció como a los tres días lleno de gusanos. También mataron a un tío mío. Él tenía fincas en Sonsón, entonces un día llevaba ocho millones en una ruana y la gente lo vio. Desapareció y, a los cinco días, lo encontró un trabajador con su perro sentado al lado. Los mayordomos se volaron, entonces se cree que lo robaron y lo mataron ellos. (Hombre de 50 años, profesor de Matemáticas, barrio San Joaquín).

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Mi papá. Lo mataron cuando yo tenía cuatro años, en Campo Valdés, en la época violenta de Medellín. Lo que cuentan es que él sí tenía amigos que delinquían y estaban más cercanos a las bandas. Andaba con otro al que querían matar y, entonces, por acompañarlo, lo mataron a él. Uno tan chiquito no se acuerda muy bien. Y a medida que uno va creciendo va cayendo en la cuenta de la dimensión del asunto, que no tenés un padre, y que nunca va a estar. Incluso el mismo hecho violento genera una intriga de cómo era la situación en ese entonces cuando, de golpe, llegaban a matarte.

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Un primo. Le dieron veintisiete tiros hace como veinte años. Él era muy malo, un sicario. Se disfrazaba para matar. Luego, se cambiaba la ropa y volvía otra vez en su traje normal a mirar cómo había quedado la persona a quien había asesinado. Estaba joven, de diecisiete años. Nadie se metía con él porque era muy mala clase. En la Floresta secuestró a un muchacho, lo llevó a Aranjuez, lo amarró en un poste y le puso un taco de dinamita. Dicen que a él lo mató un combo de Manrique en el parque de Calasanz, en Boston. Lo velaron en las capillas de San Juan. Yo llegué como a las nueve de la noche, eso estaba lleno de amigos con armas y yo le dije a mi esposa: «Vámonos de aquí». (Hombre de 51 años, taxista, barrio La Floresta).

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Mi tío. En el barrio Belencito Corazón lo asesinaron unos muchachos porque le estaban buscando problema a su hermano y resulta que lo mataron a él. Tenía 22 años. (Joven de 13 años, estudiante de grado 9º, barrio Moravia).

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Nadie. Por muerte violenta cercano a mí, nadie. Por aquí hay un sector, El Desierto, que es muy peligroso y últimamente ha habido muchos tiroteos. De los muertos casi ninguno pasa de los veinte años. Lo de ellos es una lucha entre bandas que me parece mal, porque crea fronteras en el barrio. Pero es un sector pequeño y está un poco alejado de la policía.

(Mujer de 27 años, estudiante de filosofía, barrio Robledo).

(Joven de 16 años, estudiante del grado 11º, barrio Manrique Oriental).

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Nadie y todos. Hasta el momento nadie de los que conozco ha muerto en un accidente o por causas naturales. La mayoría de los que han muerto de manera violenta por aquí no son cercanos a mí, y son las mismas personas que se encargan del barrio. Es decir, la banda Los Triana.

Mi vecino. Era conocido de la cuadra y una noche, hace tres meses, llegaron y lo asesinaron dos hombres de una moto al frente de la casa, con cinco disparos. Tenía unos veintinueve años, trabajaba, tenía esposa y dos hijos. No se supo por qué lo mataron.

(Joven de 15 años, estudiante del grado 11º, barrio El Playón).

(Hombre de 21 años, vigilante, barrio Aranjuez).

Muertos cercanos • Siempre me he alejado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Ninguna.

Hemos visto caer mucha gente en el barrio, pero familiares, no, gracias a Dios. Son conflictos que tienen ellos, que uno no alcanza a imaginarse por qué razón. Ellos pelean por territorio, los jóvenes quieren armas, poder, motos. Quieren vacunar (extorsionar) a la gente y a los negocios del mismo barrio. Se habla de muchas cosas, pero son ellos los que saben por qué se están matando.

(Hombre de 27 años, vigilante, barrio Castilla).

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Nadie. No sé cómo pasan las cosas porque toda la gente que una ve acá todos los días es tan querida y le cae bien todo el mundo. Vivo en Santa Elena, en el sector rural de la ciudad, hace siete años, precisamente, porque Medellín me parece muy crudo para vivir. Haberme ido al campo tal vez es la razón por la cual yo no tengo esas historias tristes para contar. En otra época, cuando se recrudeció mucho la violencia en la ciudad, con lo de las bombas y eso, también me fui a vivir en el campo, a San Cristóbal. Siempre me he alejado.

Un personaje público. La muerte de la persona

(Mujer de 44 años, comunicadora social).

más cercana a mí que no es ni familiar, ni cercana, pero que me afectó porque me tocó presenciarlo, fue el asesinato de Héctor Abad Gómez, el líder de los derechos humanos en esta ciudad. Ocurrió en 1987. Yo tenía veintinueve años, salí de cine en el teatro Libia y subía en ese momento, en automóvil, por la calle Argentina hacia la carrera Mon y Velarde, cuando presencié el asesinato. Vi caer a un señor de edad y luego vi también a una señora a su lado. Me conmovió demasiado ver la escena. Luego, cuando me bajé del carro, y antes de que llegara todo el corrillo y todo lo que se desató, con los organismos de seguridad y todo lo que implica esto, fui a ver a esa persona en el piso, con su traje impecable, sangrando, y a la señora aturdida. Me dije: «pero, ¿cómo se les ocurre matar a un anciano? Si matan a un anciano, son capaces de matar a un niño, a cualquier otra persona». Imagínese el impacto cuando después resultaba que ese anciano era esa persona honorable, ya de edad, y la otra persona era una compañera de trabajo, una maestra. Es una historia terrible de lo que han representado para mi generación los asesinatos y la violencia en Medellín.

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No tengo. Una vez en la cancha de Moravia llegaron y mataron a un muchacho. No lo conocí, pero yo estaba al frente, en una casa, arreglando unas uñas, cuando sucedió. (Mujer de 23 años, manicurista independiente, barrio Aranjuez).

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Dos hijos. En el 2009. Uno de quince años y el otro de dieciocho años, a quien mataron el día de su cumpleaños. También cuatro hermanos, todos entre los treinta y treinta y siete años. Y mi nieto, hace año y medio. No quiero hablar de todo esto. Está en las manos de Dios. (Mujer de 60 años, ama de casa, barrio El Bosque).

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(Hombre de 50 años, historiador y administrador cultural, barrio Prado Centro).

Mi tío. Iba caminando y le metieron seis tiros. En Tarazá.

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(Niño de 10 años, estudiante de grado 4º, barrio Moravia).

Mi hermano. Hace veinticinco años él se fue para

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una fiesta de cumpleaños, unos quince, como le decimos acá. Estaba con los amigos de la cuadra que tenían la misma edad mirando una pistola y, accidentalmente, le dispararon.

Mi tío. Lo mataron cuando salió de la cárcel de Bellavista. Se fue a trabajar y, cuando llegó, lo mataron.

(Hombre de 38 años, comerciante, barrio Moravia).

(Niño de 12 años, estudiante de grado 2º, barrio Moravia).

Muertos cercanos • Siempre me he alejado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi tío. Hermano de mi mamá. Lo asesinaron en Bucaramanga con arma de fuego. Las causas de su muerte siguen siendo un misterio, los rumores apuntan a deudas que él tenía, pero tampoco tuvo un buen comportamiento en su vida y, tal vez, llegó el momento de cobrárselas. También otro tío en Cúcuta. Parece que pertenecía a un grupo guerrillero y fue asesinado en un combate. Pero a quien más conocía era a un amigo de dieciséis años, compañero de estudios y de un equipo de fútbol en La Estrella. Como amigo era una persona genial, pero estaba mal relacionado y, en una de esas vueltas que hizo, se la cobraron también. (Hombre de 31 años, comunicador audiovisual, municipio de Itagüí).

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Mi tío.

Hace diez años en el barrio Robledo. Tenía sesenta y cinco años y administraba el bar El Jordán. Lo mataron unos muchachos que llegaron a atracar a los que estaban afuera tomándose unas cervezas. Mi tío salió a decirles: «No, muchachos, cómo se ponen a hacer eso aquí». Uno de los señores que iban a atracar se enojó y disparó, y le dio a él al lado de la clavícula derecha. La herida comprometió algunos vasos muy grandes e inmediatamente murió. Era un hombre supremamente querido en el barrio, era un hombre que no se preocupaba sino por colaborarle a los demás. Así como lo mataron a él cayeron muchas personas en ese tiempo. Esta es una ciudad donde hay muchos asesinatos, y yo podría decir que esta es una ciudad completamente salvaje. Cuando usted va a otros países y se entera de las pocas personas que matan allá, se queda aterrado de cómo vive uno acá. En unas encuestas se decía que en Finlandia, por ejemplo, hubo un asesinato en todo un año y aquí son unos cuantos miles en Medellín, nada más. La gente vive armada, a la defensiva, es intolerante frente al gobierno que coge un ladrón y al otro día ya está suelto. O cogen un bandido de esos ladrones del Congreso que roba millones y millones de pesos y aquí nunca pasa nada, aquí nadie tiene castigo. No hay ni siquiera modo de castigarlos, las cárceles están llenas. Entonces no quieren recibir a nadie más.

5.

Era un domingo por la noche

(Hombre de 65 años, médico general pensionado e investigador musical, barrio La América).

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Muertos cercanos • Siempre me he alejado

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi primo. Por robarle la moto, hace ocho años, en el barrio La América, cerca a San Javier. Él vendía ropa en almacenes y cobraba las facturas. Le quitaron la moto, entregó las llaves y no fueron capaces de prenderla. Entonces, le dijeron: «Préndela» y él respondió: «Préndanla ustedes». Sacaron un revolver calibre 32 y, con un solo tiro en el corazón, murió. La fiscalía fue, pero nada.

Ninguna. Es extraño y no sabría explicarme el porqué. Generalmente las personas que conozco tienen a un familiar o a alguien conocido asesinado o fallecido ya sea por la violencia, la delincuencia, el narcotráfico o por manos del Estado. Yo soy de Villavicencio y apenas hace diez años vivo en Medellín, lo que puede explicar el asunto. (Hombre de 32 años, sociólogo, barrio Castilla).

(Hombre de 30 años, chofer, barrio Boston).

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Mi hermano.

En el 93. Eso fue a las nueve de la mañana, un domingo. Cogió la plata y se fue, porque le iban a vender un televisor que le había gustado. Él iba en la moto y, de un solo tiro, lo mataron. El tipo que lo mató era muy conocido en La Sebastiana, se mantenía camuflado como un soldado. A los veinte días lo mataron a él también. Quedaron juntos en el cementerio. En una bóveda quedó mi hermano y en la bóveda siguiente quedó él. (Hombre de 55 años, taxista, barrio La Mina, municipio de Envigado).

Mis primos. Al primero lo asesinaron en 1994, le tiraron una granada. Vivía en el barrio París, en La Maruchenga. Después, su hermano, quien era jefe de un combo, vino a vengar la muerte del primero, pero lo encontraron a los ocho días enterrado en las mangas de San Pedro de los Milagros, con signos de tortura. Hace siete años, en el corregimiento de Palmitas, el hermano menor de ellos dos también fue ajusticiado por las autodefensas. Lo sacaron de la casa y, unos kilómetros abajo, casi llegando a Ebéjico, le dispararon una vez en la cabeza. (Mujer de 29 años, licenciada en educación, barrio Francisco Antonio Zea).

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Mi hermano. Un día salió de la casa y no volvimos a saber de él. De ahí en adelante empezamos a encontrar un poco de cosas que no concordaban con lo que nos decían. Tenía 34 años, era artesano y pescador. Recuperaron los restos, pues él ya había sido enterrado como N.N. en Nariño, Antioquia. La autoridad no dice mucho. Intentamos sacar información. Dos años después supimos que parece que había sido ejecutado por el ejército como falso positivo. Todavía seguimos investigando y nos seguimos dando cuenta de cosas que han pasado y que pasan al respecto. (Mujer de 27 años, teatrera, barrio Moravia).

Un amigo. Hace dos meses. Él manejaba taxi de noche, era de Robledo y tenía veintidós años. Se juntaba con malas amistades y, en el mismo taxi, lo mataron. Le metieron cuatro tiros y siete puñaladas. Aquí en Castilla se ve mucha violencia, pues, por épocas, todas las bandas de la Comuna están en guerra. Los Mondongueros enfrentados con los del Hueco. El que más manda, pide vacuna y tiene jóvenes involucrados. Hoy no se puede pasar dos o tres cuadras porque puede sucedernos algo. Yo tenía mi novia en el Doce de Octubre y, un día, me pararon, me requisaron y me advirtieron que tuviera mucho cuidado. (Joven de 17 años, estudiante del Sena, barrio Castilla).

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Muertos cercanos • Era un domingo por la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi mejor amigo. En el 95, cuando él tenía quince

Mi mejor amigo.

años y yo dieciséis. Eso fue cuando eso de los territorios y las bandas. Lo más teso del asunto es que fue asesinado por los mejores amigos míos. Éramos un grupo de amigos que compartía muchas vivencias, pero también había envidias. Los muchachos y yo nos estábamos metiendo en muchos rollos. Él vivía en otra cuadra distinta de donde vivíamos nosotros. En ese tiempo hubo una bronca con los muchachos de más arriba, se iba a calentar el parche, había informaciones y todo el mundo creía que él era el supuesto sapo y lo asesinaron. Enterramos a este amigo y, más tarde también, al que lo asesinó, que era otro amigo mío. Me tuve que salir dos años del barrio porque la familia de mi amigo me buscaba creyendo que yo era el asesino y los que eran amigos míos en ese tiempo creían que yo los iba a sapear por el crimen que cometieron. No solo fue perder a mi amigo muerto, sino al resto también, porque tenían que ver de alguna manera con la muerte de mi amigo. De esa generación, el que no está muerto está encarcelado y yo soy el único que ando en el barrio.

(Hombre de 31 años, ingeniero mecánico, municipio de Bello).

(Hombre de 30 años, músico, barrio Castilla).

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Un parcero. Muy allegado, desde la infancia. Fue a los veintidós años, hace un año. Tenía una discordia por unos tenis, una deuda entre amigos y se enfrentaron en estado de embriaguez. Este murió por heridas de arma blanca. (Hombre de 27 años, músico, barrio Pérez, municipio de Bello).

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Suegro, dos cuñados y una sobrina. Desplazada… Salí de San Carlos desde hace ocho años. Allí mataron a mi suegro, a dos cuñados y a una sobrina. Mucha violencia, demasiada, y por eso nos vinimos.

Hace quince años él empezó a andar con los parceros de la esquina y el combito de ahí de la cuadra. Vivíamos en la parte alta de Castilla y, en ese tiempo, había problemas. Que si vos sos de acá no podes ir allá... La novia de mi amigo vivía por Robledo Miramar, y, el Día de la Mujer, cuando fue a llevarle el regalo, le pegaron cinco tiros. Alcanzaron a llevarlo al Hospital San Vicente, pero allí murió. La muerte dolió, ofendió a muchos y trajo más conflictos.

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Un compañero.

En Itagüí lo mataron junto con su primo. Era muy atravesado y llegó el día en que se enamoraron de él.

(Joven de 15 años, estudiante, barrio Castilla).

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Un tío. Él trabajaba albañilería, era soltero y de 39 años. Hace siete años lo asesinaron en toda la esquina de su casa, en el Barrio Obrero. Le gustaba tomarse sus traguitos y, en una de sus juergas, tuvo una disputa con un taxista. Es cierto que se pierde la conciencia cuando uno toma, pero decir que todos los taxistas son malos, no está bien. Ahí hubo un poco de intolerancia. Pero lo que más me ha impactado fue cuando tenía ocho años, en los años noventa, y estaba con mis amigos del barrio. Era un domingo por la noche y vimos cómo un tipo le pegó un disparo en la cabeza a un joven. Vimos cómo caían los sesos al suelo e, inmediatamente, salimos corriendo. (Hombre de 28 años, bibliotecólogo, barrio Boyacá Las Brisas).

(Mujer de 31 años, ama de casa, barrio Santa Cruz).

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Muertos cercanos • Era un domingo por la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un vecino del barrio. Hace dos meses. Él estaba departiendo con sus familiares en un sitio de La 65, llegaron dos adolescentes y por motivos que desconozco, asesinaron al vecino. Era un joven entre los quince y los dieciocho años que se dedicaba a estudiar. De la casa a su estudio y de su estudio a la casa. Era una persona sana e hijo de una señora que hacía o hace programas comunitarios. La gente estaba muy consternada porque la señora tuviera que irse del barrio. Cuando a uno como padre de familia le ocurre una cosa de esas, y tiene varios hijos, uno se dice: «¿Y yo que voy a hacer?». Pienso que ese fue uno de los motivos por los cuales la mamá del muchacho abandonó el barrio. Primero por el dolor y, luego, porque tenía otros hijos con edades entre quince y veinte años.

Eso fue hace un mes, lo estaban persiguiendo por la cuadra y le metieron un tiro en el estómago. Como la bala estaba envenenada le destruyó el hígado. Él estaba metido en las bandas, en la de Los Mondongueros y los del otro lado fueron quienes lo mataron.

(Joven de 15 años, estudiante, barrio Castilla).

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Un hermano. Hace ocho años. Él tenía 32 años y trabajaba como vigilante en una discoteca llamada El templo del Vallenato, en el sector del Estadio. Llegaron varios tipos y hubo un altercado ahí. Él estaba en su labor de cuidar el espacio y fue herido con tres disparos.

(Hombre de 65 años, ingeniero industrial, barrio Francisco Antonio Zea).

(Hombre de 36 años, bibliotecario, barrio La Esperanza).

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Una compañera de colegio. Tenía catorce

Un amigo. Hace doce años. Él tenía veinticinco años y era inspector de policía en Santafé de Antioquia. Unos uniformados lo hicieron levantar muy temprano para algo relacionado con el ganado y no regresó. Se lo llevaron los paramilitares, se hicieron pasar por el ejército, lo torturaron, lo asesinaron y lo tiraron al río Cauca, donde encontraron sus restos.

años. No se sabe si la mataron o se mató. Ella vivía en el Picacho. Hace quince días se estaba aplanchando el pelo. Dicen que se electrocutó o que la ahorcaron con el cable. (Niña de 11 años, estudiante de grado 6º, barrio Castilla).

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Mi tío. Él

era policía y lo asesinaron hace dieciséis años, mientras estaba en servicio en el Departamento de Risaralda. Una parte de mi familia es de allá y la otra de acá de Medellín.

(Hombre de 32 años, bibliotecario, barrio Belén).

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Mi cuñado. El hermano de mi esposa fue asesinado

Mi primo. Él tenía veintidós años y eso fue en un conflicto con unos manes. Él iba por la calle, lo llamaron y le descargaron todo el arma. Eso fue en el barrio, cuando yo era muy niño.


por un compañero de cuadra. Este jovencito consiguió un revolver y ya empezó a creerse demasiado por tenerlo. Jugando apuntó a mi cuñadito y le disparó accidentalmente. Dicen que accidentalmente, pero no sabemos. Lamentablemente la justicia de este país no tuvo nada que dar. Todo el mundo supo quién fue, hasta la Fiscalía supo y no le hicieron ni una llamada en indagatoria. Eso fue hace cuatro años y, en este momento, anda libre y tranquilo. Aunque, a sus veintiún años, tiene un problema de Parkinson.

(Joven de 16 años, estudiante, barrio Girardot).

(Hombre de 37 años, guarda de seguridad, barrio Campo Valdés).

(Joven de 15 años, estudiante de grado 10º, barrio Francisco Antonio Zea).

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Un vecino.

Muertos cercanos • Era un domingo por la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un tío. En el año 87. Él tenía dieciséis años. Cuando lo mataron yo era muy niña. Lo mataron muy cerca de la casa, a las dos cuadras, en el barrio Popular. Es que entre los mismos combos ellos se matan, a los pelaos los reclutan muy sardinos, les dan plata rápida para estar de campanitas y carritos. Así empiezan y así terminan, rapidito se van, esos pelaos no duran mucho. Pero también mataron a mi papá. Eso fue en Barrancabermeja, en el año 86. Él era miembro de la UP y estaba metido con el Sindicato del petróleo. Como no vivía con nosotros, no se sintió tanto, pero, con el tiempo, uno ve las farsas de negociaciones y pacificaciones. De la UP ahora casi todos están muertos y creo que solo hay uno vivo, que está muy viejito y prácticamente en la clandestinidad, con un bajo perfil. Todo un bloque político, casi todos asesinados. Igual con Jesús María Valle, un profesor nuestro muy bueno, que habló de la masacre de Ituango y que nos lo mataron muy cerca de la universidad. La muerte en Medellín es muy violenta, muy dolorosa, pero muy selectiva. Hay algunos que de pronto en la ciudad han caído por una bala perdida o porque los confundieron. En las veredas hay otro cuento. Ahí es por pensar diferente o porque te relacionan con algo raro. (Mujer de 31 años, abogada, barrio Robledo).

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Muertos cercanos • Era un domingo por la noche

6.

Dos tiros le pegaron

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un vecino. Yo estaba sacando los dos perros a pasear cerca del colegio Nuevo Horizonte y, en ese momento, por el lado nuestro pasaron dos muchachos con capuchas negras. Al instante, los tiros y, de una, mataron al señor de la tienda. Lo acababa de ver salir de su casa y caminaba hacía su negocio. Eso hace ya un buen rato, un par de años. (Mujer de 20 años, estudiante universitaria, Granizal).

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Mi papá. En 1992, por robarle en un negocio que él tenía en Manrique, por La 45. Dos tiros le pegaron a él, un hombre de 65 años. Luego esas personas murieron, porque con el tiempo otros se vengaron y los mataron también a ellos. (Hombre de 40 años, conductor, barrio Manrique Central).

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Una ex compañera. Ella fue asesinada el año pasado por unos sicarios desde una moto, al parecer porque pertenecía a la prostitución y ese tipo de cosas. Ya no estudiaba en el colegio. Era una prepago que tenía problemas de drogas y plata. (Mujer de 18 años, estudiante universitaria de ciencias políticas, barrio Robledo Pilarica).

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No tengo a nadie.

Muy afortunado me siento, porque yo sí sé que hay gente que ha tenido pérdidas por la violencia y han sido afectados moralmente, diría yo. (Joven de 15 años, estudiante, barrio Calasanz).

Mi vida personal y afectiva. No he sido afectada directamente, ni mi familia, por el tema de la violencia, ni por lo del desplazamiento, secuestro, o extorsión, pero sí he sido profundamente afectada en la parte moral, en lo personal, en lo afectivo. Primero, así no sea de Medellín, mi familia y yo vinimos aquí desde hace muchos años buscando oportunidades de educación y eso nos ha permitido hacer unas raíces profundamente grandes sobre ella. Entonces hay una parte de afectos, de herencias y de reconocimientos muy profunda. También me he sentido afectada porque, por el trabajo que yo he desempeñado, he sido parte de las acciones que ha emprendido la ciudad, la empresa privada y las comunidades, para que la región y la ciudad mejoren. Entonces cuando uno es parte de esos procesos y enfrenta situaciones de dolor como las que permanentemente se viven, pues, una se afecta emocionalmente. Pierde el aliento que necesita para seguir trabajando. A veces uno se sienta y dice: Bueno, ¿qué es lo que estamos haciendo mal hecho? ¿Hemos reaccionado? ¿No hemos reaccionado? ¿Dónde nos quedó mal hecha la tarea? ¿Cuáles oportunidades nos ha faltado dar o crear? Entonces en eso sí me ha afectado profundamente y a mi familia también. Uno se trasnocha y se sienta con los amigos, piensa, y analiza qué es realmente lo que nos ha llevado a esta situación. Desde hace ya muchos años nos hemos puesto en el reto de que las personas que tienen acceso a la educación salgan transformadas, con capacidad de mirar el mundo de manera distinta. Sigo siendo creyente fiel de que esa es la salida. Pero también soy consciente de que los jóvenes que están ahora en el conflicto les tocó en sus inicios de vida momentos de violencia muy crítica. Es una generación que hace quince años tenía cinco años y son los que están hoy poniendo el pecho en todo este nuevo escenario. Son una generación para quienes la vida tiene un sinsentido más que un sentido. No sé si esa sea la palabra correcta, pero es como un desapego por la vida, por los valores, por muchas cosas. Una ambición por tener las cosas mucho más rápido. Pero, lastimosamente, la tolerancia no la tienen como prioridad, cuando sabemos que esta no se puede negociar. (Directora Biblioteca Pública Piloto de Medellín).

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Muertos cercanos • Dos tiros le pegaron

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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No directamente. A mí directamente no me ha

Un sobrino. Tenía diecisiete años y desapareció en

afectado la violencia porque he vivido siempre en El Poblado o en Envigado, pero recientemente la violencia y la pobreza de los barrios se ha trasladado hacia el sur y se volvió diario y permanente el robo de bolsos a las mujeres y de celulares desde motos y vehículos, modalidad de hurto que es muy frecuente. Cuando los muchachos están en los barrios donde no pueden hacer daño se van hacia los barrios donde creen que los bolsos están llenos de plata o donde buscan alternativas de robo y atraco. Otra cosa que se incrementó en los últimos meses en el sector de El Poblado es el robo a los apartamentos con unas modalidades muy especiales, todo esto motivado, lógicamente, por la pobreza que hay en los barrios y la violencia que se traslada a otros espacios de la ciudad. A mí me parece que se debe a dos factores. Uno, la presencia del narcotráfico, los grupos paramilitares, los grupos terroristas como las Farc y los grupos ilegales. Todos aquellos han enlistado en sus filas y conflictos a los jóvenes de los barrios. También me parece que, a lo largo de estos veinte años, le ha faltado a varios alcaldes programas orientados a darles alternativas a los jóvenes, que no sean sentarse en la esquina a esperar que los violentos los recojan. Hay muchos muchachos que no tienen posibilidades de estudio, no tienen posibilidades de trabajo, no tienen hogar, viven en un apartamentico o en una chocita de cuatro por cuatro, donde no hay comida sino violencia y esto hace que aquellos jóvenes estén en las esquinas haciendo nada, dispuestos a que se les presente lo que ellos llaman una vuelta o una tarea violenta.

marzo de 2004. Lo encontraron como un NN ocho días después, a la altura de Barbosa. Pero su búsqueda siguió como si se tratara de un desaparecido, porque el informe de Medicina Legal y del Fiscal que hizo el levantamiento no concuerda con las señas del muchacho. Tres años después, por un examen de ADN, se comprobó que ese NN si era el sobrino. Su muerte se atribuye a una organización de paramilitares que funcionaba en ese sector, parece que era el Bloque Metro. Él vivía en Bello, en el barrio La Gabriela y un día salió a estudiar normalmente. Ese día salió con lo necesario para estudiar. Tenía la jornada de la tarde en un colegio que queda en Fontidueño, y lo último que se sabe de él es que se bajó del bus que lo transportaba con otros amigos, pero él les dijo: «Váyanse que yo no voy a entrar a clase». Estuvo en una cafetería tomándose un fresco con un pan y no se le volvió a ver. Se hicieron todas las averiguaciones pertinentes cuando una persona desaparece: hablar con los amigos, averiguar si él, bajo cuerda o a escondidas, tenía algún vicio y si estaba con un grupo. Los datos dicen que no, pero por investigaciones propias, lecturas que yo he hecho a raíz de esa desaparición, por los mecanismos de reclutamiento que tienen los grupos paramilitares, él de pronto sí pudo haber tenido esos planes. Sobre todo por algo que mencionó en un lugar donde mi mamá lo llevó. Mi mamá vendía chance en la puerta de un restaurante y él la acompañaba algunas veces. Un día, él le dijo a uno de los meseros, amigos suyos, que iban a saber de él en unos días. Por ese detalle y todas las demás circunstancias, sí puede ser que algún grupo lo quiso reclutar y que él se negó. En el informe que hizo el fiscal del levantamiento y en el examen de ADN que se hizo en medicina legal de Bogotá, el diagnóstico dice que no murió por ahogamiento sino por un tiro en la cabeza y luego lo tiraron al río.

(Hombre de 57 años, jubilado, barrio El Poblado).

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Un tío. Él se entregó al vicio, se dedicó, fue a la calle y entonces en el centro jugando por comida, o no sé qué era, otro de la calle llegó y le enterró unas tijeras.

(Hombre de 48 años, historiador, barrio El Mirador, municipio de Bello).

(Hombre de 20 años, estudiante de educación técnica en sistemas, barrio La Iguaná).

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Muertos cercanos • Dos tiros le pegaron

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Una tía. Un día, hace cuatro años, salió de la casa para una cita odontológica, le dieron escopolamina, iban a abusar de ella, pero parece que se resistió y la ahorcaron. Después de todas las investigaciones que hizo la Fiscalía, parece que la llevaron a un motel en La Estrella, pero no nos dijeron el nombre. Al ver que la habían asfixiado, llamaron a un taxi y la hicieron llevar para el hospital, pero ella ya estaba muerta. Nos llamaron ese mismo día en la noche: que habían encontrado a una mujer con esas características. Al parecer, quien la persiguió era un vecino que tenía una tienda. Lo capturaron, pero no sé cuánto tiempo le dieron. (Mujer de 32 años, bibliotecaria, barrio Ferrara, municipio de Itagüí).

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Nadie, gracias a Dios. No, gracias a Dios, no he tenido a nadie afectado por la violencia y tampoco me ha afectado a mí, pero pienso que esto está grave otra vez. (Joven de 19 años, estudiante de educación técnica en gestión administrativa, barrio Carlos E. Restrepo).

7.

No he tenido una pérdida de ese tipo

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El papá de un amigo. Lo encontraron en la finca con puñaladas. Él tenía muchas fincas en el oriente y parece que fue por guerrilla o paramilitares. Eso fue muy reciente. (Joven de 17 años, estudiante universitaria, barrio Robledo, Pilarica).

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No tengo a nadie. Pero recientemente hay otra vez mucha violencia en los barrios. He escuchado de historias de pandillas que se crean para obtener poder y respeto. (Joven de 15 años, estudiante, barrio Calasanz).

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Muertos cercanos • Dos tiros le pegaron

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un amigo. En el 97 desapareció. Era líder comunita-

Nadie directamente, gracias a Dios.

rio en la Comuna 13. Él también trabajaba con gente en la universidad. Debido al conflicto de allá lo desaparecieron. Cinco años después encontraron su cuerpo en una fosa común. Lo retuvieron y lo torturaron unos días como para sacarle información. Desde que lo desaparecieron había unas denuncias hechas por la comunidad y los familiares. Cuando apareció fue una especie de descanso por poder hacer el duelo. Aunque fue muy duro para todos darlo por muerto, era preferible encontrarlo. También ha pasado con algunos primos, en el suroeste antioqueño, víctimas del conflicto armado. A algunos les gustaba la mariguana y, cuando llegaron los paras, amenazaron con que a todos los que tiraran vicio los mataban. Uno de ellos era ciclista profesional, de 27 años.

Pero sí en el entorno de trabajo, aunque nosotros, como Parque Biblioteca, gozamos de respeto por parte de los actores armados. He escuchado que más al norte, en la parte de Pedregal, Doce de Octubre y Castilla eso está muy horrible, pero por acá está muy tranquilo. No digo que no pasa nada tampoco, porque al lado de la Biblioteca, en la cañada, mataron a una muchacha y después a un muchacho. Pero desde junio del año pasado hasta la fecha son las dos únicas personas que han muerto cerca al Parque.

(Hombre de 28 años, estudiante universitario, barrio Robledo Parque).

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Un cliente del restaurante. Fue lo más cercano, yo diría. Él era abogado, fue cliente de acá muchos años y cercano a mi negocio, pero un día me enteré de que era abogado de El Osito, el hermano de Pablo Escobar. Lo mataron saliendo de la cárcel Modelo de Bogotá. Estaba con su compañera. Vivían juntos hacía poco y estaba embarazada. También la hermana de un amigo mío que murió en la bomba del Intercontinental, pero yo no la conocí en persona. Muy cercano a mí, no nos ha tocado la violencia. Toda mi familia, que es muy grande, vive en Medellín y yo he sido muy afortunada porque nadie de ellos ha muerto de manera violenta. Pero claro que sí me afectó la violencia. Un día llamaron de Todelar diciendo que había una bomba en el Museo de Arte Moderno, aquí al lado, cuando la gente estaba haciendo la fila para entrar a cine. Era una bomba de La Carreta Editores. Prohibida su reproducción total o parcial tiempo y explotó. No tenía nada que ver con el narcotráfico. No hubo víctimas, era una bomba pequeña, pero casi acaba con mi negocio, aunque en ese preciso momento yo no estaba en la ciudad.

(Hombre de 57 años, coordinador de Biblioteca, Parque Biblioteca La Quintana, barrio Robledo).

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Nadie cercano, por fortuna. Nunca he sufrido la pérdida de un ser cercano, de mi familia, o de un amigo, pero eso no quiere decir que la violencia no nos afecte, porque cuando a otro ser querido le pasa algo así, que sufre la pérdida de un hermano, de su padre, o de otro familiar, de alguna manera eso afecta también la propia vivencia. Es como si a uno también le pasara, aunque sea de manera indirecta. Eso sí es como un asunto cotidiano. Vivo en Cabañitas, un barrio sereno. Aunque allí hay otro tipo de violencia que tiene que ver con la delincuencia común, con robo, con inseguridad, con los centros de acopio de los reciclajes, que generan ciertos ruidos alrededor. Uno sabe que eso afecta a los vecinos, aunque a mí nunca me haya pasado nada. Yo soy tranquila con todo lo que hay en el medio. A mí no me asusta caminar de noche, aunque sé que por esos lados han pasado cosas. Anoche sentí gritos y sentí balas cercanas, pero yo vivo a dos cuadras de otro barrio. Hay entre los dos un lindero de una quebrada. No sabría decir si fue en el barrio de atrás o en el lindero. Eso me generó zozobra. Algo pasó. (Mujer de 53 años, socióloga, barrio Cabañitas, municipio de Bello).

(Mujer de 48 años, copropietaria de un restaurante, barrio Carlos E. Restrepo).

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Muertos cercanos • No he tenido una pérdida de ese tipo

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi hermano. Fue hace dos años, cerca de la casa, en el barrio Miramar. Él tenía 52 años y era profesor de Literatura. Él estaba en una heladería y, en ese momento, llegaron unos individuos en busca de alguien más. Hubo un antecedente maluco entre todos los muchachos. Llegó alguien armado y mi hermano fue uno de los que trató de salir, pero en el altercado lo mataron. Fue un hecho excepcional en este barrio, porque el que se muere en estos momentos por aquí, es de muerte natural o de viejo. Ya prácticamente la violencia en este sector ha desaparecido, hay mucha unión entre todos los vecinos e, incluso, entre los que nosotros llamamos Los muchachos. Entre ellos hay de todo, incluso paramilitares desmovilizados. Ellos ya son personas que están en una lucha permanente por el bien del barrio, colaborándole a todo el mundo en lo mayor posible. Ese ambiente y esa tranquilidad viene desde hace seis meses. Lo de mi hermano no fue más que un accidente, así lo considero yo. (Hombre de 56 años, pensionado del seguro social, barrio Robledo Miramar).

Un amigo. Crecimos juntos, el cogió por su lado y yo por el mío. Él se metió con gente maluquita, combos, y lo mataron. Muchos dicen que él debía plata a los mismos del combo y otros dicen que él tenía una liebre por otro lado. Murió de diecinueve años. Espero que no me pase a mí. Desde pequeño yo he tenido más conciencia de que uno no debe buscar lo que no se le ha perdido y uno debe caminar muy suavecito en la sociedad, que uno debe ser muy prudente y debe tener muchos valores. Yo creo que eso es lo que más influye en que a uno lo toque o no la violencia. (Hombre de 24 años, grafitero, barrio Robledo El Diamante).

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Un primo. Él vivía en Itagüí, tenía veinticinco años y lo mataron hace cuatro. Nunca se supieron las razones. (Hombre de 18 años, grafitero, barrio Kennedy).

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Un amigo. Vivía en la comuna 5, tenía diecinueve años y era bachiller. Había sido personero escolar y rapero. El man que lo asesinó se perdió. Nadie asegura cómo fue, pero hay dos versiones: una, que él estaba ahí con los amigos y un man llegó con un fierro. Jugaban a la ruleta rusa y el tiro que le tocaba a él lo mató. La otra versión, según personajes que estaban ahí, es que el man llegó y sacó el fierro, pero como era amigo, todos creyeron que era charlando, y no reaccionaron cuando le dio el tiro al amigo. Por la violencia mucha gente se ha afectado. Dicen que hoy existe una supuesta paz, pero cuando hay droga de por medio, nadie cree que eso pueda durar. (Joven de 18 años. estudiante y músico de Rap, barrio Castilla).

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Muertos cercanos • No he tenido una pérdida de ese tipo

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un sobrino. Eso fue en el 93, iba a cumplir dieciocho años. Lo asesinó su mejor amigo, por la novia. Ambos eran futbolistas. Al parecer mi sobrino se enamoró de ella. Lo asesinaron en el colegio Alfredo Cock, de noche, cuando él iba a entrar a clase. El asesino le disparó por detrás con un revólver, delante de sus compañeros. En ningún momento fue encarcelado, pero luego me di cuenta de que lo habían asesinado en la comuna nororiental, como con veintitrés balazos, ocho meses después de la muerte de mi sobrino. Había mucho temor con respecto a la reacción mía, porque yo era un líder del deporte. Había muchas bandas y el temor de la familia era que yo les dijera que los desterraran o los mataran. Muchos amigos querían que yo cobrara de la misma manera. Fueron a mi casa y yo les dije que esa no era la manera de reaccionar. Sucede que yo les había enseñado a jugar fútbol a ambos, al sobrino y a quien lo mató. Cuando uno vive estas cosas debe pensar muy bien. Para ser una persona equilibrada, sabia y tolerante en este medio, uno debe tener la cabeza fría. Yo pude haber generado más violencia. Con lo de mi sobrino mucha gente quedó herida, pero el tiempo ayudó a que eso sanara, aunque eso no se le sana a una madre o a un padre. Yo era su tío y la persona a quien más confianza él le tenía. Él subía a mi casa, hablábamos mucho, siempre compartíamos. La familia del asesino se disculpó a través de un hermano. Estaban amenazados y no querían irse del barrio. Tuve el valor para enfrentarlos y decirles que no tenían nada que ver. Hablé con la gente de las bandas, supuestamente amigos de mi sobrino, que querían cobrar su muerte de la misma manera. Les dije que no, que eso ya se había arreglado.

Mi hermano. Hace diecisiete años lo mataron, con

(Hombre de 33 años, ex jugador de fútbol, barrio Pedregal).

(Hombre de 43 años, operador técnico subestaciones de energía, barrio Florencia).

Muertos cercanos • No he tenido una pérdida de ese tipo

otras siete personas, esa misma noche. Mi hermano tuvo dos situaciones violentas en la vida. Una, por robar unas películas de betamax, le dieron bala a él y a su amigo. A este lo mataron y a él lo dejaron en silla de ruedas. De resto, mi hermano era un pelao normal. Él ya tenía dieciséis años y hacía unos cursos en el Sena. Aquel día él estaba jugando cartas con unos amigos en el quicio de mi casa. Mis papás estaban en una finca por Puerto Berrío y yo estaba con mi señora en un festival de la cerveza en el Palacio de Exposiciones. En la cuadra había un sector muy caliente. Eran pelaos que trabajaban con Pablo Escobar y el tema del narcotráfico. Ellos estaban reclutados y la cuadra se volvió un punto de encuentro de esas personas. Cuando llegué esa noche, me dijeron mis cuñadas: devuélvase que por su casa hubo una masacre y mataron a su hermano. Para la operación pusieron dos carros, un carro en una esquina y el otro, en la otra. Los atravesaron totalmente y de los dos carros se bajó gente armada. Mi casa paterna estaba vuelta nada porque los hombres que hicieron el atentado metieron las subametralladoras por las ventanas y dispararon hacía dentro. Los comentarios decían que fue gente del gobierno pagada por el cartel de Cali. Uno de los objetivos era acabar con los combos de Escobar. Resulta que gente de la cuadra estuvo involucrada en un atentado en Cali y, por represalias desde allá, empezaron a mover sus contactos aquí. Ese día iban por esos muchachos, pero, seguramente, esta gente del atentado no sabía a quién iban a matar. La gente que estaba jugando con el remix echó a correr dentro de mi casa, cerraron la puerta, pero mi hermano, que estaba en el quicio, no pudo y murió instantáneamente.

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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8.

Pero ¿no acabaron de jugar, pues?

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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A mí me contaron. Hace poco supe que a un amigo, con quien yo crecí, lo habían matado. Entonces uno dice: «Uy, ¿cómo así?». Tremendo, ¿o no? Uno queda así, impresionado. ¡Qué cosa! (Hombre de 23 años, barman del Hotel Nutibara, barrio Antioquia).

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Cercano, no. Pero en la finca donde trabajé con mi esposo mataron a ocho. Eso fue hace siete años. En los límites de Medellín y Copacabana. Era una gente que venía a alquilar. No sabíamos quienes eran, simplemente se les alquiló parte de la finca. Una noche vinieron por ellos. Eso fue terrible, pero nosotros nos salvamos. Nos dejaron vivir, pero nos fuimos y nunca más volvimos. Mi esposo todavía está nervioso y muchas veces no puede dormir. (Mujer de 52 años, agricultora, municipio de Jericó).

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Nadie, gracias a Dios. Pasamos muchas veces cerquita de donde pasaban cosas. Pero a nosotros nada. Como no hemos sido del pueblo, seguramente no nos tocó tan duro. Nos tocó lo de Escobar, muy duro, pero nunca nada a nadie de la familia; hemos sido de buenas. (Hombre de 70 años, chofer de taxi, barrio Robledo).

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Muer tos cercanos • Pero ¿no acabaron de jugar, pues?

Mi hermano menor. Lo perdí en la época de los 90, en el 92. Tenía diecinueve años. Él estaba estudiando y se fue a visitar a la novia a San Pablo, el barrio, y allá fue asesinado. Él no parecía tener conflictos de cruces de barrio. Pero, después de su muerte, nos dimos cuenta de que tenía cierta relación con las milicias populares. Fue un golpe muy duro para la familia porque ignorábamos totalmente que estuviera involucrado en estas cosas. Era muy paradójico: mientras yo, su hermana mayor, me las guerreaba por brindarles otras alternativas a los muchachos, por invitarlos a los procesos de participación, porque yo estaba como coordinadora en la Casa Juvenil de Santo Domingo, con la doctora María Emma Mejía, quien era la Consejera Presidencial para Medellín, él hacía totalmente lo contrario. Lo más doloroso para la familia no fue propiamente su muerte, sino el hecho de darnos cuenta de que él estaba en el otro bando. Al chico que lo mató, lo mataron a los dos años, inclusive era un amigo de mi hermano. Todo eso fue un conflicto interno de las milicias. En aquel momento estar involucrados en esos procesos de socialización de convivencia con los jóvenes, con la Consejería y con la comunidad era vivir situaciones muy difíciles y muy dolorosas. He vivido acá toda la vida, es decir, 36 años y, por ello, he tenido cierta relación directa con los que generan la violencia, pero también con las víctimas. Como líder de procesos, con la intención de sacar a los jóvenes del conflicto, me ha tocado ver la muerte violenta de las personas que estaban trabajando con uno, los que estaban en los grupos de rap, los chicos que participaban en las Asambleas, en los Programas de Convivencia, en la Casa Juvenil. Compartir con uno de ellos y velarlo al día siguiente era una situación muy dolorosa. Recuerdo mucho a un rapero jovencito a quien mataron de una manera muy cruel. Él tenía problemas de droga, pero participaba. Me decía: «Yo tengo mi problema, pero quiero involucrarme». Salimos de la reunión a las siete de la noche y, a las nueve, ya lo estábamos recogiendo. Lo habían matado ahí, cerca de la Sede Juvenil. Todo esto era muy doloroso. Salir uno de la Sede Juvenil y encontrarse con las personas que patrocinaban esos enfrentamientos, que les daban el armamento, que les decían: «Vean, vayan, hagan esta vuelta a tal barrio, y uno decirles: «Hey ¿por qué eso? Hey muchachos pero pilas, ¿qué pasa? ¡Miren, no lo hagan!». Pero ellos respondían: «No Luzma, usted con lo suyo y nosotros con lo nuestro». ¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Todos ya están muertos. De unos se supo el destino final, de otros jamás se supo nada. Veía caer y enterrar una semana a cuatro, cinco jóvenes, incluso en entierros colectivos, de hermanos, de primos. Uno de los velorios colectivos que más me impactó fue el de una pareja de esposos: a él lo mataron porque tenía su deuda y a ella la mataron porque estaba con él. Ver esos dos ataúdes daba frío en la entrañas de dolor. Uno decía: pero, ¿en qué país vivimos? Digamos que, por haber manejado el duelo, la aceptación de las partidas prontas, puedo tal vez hoy hablar con más serenidad. Además, esto ya hace bastantes años. Hoy siento y creo en la seguridad que se vive. Aunque a veces me despierto, escucho las noticias y me digo: ¿Estamos retrocediendo? Se pone una a analizar, y de todo lo que vivimos hay una herencia que no se puede desconocer. Los hijos de esos grandes actores y provocadores de violencia ahora son jóvenes. Entonces uno dice: «Ahí está, todavía lo llevan en la sangre». Esa pequeña semillita que se dejó en los niños, porque muchos de estos niños, digamos a los dos, tres, cuatro añitos, vieron cómo el conflicto entró a su hogar. Les mataron uno, dos, tres familiares delante de ellos. Se cree que, como están tan pequeños, no lo van a recordar. Ellos son los jóvenes que ahora tenemos de diecisiete, dieciocho, diecinueve, veintiuno. Es decir, que el trabajo es muy largo para limpiar la marca genética de la violencia, o yo no sé cómo. Las cosas que se vivieron en el pasado quedan como una historia fotográfica, escrita, pero uno también se las lleva casi como genéticamente. De todos modos, también hemos venido trabajando cada vez más la dimensión del perdón, y de la relación entre víctimas y victimarios. Aquí en el barrio fueron varias las actividades, entre otras el Muro del Perdón, en la pared de atrás de la parroquia Santo Domingo. El sacerdote que lideró todo esto fue Julián Darío Gómez. Elaboramos las denominadas vigilias y las eucaristías del perdón, durante las cuales en el altar se sentaban los victimarios y, en el resto de las sillas, estaban las mamás, las esposas y los hijos, víctimas del conflicto. Allí, ellos decían a las familias: «Por favor, perdónenos, perdónenos, que igual lo que hicimos fue en un momento de conflicto armado, o eran ellos o éramos nosotros». Entonces en algunas familias decían: «Sí, bueno, yo lo perdono a usted». Pero otras decían: «No, perdonarlo a usted no me recupera a mi hijo, no me recupera a mi

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Muer tos cercanos • Pero ¿no acabaron de jugar, pues?

esposo, no me recupera al papá de este niño que tuve que criar sola porque usted decidió, cruelmente, hasta cuándo debía vivir». No se sabe todos los procesos de diálogo, de movilización, de torneos deportivos que se hicieron. Torneos, precisamente, entre grupos armados en conflicto, de barrios y barrios… Era un equipo de un barrio, un equipo de otro barrio, y otro… Pero no era tanto un asunto de barrio, sino de bandas: esta banda, otra banda. Fue un proceso hermoso, con apoyo, pero siempre con inconvenientes también. Acababan de jugar un partido y, a las dos horas, ya había uno o dos muertos, exactamente en los sectores que habían participado en el torneo. Uno se decía: pero, ¿no acabaron de jugar, pues? (Mujer de 39 años, administradora de empresas, barrio Santo Domingo).

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Un hijo. Tengo nueve hijos y a uno me lo mataron en Medellín. En la Feria de las Flores. Parece que fue su mujer. (Mujer de 69 años, pensionada del magisterio, municipio de Jericó).

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Un compañero de trabajo. A él lo asesinaron con tres tiros en la cabeza cuando estaba almorzando. Fue el 10 de diciembre de 2009. No sabemos si fue consecuencia del trabajo o si fue otro asunto. Pero uno comienza a pensar que le puede tocar a uno también. Algo de nuestro trabajo puede, de todos modos, molestar a la gente. También puede ser por el mismo grado de conocimiento que uno comienza a manejar. Yo soy de una familia de profesores universitarios y nunca me había imaginado estar en un trabajo donde le pueden matar a un colega. Queda uno muy afectado. Yo andaba con regularidad con él, en su carro, para ir a alguna intervención. En otras ocasiones yo había almorzado con él en ese mismo restaurante. (Hombre de 33 años, funcionario público).

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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9.

Lo mataron por un problema

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un amigo, entre varios. Con él jugábamos baloncesto, por la calle. Eso fue hace cuatro años y fue muy impactante porque en la noche: «Chao, hasta luego» y, al otro día, la noticia de que había aparecido muerto. Él no me había comentado nada, pero igual es impactante saber que una noche estás con alguien y, al otro día, pues no la vuelves a ver nunca más. Era un vago, no estaba trabajando, pero le gustaba el deporte, jugábamos baloncesto y nada de vicio. Lo hicieron los de siempre, los que se valen de artefactos para mostrar poder, para dañar, quitar la vida. Yo considero que nos dieron vida para vivirla y que nadie tiene por qué decidir quién se queda, quién no, a qué horas, cuantos días, nada de eso. (Mujer de 29 años, estudiante universitaria, barrio Versalles 1, Manrique Oriental).

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Todos mis tíos. Yo todavía estaba muy pequeñito para darme cuenta de lo que ocurría, aunque me acuerdo de ellos. Fue, simplemente, porque vivíamos en un barrio muy violento y siempre nos tocó esta guerra, desde los 90 al 2000. Un entierro cada dos años o al año y medio otro, y así, por la misma razón. Como siempre, eso queda impune, en eso no hay perdón, no hay verdad, tampoco se repone nada. Incluso mi hermano fue tocado por la guerra, herido de gravedad. Recibió un disparo con el fin de dejarlo inválido. (Hombre de 23 años, estudiante de filosofía, barrio Manrique Las Granjas).

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Un primo. Hace unos seis años, en un semáforo por

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Una vecina. La señora tenía ocho hijos. La mataron por un problema. Ella trabajaba y no se sabe, le dieron un balazo en las escalas de su casa. El marido, papá de tres de sus hijos, se los llevó junto a los hijastros. (Joven de 13 años, estudiante, barrio Santo Domingo).

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Vecinos.

Durante mucho tiempo viví en el barrio Manrique, en una parte alta donde hubo varios enfrentamientos y vecinos se vieron caer. Allegados, conocidos, así directamente, no. Fue una situación muy complicada, sobre todo porque éramos preadolescentes y es impactante ver a tantos jóvenes muertos. Yo creo que de diez muertes que haya visto, ocho eran completamente inocentes, simplemente que pasaban y fueron blanco de los asesinatos. Como se dice, por unos cuantos pagan muchos. Me pareció muy complicado en esa época, y ahora me parece más, porque la violencia vuelve en algunas partes de la ciudad. Siguen siendo los jóvenes y los niños el blanco de estas situaciones. En el colegio sí hubo un compañero que murió. Él era del salón de clase, se supo que su situación era muy complicada. Creo que se metió en algo como un punto de escape. Yo creo que eso de meterse o no tiene que ver mucho con la familia y los valores que le inculcan a uno.

(Hombre de 25 años, estudiante universitario, barrio Campo Valdés).

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Una niña. Era una amiga de infancia que tenía unos

robarle el carro. También, recientemente, una vigilante de la biblioteca, justamente la semana pasada. Sacó unos días de vacaciones y se fue a Barranquilla cuando empezaban las fiestas ahí. Ella se fue a hacerle la visita al novio y él como que estaba metido en algo de drogas. Iban en una moto, a él lo hirieron por detrás y lo mataron, ella está en estos momentos en cuidados intensivos con un balazo en el cerebro. Es una joven de veinte años.

siete u ocho años de edad. Lastimosamente, fue por una bala perdida. Hace unos quince años, más o menos. Ella estaba en la calle jugando y yo en mi casa. Recibió solo un impacto de bala. Uno queda con secuelas de la violencia. Daba miedo salir al barrio. Ya era llegar solamente a la casa a encerrarse y salir solamente cuando era necesario. Ahora no pienso mucho en lo que es la violencia del barrio, pero sí trato como de no estar donde no debo estar.

(Mujer de 66 años, bibliotecóloga, barrio El Poblado).

(Mujer de 21 años, técnica en administración de empresas, barrio Santo Domingo).

Muertos cercanos • Lo mataron por un problema

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi novio. Hace un año me lo mataron en Bajirá, entre Urabá y Chocó. Yo vivía en Cañasgordas, y lo conocí allá porque él manejaba un bus de Sotraurabá. Él estaba trabajando, manejando una jaula que le dicen La Piragua, traía yuca y plátano. El día anterior me llamó y me dijo que iba para Bogotá a hacer el viaje. Hasta me dijo: «¡Qué viaje tan largo!». Estaba muy aburrido por tener que viajar desde Bajirá hasta Bogotá. Yo le dije que había que trabajar y él quedó de llamarme al otro día, a las diez de la mañana, y nunca me llamó. Empecé a llamarlo y el celular apagado. Al martes volví a marcarle y nada. Llamaba a la casa y nadie me contestaba. El miércoles ya sí me entró la duda y empecé a llamar a la casa. Me contestó la hermana, y le pregunté: «¿Alex qué?». Entonces me dijo que a Alex lo mataron y hacía una hora que lo habían enterrado, porque olía muy maluco. No pude ir ni al entierro. Se supo que lo mataron el lunes a las diez de la mañana, a la hora que quedó de llamarme, y lo encontraron el martes por la tarde en Bajirá, con el ayudante y un pelado que les iba a colaborar. A los tres les dieron de a un tiro en la frente. A ellos los dejaron tirados ahí, y a la gente que venía no los dejaron ni pasar. Dicen que fue la guerrilla, que es lo que se mantiene por allá. El carro, que estaba con la yuca y con los plátanos, lo dejaron prendido, y a él se le llevaron la maleta donde estaba toda la ropa, el celular y la plata. Llevaba como millón cuatrocientos. Al otro día lo llevaron a Chigorodó y allá lo reconoció un policía que era amigo de él y este llamó a alguien que conocía a la familia. Bajaron el martes por él y el miércoles a las ocho de la mañana lo trajeron, pero la funeraria no lo dejó velar. Llegaron con él de una vez a enterrarlo, no dio tiempo ni de que me avisaran. Él siempre le decía a la mamá que cuando él se muriera, quería que ni la novia ni nadie lo fuera a llorar. Así fue, se le cumplió el deseo, pero a mí me dio muy duro.

Compañeros. Sucedió en el municipio de Sonsón, cuando estaba terminando el colegio, hace diez años, aproximadamente. En ese momento había todavía guerrilla y paramilitares, entonces personas del mismo pueblo, del mismo municipio señalaban a uno u otro de ser colaboradores de uno u otro grupo. Así fueron muchos los jóvenes asesinados, al igual que en la ciudad. Pienso que por el lugar en que viven, por la falta de trabajo tienen que buscar la forma de subsistir y el desempleo los lleva, entonces, a buscar oportunidades. (Hombre de 29 años, ingeniero de sistemas, barrio Las Palmas).

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Ninguna. Pero le quiero decir una cosa: pienso que la violencia en Medellín la están generando los jóvenes. Lo digo, pues, por mi trabajo, porque en los alrededores vemos muchos robos, muchas agresiones y es más que todo por parte de los menores de edad. Por ejemplo, acá los que nos rodean son niños, que realmente no sabemos si son huérfanos, tienen papá, mamá, si estudian o no estudian. Lo que sí podemos saber de ellos es que están siempre en la droga o en el robo, pero realmente por qué, no lo sabría decir. Oportunidades hay, porque ahora están generando mucho el estudio gratis para los niños. Un niño de esos puede coger un computador mucho mejor que un adulto y usted se queda aterrado, ya saben leer y escribir. Yo digo que eso del desbarato de los jóvenes es más bien por causa de los padres, de su ignorancia. Ellos fueron criados así y ellos crían a sus hijos de la misma manera. (Mujer de 29 años, guarda de seguridad, barrio Belén San Bernardo).

(Mujer de 23 años, guarda de seguridad, barrio Francisco Antonio Zea).

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Muertos cercanos • Lo mataron por un problema

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi madre. Ella fue asesinada hace como dieciocho años, en la época de violencia, en el barrio Doce de Octubre. Yo estaba muy pequeña, tenía unos cinco años. Era un conflicto de los jóvenes del barrio, estábamos en una reunión familiar y algunos querían hacer un robo o algo, se entraron a la casa, incluso era alguien conocido, y ahí fue. En todo caso, al principio, por la edad, uno no alcanza a asimilar la situación, no dimensiona lo que pasó, cómo pasó, ni por qué, nada. Pero al transcurrir el tiempo, por la falta de la persona, porque de todas maneras es una persona muy importante para tu crecimiento, tu desarrollo, para todo, entonces ahí empiezan las dificultades, se empieza a llenar uno de rabia, más que todo de eso, porque fue algo sin causa, sin motivo, fue así porque quisieron y no más. Quedamos mi hermana que tenía siete años y yo, que tenía cinco. A mi hermana, que ya es una profesional, eso la marcó mucho, le daba miedo de que mi papá se fuera. Si se demoraba un poco más, ella se quería morir, era impresionante. Creo que es más el caso de resiliencia que tiene uno frente a esta situación, adaptarse a lo que le está brindando a uno la vida. No sé, lo tomo yo así: es la capacidad que tiene uno para adaptase a eso, no de adaptarse a la violencia, sino de adaptarse a la situación que se estaba viviendo en ese momento, a la falta de esa persona. El asesino fue a la cárcel, lo cogieron inmediatamente. Hoy no sé si está vivo o muerto, pero hubo una época en que me dijeron que lo habían asesinado, pero no estoy segura de que sea verdad. El caso es que por parte de él hubo varios actos de violencia, porque también mandó a matar a mi tío después, entonces fue como algo seguido. También murió un primo, cerca de Aranjuez. Nos alejamos del barrio y, por muchísimo tiempo, fuimos recorriendo otros barrios de la ciudad. Hace seis años estamos en López de Mesa, donde no se ve tanta violencia como en el Doce de Octubre o en Castilla.

10.

Eran las siete y media de la noche

(Mujer de 26 años, pedagoga infantil, barrio López de Mesa).

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Muertos cercanos • Lo mataron por un problema

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Nadie. Anteriormente, en mi época de juventud, sí. Cuando estuve en la Policía Nacional sí fui afectado por los antisociales, pero en este momento, ya después de mi retiro, con mi pensión de jubilación, no. En este momento la violencia que existe es más que todo por falta de empleo, falta de educación para las personas adultas que no han tenido un trabajo con que aportar a sus estudios, o viceversa, en sus hogares. Acá, en el centro de la ciudad, la violencia, más que todo, se debe al consumo de estupefacientes. La gente no encuentra sino la forma de vender estupefacientes para poder comer o tener un bocao de comida. Debido a eso es que están imperando los atracos, las lesiones personales, los homicidios. También debido a que los narcotraficantes siempre van adelante de los niños. (Hombre de 60 años, supervisor de vigilancia, barrio Boston).

___

El hijo de una amiga.

Él fue atracado y asesinado. Hoy considero que se ha presentado un aumento en la violencia debido al desplazamiento, a que hay mucha mendicidad y pobreza. La veo en las calles que recorro desde que me levanto hasta que llego a mi casa, veo mucha gente en la calle. No sé si de pronto también se pueda atribuir a la falta de educación y a la falta de oportunidades laborales.

(Mujer de 30 años, secretaria en el sector privado en Medellín, municipio de Copacabana).

___

No. Pero sé de una persona que se tiró de un piso doce, se suicidó. En el barrio hay violencia y es muy maluco porque, incluso, ya matan a las personas inocentes. (Niño de 10 años, estudiante, barrio San Diego).

Amigos. Muchísimos. Hago parte de una generación perdida. Nos tocó toda la época del narcotráfico, en los noventa, y todos los amigos estaban perdidos. Algunos se enredaron de traquetos, murieron abaleados en tiroteos o en sus motos y por balas perdidas en el barrio, pero en ese momento yo no vivía en el barrio Boston sino en el barrio 20 de Julio, en la comuna 13. Te voy a contar una anécdota que, gracias a Dios, no terminó en asesinato. El 16 de julio de 2008 mi hijo iba a estudiar al Sena, en Castilla. Iba hablando por celular cuando se arrimó un niño de quince años y le dijo que le entregara el teléfono. Mi hijo en ese momento no entendía lo que él le dijo y le hizo un amague de que «¿Cómo?», y el niño inmediatamente le clavó un puñal en el corazón. Gracias a Dios, en el hospital La María lucharon hasta salvarle la vida. Se vio entre la vida y la muerte, no nos daban un peso por él. Después hubo que intervenirlo nuevamente, porque un punto se le había abierto y casi se muere. Era una operación de corazón abierto, porque la puñalada fue en el ventrículo derecho y con chupachupa. Entonces, que más te puedo decir: muy joven, un niño casi mata a otro niño. Quince años el uno, diecisiete el otro. El agresor iba perdido en la droga, en el sacol, iba sumamente drogado. La policía actuó inmediatamente, al niño lo cogieron y está en un centro de rehabilitación. Ya lo condenaron a tres años, pero todos sabemos, pues, que, en menos de un año, el muchachito estará en la calle delinquiendo de nuevo porque, en tan poco tiempo, no se le va a quitar a una persona todo el historial que lleva de abandono, de soledad, de vicio. (Mujer de 40 años, estudiante universitaria, barrio Boston).

___

Muchas. Soy desplazada desde hace nueve años de La Chorrera, una vereda del municipio de Barbosa, y ahí he sido afectada por la violencia. Llegaron unas personas, no sé de qué grupo, mucha gente de la comunidad fue masacrada, mis primos, el esposo de mi tía, entre otros, porque la vereda era habitada por gente de la misma familia. Lo más duro es el desplazamiento. (Mujer de 34 años, empleada de oficios varios en Medellín, municipio de Copacabana).

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Muertos cercanos • Eran las siete y media de la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi primo. Es una historia bastante dura porque fue en un momento crucial de mi adolescencia. Tenía doce años. Mi primo estaba cumpliendo dieciocho años ese mismo día. Era en el 92 y él vivía en Bello, que de hecho es un municipio que también ha sido bastante afectado por la violencia, y en esa época estaban muy de moda unos tenis, no sé qué marca eran. En todo caso, sin ser de una familia con mucho dinero, mi primo los había estado solicitando. Estaba que se moría porque le compraran esos tenis. Entre los cuatro hermanos se los regalaron de cumpleaños y, ese mismo día que estaba estrenando, se los robaron y no se supo cómo fue la cosa, pero lo mataron con arma de fuego. Eran las siete y media de la noche y salió a comprar unas cosas porque los amigos iban a llegar a la casa a celebrar. A las nueve no había regresado y todo el mundo lo estaba esperando. Cuando se dieron cuenta de que acababan de matar a alguien a unas cuatro calles de donde vivía, fueron a averiguar y, efectivamente, era él. Después se supo quién lo mató, pero no de manera precisa. Fue muy dramática la historia porque aparte de toda la tristeza y del duelo tan tenaz, era una persona buena, que estaba estudiando décimo grado en un colegio de Bello. Cuando supieron que la familia venía, devolvieron los tenis, pero para nosotros fue una carga simbólica muy complicada. Realmente mi tía no quiso hacer nada, porque es una persona exageradamente religiosa y no quería ni hacer un juicio ni irse a términos legales. En ese momento era tanto el dolor que ella solo quiso alejarse, cambiarse de barrio, irse de allá y cortar. No quería prolongar más el duelo. Esa fue la razón por la cual no pasó nada más. Obviamente, para nosotros, aquella fue la época más dura, la del narcotráfico en los noventa, cuando éramos adolecentes y oíamos de carros bomba, de muertes y asesinatos, de que pagaban dinero por las cabezas de los policías. Todos los de la generación de los setenta y los ochenta tenemos el recuerdo de una época muy dramática que nos marcó la existencia. Hoy es diferente, aunque sigue habiendo asesinatos. Esta mañana en las noticias decían que dos chicas en el colegio Santa Rosa de Lima, en el barrio la Floresta, fueron asesinadas saliendo del colegio, sin saber cuáles fueron los motivos del asunto.

Una tía. Hace once años. Llegaron una tarde a la vereda y la asesinaron. Ella vendía cosas de mercado en una tiendecita, y decían que ella le vendía mercado a la guerrilla. A los cinco días de haber asesinado a mi tía, mataron también a mi novio. Llevábamos cuatro años de novios, él iba a visitarme y se encontró con mi papá en la mayoritaria de Itagüí. Decidieron llevar verduras a Betania, al municipio donde vivía él, y hacia donde manejaba un chivero, un carro del papá. Se fueron juntos y, más allacito de Bolombolo, más abajo de Hispania, los bajaron, los acostaron en el suelo, y mi papá pensó: «Ya, hasta aquí llegué yo». Pero fue a mi novio a quien mataron. Como en esos pueblos la gente tiene que hacer lo que diga la guerrilla, entonces pensamos que fue por eso. No sé si la mamá o el papá de él hicieron alguna denuncia. (Mujer de 37 años, empleada de oficios varios en Medellín, barrio Calatrava, municipio de Itagüí).

___

Un empleado. Pues, en este momento, el más cercano es un empleado de una estación de gasolina de mi papá. Él es un vigilante y casi lo asesinan. Fue abaleado, cinco balas. Ocurrió en el lugar de trabajo, por defender a un bus de Bello que iba pasando en ese momento. Es decir, él estaba vigilando y pensó que se iban a entrar a robar también a la estación de gasolina. Por defender a un señor y a una señora que fueron atracados, casi lo asesinan. Hoy está en cuidados intensivos, muy grave, muy delicado. Me parece muy triste, pero yo digo que la violencia viene más que todo de la familia. La parte del hogar, eso es primordial. Si usted tiene buenas bases de educación, si en la familia están bien formados, no tiene por qué haber tanta violencia. (Mujer, 25 años, administradora hotelera, barrio Los Balsos, El Poblado).

(Mujer de 31 años, licenciada en educación infantil, Biblioteca EPM, barrio Cabañas, municipio de Bello).

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Muertos cercanos • Eran las siete y media de la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Paisano. De esto ya hace un buen tiempo, quince años. El señor tenía una tienda y, en esa época, estaba llegando mucho paramilitar y también había guerrilla. Los dos bandos iban a mercar a esa tienda. Empezó la discusión de por qué él le vendía a los paracos. En todo caso, a él lo obligaban a vender muchas veces con revolver en mano. Los paracos lo tenían amenazado y le habían dicho que si volvía a venderle a la guerrilla lo mataban a él y a su familia. Entonces, como la guerrilla llegaba también a presionarlo, cumplieron el objetivo. Un día a las siete de la noche lo sacaron del establecimiento. Buscaron a la esposa y a los dos hijos que tenían entre cinco y seis años, más o menos, le vaciaron una ametralladora, le volaron la cabeza en presencia de ellos para que aprendieran que eso no se hacía, delante de todo el pueblo. Pero lo peor fue que obligaron a la familia a ver. A la mujer le tocó coger las riendas y sacar adelante a esos muchachitos. Ellos emigraron de allá para otro pueblo, pero, de todas maneras, queda el daño psicológico. Para los violentos es una manera de amedrentar a la población y de hacer cumplir su ley a través de un arma. Lo mismo que se ve ahora en la ciudad, veo que va creciendo en los barrios y comunas donde estas bandas se van fortaleciendo. A veces creo que la llamada desmovilización que hubo antes fue para que vinieran a reconfirmarse en la ciudad, sin Dios y sin ley, a fortalecerse y a enfrentarse por un territorio. Por ejemplo, ayer me tocó. Mi hermana trabaja en un colegio que se llama Santa Rosa de Lima, ayer le tocó ver cómo a dos alumnas las hirieron de muerte. No sé si habrían muerto, pero llegaron a darle bala a un muchacho y, por ende, a una muchacha junto a él que iba saliendo en esos momentos del colegio. Son los jóvenes que van a ser los adultos o van a ser el futuro, y son ellos los que más se están matando en este momento.

11.

El más cercano fue un amigo

(Mujer de 43 años, bibliotecóloga, barrio Prado Centro).

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Ninguno. Pero los jóvenes de mi barrio se enfrentan por droga, por dinero, y seguro no recibieron el apoyo que necesitaban de los padres. (Niño de 12 años, estudiante, barrio Colón).

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Muertos cercanos • Eran las siete y media de la noche

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Nadie, hasta el momento. Donde vivo ac-

Un vecino. Yo no lo trataba ni nada, solo sé que se

tualmente, por Buenos Aires, es muy tranquilo. En este sector se oyen historias de asesinatos, pero no tengo conocimiento personal. Son más bien comentarios aislados que se dan.

ahorcó en la casa. Yo por aquí no he visto mucho de eso, pero no me gusta, no me trama eso. (Joven de 14 años, estudiante, barrio Palermo, Aranjuez).

(Hombre de 39 años, bibliotecólogo, barrio Buenos Aires).

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Un hermano. Tenía ocho años. Lo atropelló un ca-

Mi padre. A mi papá lo mataron, lo apuñalaron hace

rro. Pues yo no sé donde fue eso, porque yo no había nacido. Pero el chofer tuvo que pagarles algo a mis padres, y ya.

diez años. Al parecer, por problemas personales. No me di cuenta quién fue. Se puso una denuncia, pero, como siempre pasa en este país, no ascendió a nada. Uno se afecta, claro, la vida familiar. Eso siempre le deja a uno secuelas. (Hombre de 34 años, guarda de seguridad, barrio Aranjuez).

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Nadie. De pronto un conocido de un amigo, pero, directamente relacionado conmigo, no, nada. Mucho malito todavía hay en los barrios, pero yo no tengo conocimiento de ninguna persona cercana a mí. Hasta donde tengo entendido son pelaos jóvenes del mismo barrio los que se mueren. Deberían aumentar más seguridad para la gente, porque hay personas que no tienen que ver con esa violencia y, sin embargo, pagan por ella. (Joven de 20 años, operador técnico, barrio Aranjuez).

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Un amigo. Era más bien como allegado a la familia y lo conocía desde hace mucho tiempo. Estaba un día en el coliseo, en San Antonio de Prado, en la cancha al lado del colegio Manuel J. Betancur. Estaba allá, pues es de acceso libre, y entraron para darle. Eso ya hace más de cuatro meses. Tenía dieciocho, creo, y me dijeron que estaba trabajando.

(Niño de 11 años, estudiante, barrio Campo Valdés).

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Nadie. No he tenido una persona cercana que haya sido asesinada. La violencia en sí es muy mala, porque nos ha afectado demasiado en el colegio, en la casa. Nos ha afectado mucho en salidas pedagógicas, porque muchas veces ocurren balaceras muy cerca de los colegios. Antes éramos más libres de hacer lo que queríamos y ya no tanto, ya tenemos algunas restricciones para hacer algunas cosas, como salir a pasear o a integraciones en grupo. (Joven de 15 años, estudiante, barrio Miranda).

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Nadie. Hasta el momento no he tenido a ningún familiar asesinado. En todo caso, la violencia nos afecta a todos. Siempre hay personas que se involucran en cosas que no les convienen, por plata o por necesidades que tienen, y las matan, pero, hasta el momento, que yo los conozca, no. Es que en el barrio cada uno verá que camino escoge y si es peligroso o no. (Joven de 16 años, estudiante, barrio Popular Nº 2).

(Joven de 20 años, técnico electricista automotriz, barrio Berlín, Aranjuez).

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Muertos cercanos • El más cercano fue un amigo

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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No, nadie. No he tenido familiares o personas conocidas que fueran asesinadas. Lo que sí es cierto es que se está complicando más, porque están viniendo nuevos grupos y están amenazando a los de por acá. Si a uno le sacan un arma, ya qué más se va a hacer. (Joven de 16 años, estudiante, barrio Veinte de Julio, Comuna 13).

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Un amigo. El muerto más cercano fue un amigo, pero no fue aquí en Medellín. Fue en otro municipio cercano, en la Ceja. Lo mataron por una equivocación. En esa época teníamos veinte años, hace diecisiete años, y vivíamos en la Ceja. Hasta el momento no sabemos qué pasó exactamente. Éramos muy jóvenes y ya. Incluso, habíamos estado juntos en las horas de la tarde y, ya en la noche, lo mataron. Al parecer, dicen las personas, fue por una equivocación, no era la persona que estaban buscando.

Un vecino. Sé que vivía en el barrio, un vecino. No lo conocía, cercano no era. De pronto pasan cosas y uno no se da cuenta, de pronto me han dicho: «¿Escuchaste la balacera de ayer en la tarde?»… Se preocupa uno porque es el rumor ¿cierto? Entonces uno tampoco se atreve a averiguar más. ¡Qué miedo, que susto! Yo roto por varios sectores de Medellín como Manrique, Santo Domingo, Aranjuez, donde trabajo en instituciones educativas, y los niños me mencionan constantemente que «ayer mataron a un señor por mi casa». Es un tema como muy cotidiano, lastimosamente. Entonces uno siempre está de alguna manera triste por la forma en que se manifiesta la violencia. A pesar de que no ocurre en todos los sectores, en todo caso se siente que ha habido como una disminución general, por lo menos aparentemente. No sé. Se dan casos aislados, pero siempre están ahí, constantes. No con tanta fuerza o con tanta insistencia como se vio en otro momento. (Mujer de 32 años, docente, barrio Campo Valdés).

(Mujer de 37 años, trabajadora social, barrio Sevilla).

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Un hermano.

Nadie, pero en el barrio sí. Han sido personas que no conozco, o no tanto. En Santo Domingo, Popular y ya, pero que las conozca, no. (Joven de 15 años, estudiante, barrio Granizal).

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Ninguna. Aquí en el barrio donde trabajo nos ha tocado presenciar mucha violencia. Hace ocho días nos mataron aquí en la esquina una persona, pero así muy cercana, no. Por mi casa, uno se da cuenta de accidentes o incidentes violentos, pero no tan cercanos como aquí en el trabajo, en este sector. En los últimos tres años, me parece que ha sido más complicada, más grave la cosa.

Lo mataron el 21 de junio de 1997. En este momento no sabemos las causas. Lógicamente hicimos la denuncia, pero la persona, el muchacho que le quitó la vida era un menor de edad y, por eso, no lo pudieron judicializar. El muchacho tenía catorce o quince años y la justicia no pudo hacer nada, si entiendo bien. Supuestamente, el argumento del menor era que él había matado a mi hermano porque éste había tenido relaciones sexuales con su mamá. No sabemos si es cierto. Después de lo de mi hermano, ha habido otros casos que me han tocado. Hace una semana, aproximadamente, mataron a un señor que salía de acá de la unidad. Era un usuario que nos visitaba frecuentemente. Venía para acá, venía para la biblioteca. Desconozco las causas por las cuales lo mataron.

(Hombre de 45 años, vigilante biblioteca Comfama del barrio Aranjuez).

(Mujer, 33 años, licenciada en educación preescolar, barrio Prado Centro).

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Muertos cercanos • El más cercano fue un amigo

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Dos sobrinos. Fueron asesinados, hermanitos los dos. Uno hace dieciséis o diecisiete años, cuando él tenía diecisiete, precisamente. Estaba en auge todo lo del sicariato, Pablo Escobar, toda esa situación del narcotráfico. El otro murió hace más o menos siete u ocho años. Fue una situación muy confusa, pues dicen que se trató de una equivocación. El uno fue una riña, inclusive con arma blanca, en una heladería, barrio Bello Horizonte, por ahí de la Santo Tomás para arriba. Estaba con la novia y entró un muchacho. El otro fue en un bar. Entraron dando bala. Cuando no hay explicación para un asesinato, usted sabe que siempre dicen que de pronto se equivocaron. Pero todo eso daba mucho temor, mucho miedo, mucha angustia tener que presenciar cosas así. La violencia me ha afectado de muchas formas. Vea, cuando empecé a trabajar en Comfama, póngale hace diecisiete o dieciocho años, me nombraron en el barrio Pedregal, en ese momento que le digo, del sicariato y todo. Entonces le tocaba a uno ver cómo es de dura esta situación. Vivía en el barrio Castilla, donde las balaceras eran pan de cada día, y en las esquinas caían jóvenes. Era muy peligroso dejar salir a jugar a los niños. Los 80 mantuvimos encerraditos a toda hora. Le tocaba ver a uno muchachos alfabetizadores que después eran asesinados, cuando salían de ahí. Empezaron esas fronteras invisibles entre los barrios y, bueno, ahorita también. Aunque eso se calmó un poquito, sigue la misma situación. Asesinatos aquí al frente, otra vez las mismas fronteras, no se puede pasar de barrio a barrio. La situación me afecta personalmente. El miedo constante, un temor a toda hora, porque yo soy madre de familia, tengo cuatro hijos. El mayor es abogado, el otro administrador de empresas y tengo un adolescente, uno al que le gusta mucho quedarse hasta tarde, que tiene su novia, y que me hace trasnochar hasta las dos o tres de la mañana. Uno pensando, pues, cosas malucas, que le pueda pasar algo, o que se involucre él también en una situación de esas, porque el ambiente de todas formas arrastra.

12.

Ninguna muy cercana, pero vecinos sí, demasiados

(Mujer de 50 años, bibliotecóloga, barrio Florencia).

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Muertos cercanos • El más cercano fue un amigo

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un primo. Él tenía diecisiete años y yo tenía nueve. Fue asesinado por los lados del Popular, él vivía por allá. Estaba en una cancha, llegaron y lo mataron. No sé qué estaba haciendo allá.

En el barrio. Pues, en el barrio, sí. Pero conocidos, no. Supe de un caso en la 92, mataron a unos pelaos hace como dos o tres semanas. Como que pasaron en un carro y los mataron.

(Hombre de 20 años, vendedor ambulante, barrio Brasilia).

(Joven de 13 años, estudiante, barrio Aranjuez).

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___

Un compañero de colegio. Tenía dieciséis años. Lo mataron en el centro. Eso fue el año pasado. Me dijeron que fue un policía quien lo mató.

Vecinos. Pero cuando yo era más pequeña. La unidad en la que yo vivía quedaba entre el Pinal y Caicedo, tirando ya como por Villatina. Todos esos barrios por allá, que son todos malucos. Entonces cuando yo tenía por ahí diez años fue cuando se empezó a ver toda la violencia por allá, aunque no sabría explicarte bien por qué, ya que yo estaba muy pequeñita. Lo único que sé es que de un momento a otro aparecían muertos y heridos, pues. Porque esa es una unidad de escaleras. Entonces por la parte de arriba empezaban a gritar como: «¡Éntrense! ¡Escóndanse!», que yo no sé qué, y, de un momento a otro, la balacera. Entonces, de vez en cuando, uno veía bajar a la gente como ensangrentada, o algo así, herida. Uno se asomaba por la terraza de mi casa y, en la parte de atrás, llegaban a tirar muertos. Pero así que a mi familia, pues, afortunadamente no, nada.

(Joven de 14 años, estudiante, barrio Miranda).

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Un vecino. Por los lados de los tanques del sector de Campo Valdés, por la 46 con la 84, por el Cristo enorme de hierro forjado, una estatua que hay por allá. Fue a finales del año pasado, cuando estaba realmente fuerte el conflicto. Ahí había una especie de combo o algo así a quienes les decían Los del Cristo. La verdad, que yo tenga entendido, es que era con unos de por allí, de una facción de lo que antiguamente era La Terraza. Tengo entendido que él era recién egresado del Colegio Jesús Maestro y que tenía, más o menos, diecisiete o dieciocho años. (Hombre de 22 años, estudiante del Instituto Tecnológico de Medellín, barrio Campo Valdés).

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Un primo segundo. Pero, de resto, nadie más. Juan Guillermo tenía veinte o veintiún años y ya tenía un hijo recién nacido. Eso fue aproximadamente hace catorce o quince años. Él tenía un taxi y estaba reparándolo o haciéndole algo con las herramientas y llegaron los asesinos. Nunca se supo quiénes. Eso parecía algún tipo de problema porque ni las herramientas le quitaron, todo quedó ahí. Eso fue en Itagüí.

(Mujer de 24 años, bibliotecóloga, barrio Buenos Aires).

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Asesinada, no. Ni familia, ni amigos, pero gente que uno conoce de vista, varios. Por ejemplo, esos combos allá en Niquía que cada rato se agarran y siempre ve uno que matan a pelaos o así. Han matado a varios pelaos de esos en el barrio. (Hombre de 58 años, vigilante, barrio Niquía, municipio de Bello).

(Hombre de 33 años, bibliotecólogo, barrio San Nicolás).

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Muertos cercanos • Ninguna muy cercana, pero vecinos sí, demasiados

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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En el supermercado.

La persona más cercana fue uno que mataron en el supermercado de allí arriba. Él iba corriendo, había una varilla y ahí se cayó, ahí le dieron y lo mataron. Pero amigos, no.

(Niña de 9 años, estudiante, barrio Campo Valdés).

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Un tío. Se llamaba Álvaro. Tenía sesenta años. No me acuerdo bien de la fecha, pero él murió como el 26 de enero de 2008. No sé exactamente cuál fue el asunto, pero unas personas le pusieron problema, que porque estaba cortando una leña sin pedir permiso. A él le voliaron machete. Eso fue en las afueras de Medellín, en las veredas de San Pedro de los Milagros. (Joven de 15 años, estudiante, barrio Campo Valdés).

Amigos. Pues sí. Amigos que uno saludaba. Hace poco vine del Chocó y la cosa que me contaron de uno, que se fue para el barrio Buenos Aires, yo no sé, él andaba en un carro y un policía como que lo asesinó porque le dijeron que parara y no paró. Yo no sé qué llevaban ni qué hacían. Él tenía dieciséis años, estaba en el colegio conmigo, estudiábamos juntos. No creo que estaba metido con cosas serias. Fumaba mariguana, pues. Yo casi no me junto con gente de acá por esas cuestiones, y no me gustan esas malas influencias.

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Un tío y varios primos. Al tío lo mataron cuando la hija estaba cumpliendo quince años, hace por ahí unos quince años también. Según se sabe ahora, fue un complot con el esposo de la hermana y, bueno, lo asesinaron porque el man también era malo. Al igual que unos primos hermanos, pero casi no nos veíamos. Fueron como ocho hombres, a casi todos los mataron. Ellos vivían en Manrique.

(Joven de 18 años, estudiante, barrio Campo Valdés).

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El esposo de una tía. Trabajaba en el DAS y un día llegó a la casa, en el barrio Tricentenario y lo citaron. Que por favor saliera a la portería de la unidad y ahí lo mataron. Tenía más o menos treinta y cinco años. Sucedió hace diez años, más o menos. Tenía un niño y la esposa estaba en embarazo. (Mujer de 25 años, bibliotecóloga, barrio Belén Las Playas).

(Hombre de 32 años, artista de circo, corregimiento de Santa Elena).

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Conocidos. Conocí gente a la que asesinaron, como el marido de una vecina o el esposo de una prima lejana, pero no conocidos de forma directa. Me tocó toda la década del noventa, cuando escuché y viví todo lo que tuvo que ver con los carros bomba y todo eso, pero sin tener muertos en mi círculo de una forma directa. He vivido la violencia en forma de atracos a mis familiares cercanos.

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Un primo. Ocurrió hace más o menos tres años. Él salía de la casa a trabajar, como a las cinco de la mañana, y lo mataron. Tenía diecinueve años. Creemos que fueron paramilitares, pero no nos metimos a averiguar más. Dicen que por envidia, dicen muchas cosas más.

(Hombre de 25 años, administrador de empresas, barrio Florida Nueva).

(Mujer de 26 años, empleada pública, barrio Belencito Corazón).

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Muertos cercanos • Ninguna muy cercana, pero vecinos sí, demasiados

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Nadie cercano. No, hasta el momento ninguna persona muy cercana, pero vecinos sí, demasiados. Más que todo, compañeros cuando estaba en el colegio y cuando había esa violencia tan impresionante en Santo Domingo, donde yo estudiaba. Muchos fallecieron a raíz de la violencia que había en esa zona, sin que se conocieran las causas precisas. Uno nunca las conoce, tal vez fueron vinculados, tal vez fueron víctimas de balas perdidas, no sé, pero sí había demasiados. (Mujer de 26 años, estudiante universitaria en educación preescolar, barrio Manrique).

(Hombre de 64 años, propietario de un gimnasio, barrio San Javier).

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___

Mi tío. Lo mataron unos manes, hace ya por ahí como cuatro años. Él estaba en la casa y, en un momento, se le dio por salir. Llegaron y lo mataron. Lo iban a matar a él y a mi otro tío, pero no estaba en ese momento y se salvó. Hoy está vivo. Nadie supo quiénes fueron, porque hicieron las cosas muy rápido y les dio tiempo de volarse.

En el barrio. Hasta ahora, como pariente, no. Pero

(Joven de 16 años, estudiante, barrio San Javier).

___

Mi primo. Lo mataron en una balacera, tenía sus dieciocho años. En ese momento la cuadra de por mi casa estaba caliente y hacían balaceras muy seguidas. En una de esas un policía lo confundió y le pegó un tiro. Mi tío y su esposa sí hicieron unas vueltas con las autoridades, pero al final como que todo quedó así. (Joven de 14 años, estudiante, barrio San Javier).

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No. Afortunadamente, no. Es de las escasas familias, de acuerdo con mis observaciones, en la que, afortunadamente, no tenemos esa incidencia directa de la violencia. Aunque nos hemos visto afectados, de una forma indirecta, por la estigmatización que se ha cernido sobre la comuna y el barrio, a partir de unos hechos políticos, sociales y económicos que han trascendido, inclusive antes de la operación Orión. La inseguridad, el desalojo de vivienda, de tipo intraurbano, del que se habla mucho, también nos ha afectado.

Muertos cercanos • Ninguna muy cercana, pero vecinos sí, demasiados

sí me ha tocado ver, en el transcurso que he vivido en mi barrio, gente que ha caído ahí, en las puertas de la casa, que las han matado. Personas que a veces vienen de otra parte, las matan por esos lados y ahí las dejan. Así pasa, sucesivamente, con gente que uno ve por ahí en el barrio. A veces también se escucha mucho que por violencia entre ellos mismos, por venganzas y así. (Mujer de 38 años, ama de casa, barrio Antonio Nariño parte alta Las Peñitas).

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Nadie. Únicamente por lo que dicen las personas, que están matando gente, que están acorralando a muchas personas, y que se está yendo mucha gente del barrio. (Joven de 16 años, estudiante de preuniversitario, barrio La Independencia).

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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13.

Veníamos y veíamos todo eso

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Mi tío. Era comerciante y tenía un almacén de electrodomésticos en el barrio 20 de Julio. El día que lo asesinaron, hace siete años, estaba en ese almacén con la novia, que le ayudaba a administrarlo. Llegaron personas de las milicias, supuestamente, y lo sacaron del almacén. De ahí lo llevaron a pie, varias cuadras. Fue algo extraño porque lo pasaron por delante de la casa de mis abuelos, o sea, los papás de él. Frente a una legumbrería donde trabajan mis hermanos. Después lo mataron y lo montaron en un taxi. Hasta el sol de hoy no sabemos por qué. Al otro día de que lo enterramos, no creo que fue ese mismo día, pero no recuerdo muy bien, se llevaron a mi hermano y a mi tío para hablar con ellos y les dijeron que había sido una equivocación. (Mujer de 21 años, estudiante universitaria de Física, barrio 20 de Julio).

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Un vecino.

Nadie cercano o, tal vez sí, un vecino. Alguien del barrio. Lo mataron, no se sabe por qué motivo, pero lo mataron en la cuadra de mi casa, hace más o menos tres meses. Tenía veintiséis años y dejó un niño, no tenía mujer, pero tenía un niño. Él trabajaba, nada más supe.

(Mujer de 22 años, ayudante de biblioteca, barrio Robledo La Campiña).

Una vecina. Por pura injusticia mataron a una señora que vivía al frente de mi casa. No tenía nada que ver. Inclusive, ella se vino huyendo de la violencia, se vino de otro barrio, no me acuerdo de dónde, pero de Robledo o algo así. Por la casa cobraban unos pelaos celadores y uno tocó en mi casa, pero yo le dije: «No, yo no tengo plata». Entonces él se fue para el frente, tocó y la señora le dijo que esperara un momentico. Cuando él esperaba llegó otro tipo. Yo estaba mirando por la ventana y vi llegar al tipo, pero no me acuerdo de su cara, porque uno del susto… ¡No! El tipo sacó una pistola y le dijo algo al celador. Justo cuando la señora llegó con la plata, el otro le dijo que él estaba trabajando, pero el de la pistola le disparo, luego de pocos insultos. El muchacho se agachó y el tiro entró por la puerta y le pegó a la señora. Un primo que estaba conmigo en la casa me cogió y me tiró al suelo. Mi hija y mi sobrino venían por el corredor para mirar por la puerta. Teníamos susto y los empujamos, y mi hermano se tiró y cerró la puerta. Ya no vimos nada más. Cuando al rato nos paramos, vimos también al pelao ahí tirado en la acera. La gente miraba y decía: «Ah, ¿qué le pasó a ese man?» «Ah, lo mataron». En ese momento salió el señor de la casa del frente y dijo: «Mi mujer se está muriendo adentro en la casa», y todos dijimos: «¿Cómo así? ¿Y usted por qué no había dicho?» Entonces la sacaron toda ensangrentada, la envolvieron en una sábana y se la llevaron. Se desangró y murió en el hospital. Qué ironía. Huyó de otra parte y se encontró con la muerte.

___

Mi tío. Se llamaba Juvenal. Lo mataron hace aproxi-

(Mujer de 30 años, estudiante técnica de sistemas, barrio El Socorro, Comuna 13).

madamente doce años. A él lo mataron en el sector de La Milagrosa. Es decir, no lo mataron directamente. Él manejaba un taxi y le cortaron los frenos, se los mocharon. Fue intencionalmente. Fue su mujer, su esposa, por quedarse con un dinero que él tenía ahorrado. Ella sigue libre, porque nadie se ha atrevido a denunciarla. A ella sí la tuvieron en un proceso judicial, pero nunca pasó nada. (Mujer de 19 años, estudiante de costos y presupuestos del Instituto Tecnológico de Medellín, barrio San Javier La Loma, sector San Gabriel).

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M u e r t o s c e r c a n o s • Ve n í a m o s y v e í a m o s t o d o e s o

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Dura experiencia. Tuve una experiencia muy dura el año pasado. En San Javier hay un barrio: El Socorro. Y también un sector que se llama Piedralisa. Allá el año pasado estuvo muy caliente. Mejor dicho, había muerto diario. Yo conseguí arrendado y estuve viviendo allá y uno veía cómo los tipos llegaban y mataban. Los mismos pelaos en el barrio se mataban. Llegaban los policías a hacer requisas y ellos escondían sus rifles, sus cosas y uno se quedaba asombrado. Al ratico se iba la policía y los mismos pelaos volvían con tremendos aparatos a cascar a Raimundo y todo el mundo. Me tocó más de una vez, ver a más de uno que cascaron y verlo caer ahí cerquita. Lo cogen, le disparan, pum, cae ahí y listo, quieto. Estamos hablando hasta de niños, de quince o dieciséis años y ya con fusiles, ya queriendo ser los duros, queriendo ser los dueños de las motos, queriendo la plata, de todo. Se pelean mucho las plazas de drogas. ¿Dónde están los padres de estos jóvenes? Sucede que ellos mismos son los que vendían droga. Para decir algo, por ejemplo, mi hijo es uno de los duros y yo soy la que vendo la droga. Entonces todos se pelean las plazas. El uno dice al otro: «Usted no puede vender más vicio aquí.» «Listo», dice el otro, «yo no vuelvo a vender más vicio». Pero, mentiras, que pronto lo pillaban y entonces le mataban al hijo. Pero allá, además, se mataban por ver caer al uno y al otro. Lógico que eso tiene que venir de arriba. Uno no sabe si son paras o guerrilla, pero están ahí. Entonces me tocó ver jóvenes que uno conoce, que los vi desde niños, inclusive compañeros que estudiaron con uno y ahí terminaron cayendo. Yo creo que eso también se debe a la falta de oportunidades, porque hoy en día los jóvenes terminan su bachillerato y no tienen cómo pagar su ingreso a una universidad. El Sena, vamos a ser realistas, tiene muchas carreras, pero es supremamente complicado que uno entre. Así los muchachos llegan a desesperarse porque, además, llegan a un hogar donde no tienen un desayuno, un almuerzo, una comida. Donde ven sufrir a su mamá, que es sola. En medio de la pobreza y llenos de hermanitos, se dicen: «¿Cómo voy a abandonar a mis hermanos, cómo van a aguantar hambre?». Entonces llegan unos duros y le ofrecen cualquier cien mil pesos: «Matame a aquel». «Andá por aquel otro». La necesidad conlleva a una cosa tras otra.

Un tío. Salió a la calle y lo mataron por estar afuera de la casa. Él vivía por Juan XXIII. Eso fue el año pasado. En ese momento había un enfrentamiento de pandillas y, desgraciadamente, le tocó a él. Fue una sola bala perdida y usted sabe que con una bala tiene más que suficiente. (Hombre de 28 años, estudiante de tecnología en administración de redes de computadores, barrio La América).

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Nadie.

Hasta ahora no tengo personas cercanas asesinadas, ni de mi familia ni amigos. En la última época de la violencia en Medellín, en el nuevo surgimiento de la oleada, cerca de mi casa ha habido algunos actos de violencia fuertes, como asesinatos de personas, pero nadie cercano a mí, hasta ahora.

(Hombre de 25 años, estudiante universitario de bibliotecología, corregimiento San Antonio de Prado).

___

Mi abuelo. Murió asesinado hace veinte años. Yo ni siquiera había nacido. Él hacía política en la costa, en Sucre. Creo que allá debía unas tierras y, por eso, fue asesinado. También me tocó presenciar un asesinato. Yo tenía doce años. Me dirigía hacia mi colegio en trasporte público, desde aquí, en el barrio la Caballeriza. La persona que nos transportaba paró para recoger a otra de las niñas y nos tocó presenciar una escena terrible. Es un tema bien complejo, con lo que he estudiado hasta ahora en la universidad, he llegado a estructurarme la idea de que la violencia no es justificable por ningún motivo. No hay nada que justifique el que uno sea violento con otra persona. Siempre habrá otras vías para solucionar conflictos. De pronto puede ser una muy utópica, porque el contexto nos está diciendo otra cosa constantemente, pero siento que la violencia no tiene argumentos. (Mujer de 20 años, estudiante universitaria de trabajo social, barrio San Javier La Loma).

(Mujer de 33 años, técnico profesional en salud oral, barrio El Socorro).

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¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Varias personas. Hace poquito mataron a un primo. Él era miembro de un grupo armado, tenía como veintiséis años. No lo mataron acá, pero él era de Medellín y estuvo «trabajando» en el conflicto armado, pues él decía que eso era un trabajo. Hace muy poquito tiempo lo asesinaron. A él lo mataron en Santa Fe de Antioquia, y hay muchas versiones sobre lo que pasó. Lastimosamente a mí también me tocó coger las armas, porque siempre en esto va la ley del más fuerte. Hay personas que quieren pasar por encima de uno y uno los tiene que dominar. Por eso fue que yo lo hice, o que me tocó a mí. Pero decidí salir de esas desde que me puse a hablar con mi mamá. Decidí que ya no más, porque en realidad tampoco tenía corazón para matar a nadie. Pero uno de todos modos se queda con esa idea del «o sos vos, o soy yo», entonces yo. (Hombre de 25 años, estudiante de fotografía, barrio San Javier La Loma).

___

Un amigo.

Lo mataron hace como tres años. Tenía veinte años o iba a cumplirlos y estudiaba como yo. A él lo amarraron de los pies en una camioneta y lo arrastraron por toda una bajada que se llama Las Peñitas. Como que ahí lo soltaron y no dejaban que nadie lo recogiera ni que le pusieran sábana. Tuvieron que esperar a que viniera la policía, pero nunca se logró dar con quienes hicieron eso. También al esposo de una prima mía, a él lo mataron aquí, en las afueras de la iglesia. Nos decían que por atravesado. Él estaba con su hijo que tenía como siete años. Le dispararon y lo dejaron ahí tirado. Eso fue durante las horas de clase del colegio, en la jornada de la tarde.

Muchos. Hubo muchos y, de pronto algo que sí me dolió, fue la muerte de un artista, un cantante. Él salió del cumpleaños de una tía y un pelao de esos de por acá lo mató. Le decían Colacho, tenía dieciocho años y una muchacha estaba esperando un hijo suyo. Eso es duro porque era alguien que hacía algo por la cultura de uno, sacaba a los jóvenes de la violencia para que hicieran un arte, cantaran. Y eso es muy duro. (Hombre de 25 años, músico, barrio San Javier La Loma, sector Primavera).

___

Nadie, gracias a Dios. Agradezco mucho que no me haya tocado ver asesinar a nadie. Hasta el momento, nunca he visto que asesinen a alguien frente a mí, y no me gustaría verlo. Pero sí me ha tocado, por ejemplo, venir de alguna parte y ver un cuerpo tirado en el piso, en el mismo barrio y en otros sectores también. Eso, por sí mismo, ya es impactante. Cuando estaba más pequeño fue muy duro venir del colegio y, en el camino, escuchar balaceras. Uno no sabía para donde tomar, o qué hacer. Tocaba uno en las casas y decía: «Por favor, permítanme quedarme, que mire cómo está la situación». O las madres llamaban al colegio y decían: «No los dejen salir del colegio, esto por acá está muy peligroso». Entonces nos quedábamos allá hasta tarde, nos veníamos lo más rápido posible, nunca nos quedábamos en ninguna parte. Veníamos y veíamos todo eso. (Joven de 16 años, estudiante de grado 11º, barrio San Javier La Loma, sector Primavera).

(Mujer de 21 años, estudiante de sistemas de información, Instituto Tecnológico de Medellín, barrio San Javier La Loma).

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M u e r t o s c e r c a n o s • Ve n í a m o s y v e í a m o s t o d o e s o

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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14.

Se dice que se confundieron, que no era para él

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Una prima. A mí y a mi familia nos marcó la muerte de una prima. Se la llevaron y, como a los tres días, la encontraron tirada, la encontraron muerta, la encontraron asesinada. Eso fue en el 2002. Yo estaba un poquito más pequeña, pero sé que fue con arma de fuego y que se la llevaron dos personajes que por esa época vivían también por el sector y que pertenecían a un grupo paramilitar, o como les decían por acá: los trabajadores sociales. Llegaron y dijeron: «Venga» y «Ya volvemos con ella». Yo digo que lo que más nos marcó fue que ella tenía, o tiene, una hija que le tocó criar a la hermana de mi prima. Hoy, la hija ya está en primaria, está en tercero, creo. (Mujer de 19 años, estudiante de negocios internacionales del Sena, barrio San Javier La Loma, sector Bellavista).

Mi tío y mi exnovia. Mi tío murió hace más de veinte años. Cuando estábamos en Semana Santa nos dieron la noticia de que lo habían matado, a bala, en el barrio Buenos Aires. Él era mecánico. Digamos que era mi exnovia, pero estábamos en un proceso de volver a conversar, de sentarnos después de mucho tiempo a hablar, y quedamos de vernos un lunes. Yo llamé el domingo a confirmar esa cita y me dieron la noticia de que la habían matado. Hasta ahí llegué. No sé qué le pudo haber pasado, nadie sabe. Claudia tenía en esa época diecinueve años. Eso fue hace más de quince. Era la mujer más trabajadora de este mundo. Era de esas mujeres a quienes no les gustó estudiar en la vida, pero le gustaba trabajar. (Hombre de 36 años, historiador y bibliotecario, barrio Prado Brasilia).

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Tres primos. El primero, hace aproximadamente seis o siete años, fue asesinado cerca de la casa, en el mismo barrio. Él estaba muy joven, tenía diecisiete años. Dicen que los motivos se deben al mundo que lo rodeaba y a sus amistades. El segundo, hermano del primero, fue en otra parte, eso fue en el barrio El Pesebre, por Robledo. De ese caso no conozco mucho, porque él no vivía por acá, pero creo que se lo llevaron y lo encontraron después en otro lugar. Eso fue hace cuatro años y él tenía veintiséis años. El otro primo fue asesinado hace aproximadamente seis años, en un período de violencia que estaba viviendo el barrio. Como que lo sacaron de la casa y se lo llevaron, también tenía alrededor de dieciocho años. De pronto eran situaciones de violencia o amistades en las que picaba mucho la gente con que se relacionaban. Ahorita también eso sigue siendo uno de los factores que puede llevar a la violencia. (Mujer de 22 años, estudiante de derecho en la Universidad de Medellín, barrio San Javier La Loma).

Un primo. Cuando esas cosas de la mafia y todo. Él estaba metido en la salsa. El robaba carros y cosas. Avemaría, las veces que se le decía al primo que no jodiera más. La mamá le rogaba y nunca le recibió un peso. Mi primo se dejaba decir esas cosas y nunca se enojaba con ellos, nunca. Se reía y decía: «Ay hombre, yo no he hecho nada, tranquilos». Pero un día lo invitaron a jugar un partido de fútbol. Y allí en la pura cancha le dieron. Yo estaba fuera de la casa, en la esquina de la cancha cuando escuché los tiros. Yo me decía: «¡Uy! ¡Giovanni! ¡Giovanni!». Me fui a la cancha con unos primos y ahí lo vi tirado. Lo metimos en un carro, pero ya estaba muerto. Se supo de inmediato quien lo hizo, porque ellos fueron a jugar y, ahí mismo, los de su propio combo mantenían sus armas guardadas en alguna parte. Fue alguien del mismo combo, pues, porque en eso siempre hay torcidos. En venganza, a los quince días al asesino también lo mataron con una metralleta. Todos se mataron entre ellos. (Hombre de 42 años, chofer de taxi, barrio La Milagrosa).

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Muertos cercanos • Se dice que se confundieron, que no era para él

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un hijo. ¡Ah! Un hijo. Me lo mataron. La violencia me lo mató. Mi hijo no estaba metido en nada, estudiaba en el colegio militar. Fue la vida. No es porque yo lo diga, pero al igual que mis otros hijos, siempre han sido ejemplares. Ese día él salió de vacaciones del colegio y yo regresé del taller a la casa, a las seis de la tarde. A las ocho de la noche yo salía a la calle, por Aranjuez, cerca a la casa, y el hijo vino detrás de mí y en ese momento recibió el disparo que lo mató. Eso fue en el 92, el 12 de junio. Mi hijo tenía catorce años y le faltaban doce días para cumplir el próximo añito. Estaba en segundo de secundaria. Quien lo mató era un tipo que andaba todo trabado y borracho. Mató a mi hijo por nada, porque iba conmigo por la calle. Ave María, sí que nos tocó duro. Mi esposa casi se muere. Para él hicimos todo lo reglamentario: la misa y el entierro. Al otro día ya sabía que el tipo vivía a dos cuadras de mi casa. Un muchacho que tenía dieciocho años. Ya sabía quién era, me lo señalaron. Yo no conocía al tipo, ni sabía quién era. Estuve tal vez quince días detrás de él, intentando matarlo. No lo pude coger, porque él andaba con una gallada, con diez o doce tipos más. Entonces yo les decía a unos amigos que andaban conmigo en el carro buscándolo: «Ya no aguanto más, cada día desde las ocho de la noche hasta las cuatro de la mañana detrás de ese. Háganlo mejor ustedes». Y, al otro día, el tipo ya estaba muerto. Es que así se hacía y se sigue haciendo, porque hoy es la misma cagada, y si no hay pruebas contra uno de esos, lo largan. Así de sencillo. Después de eso, los amigos de él quisieron matarme porque decían que había sido bueno. Tuve que abandonar la casa e irme para otro municipio. A los tres meses me vine y ya habían matado a los otros de esa banda. Eran diez. Se fueron ocho más, se escapó uno y hay otro que quedó condenado a veinticinco años por homicidio, todavía está en la cárcel. Lo que pasa es que en esa época todos los sectores eran pesados. Entre 1988 y 1992 Medellín no tuvo sosiego. Aquí a diario había entre ochenta y noventa muertos. De todos modos, me tocó la peor parte. Nos quedó una hija, menor que él, hoy tiene veintinueve años y trabaja en una caja de compensación. Con el tiempo, tuvimos otros dos hijos, uno que tiene ocho y el otro catorce años. Están jovencitos y no tienen bachillerato todavía.

Mi papá. Lo mataron un 20 de noviembre de 2001, en Robledo. Ocurrió dentro de la casa, él vivía con los abuelos, entraron esa noche para atracar el depósito y él salió, le pegaron un tiro en el estómago y se murió. Yo me enteré después de un año. Él era mi padre, pero nunca se interesó por mí. No sabía mucho de él. No tengo ningún recuerdo agradable. Yo traté de averiguar cómo y quién lo había matado, pero no quisieron decirme nada, porque yo era su hija no reconocida. Tampoco me informaron dónde estaba sepultado. Mi mamá se enteró por mí. Por lo menos me habría gustado verlo por última vez, y recuerdo que esa última vez que lo vi fue a principios del 2000. Emocionalmente para mí, el más cercano que fue asesinado no fue él, sino el papá de mis primos, o sea mi tío político. Esos primos son como mis hermanos. El tío fue asesinado en su casa cerca de la iglesia de San Judas Tadeo, en Castilla. Un 17 de junio, lo recuerdo muy bien porque era época de vacaciones y mis primos estaban en Manrique, en la casa de mi abuela, donde yo vivía. El fin de semana iba a ser el Día del Padre, y ellos ya tenían su regalo. Quince minutos más tarde, llamó su mamá, mi tía, para decir que a él lo acababan de matar en la sala de su casa. Dicen que se confundieron, que no era para él. Aunque son muertos que nunca se olvidan, no quiero pensar en todo eso. Ya están muertos. Todo eso ya pasó. Aunque ambos fueron asesinados en Castilla, cuando voy al barrio no pienso en esto. Más bien recuerdo mucho cuando íbamos en navidad, la natilla, la marranada y la fiesta en familia. (Mujer de 26 años, profesora de español, barrio Prado Centro).

(Hombre de 59 años, chofer de taxi, municipio de Bello).

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Muertos cercanos • Se dice que se confundieron, que no era para él

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Un primo tercero. Él fue asesinado en Envigado,

El papá de mis hijos. Arriba, en San Blas, lo saca-

porque creo que tenía nexos con los paramilitares, pero no sé exactamente. Lo que se sabe es que lo mataron por robarle el carro. Estaba en un semáforo en Envigado, a las dos de la mañana. Venía de rumbear. Entonces le dijeron algo como: «Amiguito, bájese del carro» o «Parcerito, bájese del carro». Y él dijo «¿Cómo que me baje del carro?», y puso los seguros. Entonces uno de ellos le dijo: «Ah ¿usted se va poner de difícil?» y cogió su pistola y le pegó un cachazo a la ventana y la rompió. Lo mataron con un tiro y le robaron el carro. De ahí y hasta el sol de hoy, nunca encontraron a los tipos, pero encontraron el carro en Bello. Eso fue hace como tres años. Él tenía como treinta o tal vez cuarenta años. Esa es la persona más cercana, porque nunca se me ha muerto nadie, ni me han matado a nadie muy cercano.

ron de la casa y lo mataron. Tenía veintitrés años. Eso afecta todavía mucho a los niños. Mi hija tiene ocho años, casi no come y está muy flaquita. Ya me llamó la sicóloga del colegio, para hacer una reunión y para mirar qué se puede hacer. Mi hijo mayor tiene veinte años, pero siempre dice que le hace falta su papá. Hace un año nos inscribimos en la Comisión De Reparación. Parece que van a reparar con algún dinero. No sé con cuanto, porque depende de cuántos hijos hay y de otros temas, o por lo menos es lo que tengo entendido. Hace un año que no he escuchado de ellos, pero los voy a llamar.

(Mujer de 26 años, estudiante Universidad EAFIT, municipio de Copacabana).

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Un hermano. Me hace mucha falta. Su misma mujer lo hizo matar hace siete años por cobrar un seguro de vida. Ella no fue quien lo mató, pero alguien quien ella contrató. Lo mataron con pistola con silenciador. Eso quedó impune. Tenía 33 años, no tenía hijos, pero ella tenía dos. También me mataron a un tío y a dos primos. El tío por extorsión y los otros dos por andar en bandas. Eso sí fue en la época de Escobar, y también han quedado impunes. (Hombre de 52 años, chofer de taxi, Robledo).

(Mujer de 45 años, empleada doméstica, barrio Prado Centro).

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Mi hermano.

Hace dos años, por Palos Verdes, a dos cuadras de aquí. Andaba por la calle y dos tipos en moto le robaron. Nada más se sabe. Malo, malo, malo lo que está pasando por acá.

(Hombre de 60 años, chofer de taxi, barrio Manrique).

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Un amigo de mi papá. En Itagüí, hace un par de años. Incluso como que iba a ser candidato a la alcaldía cuando lo mataron. Pero parece que no lo mataron por política, sino por una venganza por asuntos del pasado. El amigo de mi papá había participado, en la época de Pablo Escobar, en todo aquello y se quedó con una cantidad de fincas y de dinero en Itagüí. O, por lo menos, eso es lo que se comentaba. Entonces salió un tipo de la cárcel, después de no sé cuantos años, y se presentó ante el amigo de mi papá, para pedirle dinero o una participación, o para proponerle trabajar juntos nuevamente. Según lo que se comenta, él fue quien lo mató. (Mujer de 27 años, funcionaria Caja de Compensación Familiar Comfama, Centro de la ciudad).

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Mi hermano. Hace diecisiete años, ahí donde vivimos, en Acevedo, al lado del Metrocable. Él estaba metido con lo de la limpieza social. Ellos mataron a los mariguaneros, los drogadictos, los desadaptados, los violadores. Mi hermano mató a mucho violador, a los que violaron a niñas de trece años en un solar y, por esto, la gente le colaboraba. O sea, todos estamos en la vida para hacer algo, pero para hacer algo de bien, algo que sirva. Los que no hacen más que dañar el barrio, que se ponen a violar y a hacer maricadas, que no sirven, pues ahí se aplica la ley del barrio. Cuando mi hermano se metió con eso de la limpieza social el barrio y todo el sector estaba muy bravo, mucho más bravo que hoy. Yo tenía once años y él dieciséis o diecisiete. A él lo mataron porque se metió con los del DAS. Mataron a dos del DAS y a él lo implicaron. Después vinieron por él y ahí mismo le dieron. Nosotros no teníamos que buscar ninguna venganza porque esto lo retomó quien andaba siempre con mi hermano y él nos protegió. Por eso nos ha ido bien, y todavía estamos bien, porque tenemos esa protección. A él lo mataron después, cuando ya estaban aquí Los Triana, que es la banda que tenemos, gracias a Dios, porque son ellos los que mantienen el barrio sano. Los Triana son tres hermanos. Ellos manejan mucha gente y están con los de Envigado. Ellos piden una contribución, lo que tengás, la gente paga sin problema mil pesos, dos mil pesos, porque viven tranquilos y saben que es gracias a ellos. Es que Acevedo se ha mejorado mucho con lo del Metrocable que nos mantiene contentos.

Mapas

(Hombre de 28 años, chofer de taxi, barrio Acevedo).

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Mapas de Colombia, Antioquia y Medellín COLOMBIA

Barbosa Girardota Bello

N

del

lín

Copacabana

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MEDELLÍN Apartadó

Itagüí Envigado La Estrella

Sabaneta

Medellín

ANTIOQU IA

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Muertos cercanos • Mapas

Caldas

ÁREA M E T R O P O L I TA N A

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Línea de tiempo

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Línea de tiempo 1946-2002 En Medellín ocurrieron, entre 1975 y 2012, más de 90.000 homicidios, superando los niveles de cualquier otra ciudad en la región.

1980-1990.

1946-1964.

Los recursos del narcotráfico favorecen el endurecimiento del crimen organizado, de los grupos guerrilleros, de estructuras paramilitares. Sus violencias, terror y corrupción paralizan al Estado, mientras el temor y las víctimas pertenecen a la sociedad civil. Los asesinatos se incrementan dramáticamente. Entre 1975 y 1993, unas 45.000 personas son asesinadas en la ciudad.

Guerra civil entre Liberales y Conservadores, conocida como La Violencia y que dejó unos 200.000 muertos. El departamento de Antioquia fue duramente impactado, en particular en sus zonas rurales y muchas personas huyeron hacia Medellín.

1990.

1958-1974. El país fue gobernado bajo la fórmula del Frente Nacional, una rígida coalición bipartidista entre Liberales y Conservadores, que cerró el campo político, pero puso fin a la violencia política entre los dos partidos. Varias organizaciones guerrilleras, grupos de autodefensa armada y formas de delincuencia común se mantuvieron activas.

1970-1980. Un crecimiento rápido del tráfico de cocaína, cuya extrema rentabilidad incierta inyectó cuantiosos dineros ilegales en la economía, en el campo político y electoral y en la sociedad en general. Medellín se transforma en epicentro, y varias redes, entre ellas la de Pablo Escobar y de los Ochoa Vásquez, recurren a la violencia para imponer su control sobre el nuevo negocio.

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Muertos cercanos • Línea de tiempo

La desmovilización de ocho grupos guerrilleros (entre ellos el M-19 y el EPL), la entrega a la justicia de varios capos del narcotráfico (en particular Escobar y los Ochoa Vásquez), reformas relacionadas con la nueva Constitución (1991) y una sociedad civil activa contribuyen a invertir la curva ascendente de los asesinatos. La muerte de Pablo Escobar (1993) es vista como una ruptura. No obstante, el narcotráfico se mantiene en la ciudad y el conflicto armado entre los últimos dos grupos guerrilleros aún activos (FARC y ELN) y estructuras narco-paramilitares provocan una nueva ola de violencia y victimización (1998-2002) que impacta también a la ciudad y al resto del departamento.

2002-2012. La política de seguridad del presidente Uribe (2002- 2010), apoyada por el Plan Colombia (la ayuda bilateral de los Estados Unidos acordada en 1999) y el proceso de negociación y desmovilización de las principales organizaciones narco- paramilitares (2002-2006), contribuyen a un nuevo periodo de pacificación. Los alcaldes Sergio Fajardo (2004-2007) y Alonso Salazar (2008-2011) lideraron una agenda municipal audaz, que daba prioridad a los territorios y poblaciones más victimizados por la violencia y el abandono estatal. No obstante, el narcotráfico provocaba un nuevo ciclo de vendettas. Los asesinatos se triplicaron, de unos 800 casos (2008) a unos 2200 casos (2010), para después otra vez disminuir lentamente (pero con siempre alrededor de 1000 homicidios en 2012, solo en la ciudad).

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Glosario de parlache

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Abalear: Recibir/dar un disparo o un tiro. Alevociado: (De alevoso). Cautela para asegurar la comisión de un delito. Bacano: Simpático, agradable, que se disfruta. Balacera: Tiroteo. Balín: Bala. Banda: Grupo armado ilegal con mayor estructuración que una pandilla o un combo. Bazuco: Derivado barato de cocaína base, con un color marrón o pardo, muy adictivo y similar al crack.

Bazuquero: Consumidor de bazuco. Bocao: Bocado; algo de comida para llevar a la boca. Bombear: Llenarle a otro la cabeza de ideas (perjudiciales). Cachazo: Golpear con la empuñadura o cacha de un arma. Cagada: Una falta grave. Calentar el parche: Ponerse peligroso un lugar. Por ejemplo, la esquina de reunión (el parche) o ponerse en peligro a sí mismo, a varios o a todos los integrantes del parche.

Caliente: Persona, lugar o ambiente en riesgo o en peligro de violencia. Campanear: Vigilar un negocio ilícito para avisar de la llegada de la policía u otros no deseados.

Cargar: Asesinar. Carrito: Niño o joven utilizado por un jíbaro u otro delincuente para llevar drogas, armas, o dinero de un sitio al otro en la calle, la cuadra o el barrio.

Chacita: Pequeña caseta o kiosco de metal, utilizada para el comercio informal, ubicada en espacio público.

Changón: Tipo de arma. Escopeta. Deformación de la palabra en inglés Shotgun. Chapa: Sobrenombre o apodo para identificar a alguien. «Su chapa es ‘El Limón’». Chino: Muy niño o jovencito. Chivero: Vehículo adecuado o modificado, de modo informal o artesanal, para el transporte de personas, en particular en zonas rurales y a través de vías sin pavimentar.

Chocita: Rancho. Vivienda precaria y pequeña. Chorro: Aguardiente, ron u otro licor. Chupachupa: Arma blanca en forma de chuzo. Su herida no permite la salida de sangre.

Coger las riendas: Asumir el liderazgo. Combo: Grupo de jóvenes, en general hombres, que cometen actos delictivos y que pueden recurrir a la violencia.

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Muertos cercanos • Glosario de parlache

Corrillo: Grupo de personas que rodean un muerto recién asesinado o de otras personas que discuten alrededor de un asunto imprevisto, el cual genera curiosidad e impacto. Dar lora: Hablar mucho de temas anodinos o impertinentes. Desbaratar: Desarmar, desequilibrar. Duro: Persona que opera con violencia, al dirigir una banda o como capo medio. Enamorarse: Fijación determinada en alguien. Generalmente con el objetivo de asesinarlo o causarle daño.

Falso positivo:

Operativo militar ficticio u otro tipo de montajes para simular resultados favorables por parte de la fuerza pública. En general, con amplia divulgación mediática.

Farrero: Rumbero; relativo a la farra, la fiesta, la rumba. Fierro: Arma. Generalmente de corto alcance. Revólver o pistola. Gallada: Grupo de jóvenes amigos. Cuando se involucran en actos delictivos se les considera una pandilla.

Gamín: Menor, habitante de la calle o con comportamientos similares. Garrotazo: Golpe fuerte con un palo o trozo de madera. Gente maluquita: Gente mala, que pertenece a combos o que está implicada en hechos delincuenciales, ilegales o violentos.

Golear: Coronar o ganar en un acto delictivo, como un robo, o una eliminación. Guerriar: Guerrear, batallar, luchar. Güevas: Testículos. «Tener güevas» es tener coraje. «Las güevas» es una exclamación de negación o rechazo.

Grafitero: Artista del grafiti. Hacer vaca: Recoger dinero en grupo para comprar licor, droga o comida. Jíbaro: Expendedor de droga al por menor en el barrio o sector. Juerga: Fiesta. Liebre: Enemigo. Limpieza: Asesinatos indiscriminados o selectivos en algunos sitios estratégicos de los barrios.

Llenarse de mocos: Acumular motivos para enojarse o indisponerse. Maluco - Malito - Maluquito: Malo. Man: Hombre. Mangas: Zonas verdes sin urbanizar en la periferia del barrio o la ciudad. A veces utilizadas por asesinos para botar a sus víctimas.

¿Cuál es la persona más cercana que le fue asesinada?

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Maricadas: Deriva de hombre homosexual o afeminado. En sentido peyorativo, conductas propias de él. Presenta múltiples connotaciones. Alude a asuntos nimios. También a aquellos que, aun cuando de poca monta, generan incomodidad o repulsión. Mochar los frenos: Cortar los frenos. Pandilla: Grupo de jóvenes delincuentes en el barrio. Paracos: Coloquial. Por Paramilitares. Parcero: Amigo. Parche: Grupo de amigos o su sitio de reunión. Parchecito: Relativo a «parche». Pa’rriba: Para arriba. Partir la cabeza: Asesinar. Pegar: Perforar el cuerpo con arma blanca o de fuego. Asesinar. Pelao: Joven. Pelaos celadores: Jóvenes extorsionistas que cobran una cuota para cuidar el barrio. Picar: Arrastrar e influenciar. Pila: Fuente de agua del pueblo. Pilas: Exclamación para prevenir o poner en alerta a alguien. Pillar: Sorprender, capturar a alguien en flagrante delito, o descubrir un plan. Pillo: Maleante, en general miembro de una banda. Plaga: Persona necia que hace escándalos o daños. (También puede ser con

Traqueto: Quien trabaja como capo medio, jefe de banda, blanqueador u otra posición de poder en el narcotráfico. Un bobo mata a la mama: Expresión popular para indicar que alguien quien no razona o sin conciencia puede llegar a cometer actos terribles. Vago: Sin oficio definido, desempleado. Vicioso: Manera despectiva de llamar a un consumidor o adicto. Vuelta: Acto delictivo, como un asesinato realizado bajo contrato.

connotación positiva, una persona inquieta, avispada).

Quicio: Punto de apoyo sobre el que se mueve y gira la puerta de entrada de una casa, y en la que los habitantes de barrios populares suelen sentarse. Rapero: Cultor del género musical Rap. Rollo: Problema. Sacol: Pegante que, inhalado, produce efectos alucinógenos y nocivos. Sapo: Delator, persona desleal. Sardinito: Jovencito. Sicario: Un (joven) asesino a sueldo. Sicariato: El negocio de los sicarios. Teso: Difícil o doloroso. Referido a personas también puede tener la connotación de alguien hábil y sobresaliente en determinada actividad.

Torcido: Desleal, tramposo. Traguitos: Tragos de licor.

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Muertos cercanos • Glosario de parlache

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