\"Muslo o pchuga\": La crítica gastronómica y la comida basura

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Colaboraciones LA BUENA MESA EN EL CINE Por Alfonso Méndiz · Profesor de Cine y Publicidad · Universidad de Málaga

MUSLO O PECHUGA

La crítica gastronómica y la comida basura EL MUNDO DE LA GASTRONOMÍA ES COMO UN MENÚ DE TRES PLATOS: EN EL PRIMERO INTERVIENE LA COCINA, EN EL SEGUNDO EL COMEDOR, Y EN EL POSTRE PONE LA GUINDA LA GERENCIA. EN CADA UNO DE ELLOS TRABAJAN UN PROFESIONAL QUE AÚNA EL “SABER HACER” CON EL TALENTO Y LA CREATIVIDAD: SON EL CHEF, EL MAITRE Y EL EMPRESARIO DEL LOCAL. PERO ESE MUNDO -MARAVILLOSO Y CERRADO EN SÍ MISMO- SERÍA APENAS CONOCIDO POR EL PÚBLICO SIN LA INTERVENCIÓN DE UN CUARTO Y DECISIVO PROFESIONAL: EL CRÍTICO GASTRONÓMICO.

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harles Duchemin es el mejor crítico culinario de Francia y el editor de la guía gastronómica que lleva su nombre (una clara alusión a la famosa guía Michelin, creada en 1900 por André Michelin). En el prólogo del filme se dice que “esa guía es la más famosa del mundo: tira un millón de ejemplares, y gracias a ella los turistas saben dónde pueden comer”. En efecto, sus críticos visitan discretamente los establecimientos y elaboran unos dictámenes que se convierten en juicios inapelables: conceder o quitar una estrella a un local puede suponer el éxito o el fracaso de por vida. En ese marco, la película hilvana tres subtramas paralelas. Primero nos encontramos con el problema de la sucesión al frente de la revista, pues el hijo de Duchemin ha decidido convertirse en payaso de circo y esto echa por los suelos los cuidadosos planes de su padre. Por otro lado, se nos presenta al magnate Jack Tricatel, propietario de una gran red de comida rápida, que intenta robar la todavía no publicada “Guía Duchemin” para comprar los establecimientos mejor evaluados y convertirlos en “lugares de comida preparada con marchamo de calidad”. Final-

mente, nos encontramos con la lucha mediática que se produce entre Duchemin y Tricatel, que culmina en un polémico programa de televisión donde tendrán que superar diversas pruebas culinarias. La historia está contada en forma episódica, con gags ingeniosos que reflejan la personalidad de los protagonistas. Resultan especialmente graciosas las escenas que muestran cómo se las ingenia Duchemin para evaluar de incógnito a una variada gama de restaurantes: en la escena inicial aparece caracterizado como una dulce ancianita en un comedor de alto copete; después se disfraza de turista americano (“Yes, very typical”) para probar el menú en un bar castizo de la Provenza francesa; y finalmente, intercamficha técnica Título original: L'Aile ou la cuisse. Director: Claude Zidi. Reparto: Louis de Funes, Coluche, Julien Guiomar, Claude Gensac, Jean Martin. País y año: Francia, 1976.

bia su atuendo con el de su chófer para degustar la comida como un simple ciudadano de a pie. Por debajo de la trama, el guión despliega en clave de comedia la lucha entre la cocina tradicional y la comida rápida. Tricatel se defiende: “Lo que Duchamín representa ya no existe: una cocina complicada para una gente privilegiada, aún más complicada. Yo, en cambio, doy de comer a millones de personas”. Pero el filme muestra, en varias ocasiones, que los platos de comida rápida son artificiales y pueden ser peligrosos para la salud. Esto se manifiesta, sobre todo, cuando Duchamín y su hijo (en una secuencia que parece sacada de un film de James Bond) se infiltran en la fábrica de Tricatel y descubren un laboratorio químico que prepara los más diversos alimentos con una “pasta universal”, moldes de diverso tipo y distintos colorantes y saborantes. Es curioso cómo surgió la idea del filme. En 1975, el director Claude Zidi se encontraba cenando en un restaurante cuando uno de los camareros le preguntó que parte del pollo deseaba comer, ¿el muslo o la pechuga? Al mismo tiempo, comenzó a hablar con sus amigos acerca de la Guía Michelin y la comida basura, y de repente surgieron los dos personajes de la película: Duchemin, basado en el famoso crítico, y Tricatel, inspirado en Jacques Borel, un empresario que abrió más de cien locales de comida rápida en toda Francia. La cinta cuenta con un buen trabajo de fotografía de Wladimir Ivanov y Claude Renoir, y una estupenda banda sonora de Vladimir Cosma. Pero lo que queda en la memoria de los espectadores es el magnífico retrato de André Michelin, a las puertas ya de la jubilación, que fue capaz de crear una publicación de fama internacional en el mundo de la crítica gastronómica. MESA Y NEGOCIOS • Marzo 2010

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